Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
Siglo y medio de la fuente eterna de Wagner
“La aletargada ciudad alemana de Bayreuth es el único lugar de este mundo donde el siglo XIX sigue manando eternamente”. Estas palabras de Alex Ross corresponden a su celebrado libro El ruido eterno, sobre la música del siglo XX. El recorrido comienza con Richard Wagner y el festival que inauguró en Bayreuth el 13 de agosto de 1876. El próximo año se cumplirá exactamente siglo y medio, y esa fuente wagneriana sigue manando con fuerza. Las representaciones de las obras del compositor alemán se suceden con gran afluencia de público, notable éxito musical y división de opiniones sobre las producciones escénicas. Algunas de entre ellas han despertado sonoros abucheos, y es lo que suele ocurrir indefectiblemente con las que firma Katharina Wagner, bisnieta del compositor y actual directora del festival. También fue bastante protestado elLohengrin que presentó la pasada temporada en el Liceu de Barcelona.
El 24 de julio el Festival de Bayreuth se iniciará con un concierto al aire libre dirigido por Pablo Heras-Casado, maestro granadino que hace dos años debutó allí con Parsifal. Lo volvió a dirigir el pasado año y en 2025 tiene previstas cinco representaciones de esa obra. Si exceptuamos a Plácido Domingo, que en 2018 dirigió La walkyria con abucheos de una parte del público, Heras-Casado es el primer español que ha dirigido en Bayreuth. Ha sido celebrado por público y crítica, y la dirección del festival le ha encomendado la nueva producción de El anillo del nibelungo, que se estrenará en 2028.
La primera representación del festival de este año será el día 25, con Los maestros cantores de Núremberg, que estrena dirección escénica de Matthias Davids y musical de Daniele Gatti. Ese día, como es tradicional, a las cuatro menos cuarto de la tarde, un grupo de músicos con instrumentos de metal subirá al balcón del Königsbau (Edificio real) del Festspielhaus o teatro del festival, para interpretar una breve composición sobre un tema del acto que se representa a continuación. La ceremonia se repite dos veces más al inicio de cada acto con intervalos de cinco minutos para avisar de que la representación está a punto de comenzar.
Esta costumbre, muy celebrada por el público, que siempre aplaude, data del primer festival en 1876, y se mantiene invariable en la actualidad. Es cierto que en aquella ocasión los músicos no pudieron subir al balcón del Königsbau, porque ese elemento fue un añadido al edificio, que no se construyó hasta 1882, el año del segundo festival. Tenía por objeto ofrecer una entrada independiente al rey de Baviera para acceder al palco real, pero Luis II, destinatario de esa deferencia arquitectónica, nunca llegó a utilizarla, ya que únicamente acudió al primer festival. En aquella ocasión se ofreció El anillo del nibelungo. Fue un gran éxito internacional, con la presencia de algunas de las primeras figuras mundiales de la política y la música, pero un gran fracaso económico, que obligó a suspender los festivales hasta 1882, cuando se estrenó Parsifal, la última obra de Wagner.
También data del primer festival la costumbre de empezar las representaciones a las cuatro de la tarde y hacer descansos de 60 minutos entre los actos. Desde entonces El oro del Rin, de menor duración y que se representa sin descansos, comienza a las seis de la tarde. Lo mismo ocurre con El holandés errante, desde que se incorporó al repertorio del festival en 1901. Fue la última de las grandes obras escénicas de Wagner en completar lo que se denomina el canon de Bayreuth. Lo componen además Tannhäuser, Lohengrin, El anillo del nibelungo, Tristán e Isolda, Los maestros cantores y Parsifal. Radio Clásica de RNE ofrecerá en directo desde Bayreuth las primeras representaciones de siete obras del 25 de julio al 1 de agosto. Además de Los maestros cantores y Parsifal, se retransmite el ciclo completo del Anillo, bajo dirección de Simone Young, y Lohengrin dirigido por Christian Thielemann, con el tenor Piotr Beczala en el papel protagonista. No sé por qué razón no será retransmitida Tristán e Isolda, que dirige Semyon Bychkov.
El Festival de Bayreuth transforma la ciudad durante un mes, con la presencia de una multitud de visitantes que acuden al rito anual del culto a Wagner. Allí se puede visitar la que fue su residencia, Haus Wahnfried, hoy parte del museo dedicado a su memoria. En el salón de esa casa está el piano que el constructor Steinway le envió como regalo en 1876, con motivo del primer festival, y que hoy se sigue utilizando en conciertos. En el jardín están enterrados Wagner y su esposa Cosima bajo una lápida de mármol gris sin inscripción y rodeada de hiedra. Fue un compositor singular que genera una especie de adicción. Lo describe Susan Sontag: “Se ha observado desde el principio que Wagner causa el mismo efecto que el consumo continuado de una droga psicotrópica”. Un siglo y medio después de su inicio, la fuente eterna de Wagner sigue alimentando adictos.
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Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
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