Mujeres en el comercio internacional: “En las empresas me siguen diciendo que prefieren un hombre para negociar”
Las empresarias consideran que el techo de cristal está roto, pero que aún quedan demasiados obstáculos por sortear. Una jornada del Icex y la Cámara de Comercio de Valencia ha reunido esta semana a cuatro referentes femeninas en el comercio internacional y a decenas de mujeres -algún hombre incluido- interesadas en superar las barreras de género en este nivel.
Las reivindicaciones de las mujeres que han llegado a puestos directivos son unánimes: apoyo del sector público y empresarial, conciliación y que la maternidad no convierta su carrera laboral en una de obstáculos. En cuanto a las barreras internacionales, reconocen que en algunos países es más complejo hacer negocios de igual a igual, aunque estas mismas dificultades las encuentran en España. “Las generalizaciones no son ciertas”, señalaba Noelia Hernández, directora de Hernández Sánchez Asesores.
Las cuatro ponentes coincidían en haber sufrido discriminación y situaciones violentas en reuniones a puerta cerrada como un hombre. Distintas formas de acoso -palabra que no se pronunció en la jornada- que las han forzado a levantarse de la mesa y salir de una reunión. Rana Ezzeddine, gerente de Finixia, mercantil dedicada al comercio internacional de productos derivados de la madera y la cerámica, explica que ha visitado más de 60 países y ha “encontrado machismo en todos”. Relata una reunión en un país del Golfo Pérsico que prefiere no detallar, en la que su interlocutor, natural de Sri Lanka, no dejaba de echarle piropos. “No había manera de hablar”. Ezzeddine optó por abandonar la reunión viendo que no les motivaba el mismo interés profesional. “Hasta cuando estaba subiéndome al taxi insistía en invitarme a cenar. Después supe que lo despidieron y volví a esa empresa a hacer mi trabajo. Fue como un logro personal”, expresa.
Todas coinciden en ignorar estas actitudes de forma profesional, reconducir la reunión hacia el trabajo y, en caso de insistencia, abandonar la sala. Noelia Hernández comenta que cuando empezó en su carrera era “la niñita” para el resto del mundo y “tenía que poner una barrera” emocional en un entorno masculinizado, adoptar otros roles. La consultora narra diversos episodios en los que se ha sentido discriminada en formas y países diferentes, desde unas jornadas en Ammán hasta un proyecto en Sudamérica. “En Jordania, que debe ser uno de los lugares más seguros de Oriente Medio, me metieron en un hotel como en una jaula por los protocolos de seguridad”. Hace unos años fue a América Latina para un proyecto de innovación y su acompañante, de rango inferior, la presentó como la 'team lider' “porque ahora tienen que meter mujeres”. Los procesos de selección eran ciegos, sólo valorando el currículum y el proyecto.
Pese a ser una de las consultoras mejor valoradas en España, cuenta que muchas mercantiles la descartan por ser mujer. “Me siguen diciendo en empresas que prefieren a un hombre para negociar”, explica Hernández, que explica que incluso ha tenido que negarse a cerrar negocios por su género. Recientemente su despacho cerró una venta en Arabia Saudí y ella, al frente, no pudo ir a la negociación. “Tenía que asesorar por teléfono”, protesta indignada.
Emi Boix, gerente de Emac Complementos, y vocal de la Cámara de Comercio de Valencia, gestiona la empresa familiar -dedicada al sector cerámico-, con otras tres mujeres y destaca un ambiente de trabajo mucho más amable: “Nos arropamos entre nosotras”, valora. Aún así, cuenta que ser madre es una odisea y tiene que hacer malabares para compaginar sus roles. “Huyo de estereotipos [en el trabajo], pero aún así se nos categoriza. Creo que hay que convertirlo en una fortaleza, en una ventaja”, opina. De sus primeros años como dirigente de la empresa que gestionó su padre, cuenta que aprendió que las mujeres “tendemos a copiar el comportamiento masculino. Cuando coges autonomía, fortaleces tu personalidad”.
Las empresarias reclaman cuotas en el sector público, como reservar un porcentaje de la compra pública a empresas lideradas por mujeres. Según Teresa Guillén, impulsora del portal Mujer Exportadora, en Estados Unidos se destina un 5% de las compras del gobierno federal a este fin. El programa de Guillén, exdirectiva de El Pozo, busca ser un paraguas para las mujeres que se mueven en el mundo de los negocios internacionales, fomentando la formación de las empresarias en cuestiones de género y el networking, la interacción entre ellas.
En 2017 dejó su trabajo en la industria cárnica y comenzó a investigar sobre formación en género en el comercio internacional. La respuesta, dice, fue la nada. “La legislación europea es muy pobre” en este sentido, afirma, aunque los tratados de libre comercio comienzan a examinarse desde la perspectiva de género. “Las barreras no arancelarias afectan más a las mujeres”, reseña, citando al Centro de Comercio Internacional de Naciones Unidas. De su experiencia en ferias comerciales rodeada de varones se lleva una lección. “Las mujeres teníamos que ser como hombres para que nos respetaran, pero somos mujeres y somos distintas”, sentencia.
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