Ochenta años de la llegada de ‘los madrileños’, los niños que huían de las bombas
Veinte de noviembre de 1936. Este domingo se cumplen justo 80 años. La Guerra Civil española había llegado a la capital de España. En lo que se conoció como la Batalla de Madrid, y que en realidad duraría ya toda la guerra, se acumulaban dos meses de bombardeos. La primera vez que se lanzaban bombas directamente sobre la población civil. El curso escolar acababa de comenzar. Ese día, del que este domingo se cumplen justo 80 años, centenares de niños y niñas madrileños llegaban en varios camiones a los pueblos de la Marina, procedentes de Madrid.
Rápidamente se organizó esa evacuación, en muchos casos sin siquiera poder avisar a los padres. Subieron a los niños en camiones, emprendieron el camino por carretera hacia tierras alicantinas, y varios cientos de ellos acabaron en los pueblos de la Marina.
Comenzaba así una historia de solidaridad que jamás olvidaría la Marina Alta ni, sobre todo, sus protagonistas. Algunos se quedarían a vivir aquí para siempre. Sus padres habían desparecido o la guerra les había dejado en tal situación de pobreza que ya no podrían hacerse cargo de ellos. Aquí serían conocidos como los madrileños.
Tantos años después, algunos de aquellos madrileños todavía tienen grabado en la memoria el horror de los bombardeos sobre Madrid, como queda patente en el documental Els xiquets no volen la guerra que, hace cinco años, promovieron el Ayuntamiento de Xàbia y la Associació Cultural Antoni Llidó, y que fue acompañado además de una exposición.
“Del bombardeo, no es que me acuerde, es que veo cómo pasaban [los aviones] por encima de la cabeza. Mira si iban bajito, que yo veía al que llevaba el avión y me miraba. Y yo estaba quietecita. Y se ve que le di tanta lástima, allí con mis hermanas a mi lado y con mi madre también escondida, que no tiraron ninguna bomba”. Así revive en el documental el pánico ante los bombardeos Benedita Castaño, una de aquellas niñas que, con sólo 5 años, realizó el viaje de Madrid hasta Xàbia.
En el caso de Xàbia, los niños llegaron en dos camiones y fueron llevados al cuartel de la Guardia Civil. Allí acudían las familias interesadas en acogerlos y elegían de entre todos ellos a quienes querían llevarse a casa. “Me decían la madrileña, pero la verdad es que soy xabiera, yo de madrileña ya no tengo nada”. La frase es de otra de aquellas refugiadas que salen en el documental, Paula Rico.
En eso coincide con otros de los participantes en el audiovisual. Como si hubieran reseteado aquellos primeros años de horror en Madrid. Pero no los han olvidado, como demuestran sus testimonios. “Recuerdo como en un sueño que me subieron a un camión de carga”, señala Juan Pérez. En su caso, aquel camión le llevaría hasta Dénia cuando tenía cuatro años. Enrique Satué, autor del libro Los niños del frente, destaca que, en realidad, tienen grabado muy dentro lo que vivieron en Madrid. “Algunos habían visto fusilar, venían horrorizados por la guerra”. “El recuerdo era fotográfico, y la memoria milimétrica”.