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El saqueo vikingo de Orihuela sale del olvido

El 'olvidado' saqueo de Orihuela por los temidos vikingos en el siglo IX

EFE

El casi olvidado saqueo de los Vikingos a la antigua ciudad de Orihuela (Alicante) a finales del siglo IX, posiblemente tras remontar el río Segura, recobra protagonismo en la exposición que sobre estos guerreros nórdicos temidos por sus pillajes acoge el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ).

Con el título “Vikingos. Señores del Norte. Gigantes del Mar”, la muestra incluye 663 piezas cedidas desde el pasado mayo y hasta enero de 2017 por el Museo Nacional de Dinamarca, de Copenhague, y después de exhibirse en el MARQ, dependiente de la Diputación de Alicante, está previsto que recorra varios países hasta 2021.

Una flota de entre sesenta y setenta naves a vela y remo con centenares de estos bárbaros capitaneados por dos de los hijos del rey Ragnar Lodbrok (muy televisivo por la serie “Vikingos”), Bjorn y Hastein, alcanzaron por navegación de cabotaje la desembocadura del Segura, a la altura de Guardamar, a finales del año 858.

Se desconoce si atracaron allí los barcos o si aprovecharon el poco calado de sus entonces innovadoras quillas (que facilitaban la navegación fluvial) para remontar el curso y alcanzar Orihuela, en aquel entonces llamada Uryula y que constituía una de las principales ciudades de la Cora de Tudmir, provincia del reino de Al-Ándalus del omeya Muhammad I, que abarcaba el sur de Alicante y las áreas limítrofes de Murcia y Albacete.

El ataque de estos guerreros de Thor y Odín debió tener como fin hacerse con plata, esclavos y avituallamiento en su largo camino para tratar de tomar la ciudad de Roma (no lo lograron), en lo que se convirtió en la primera oleada vikinga por el Mediterráneo (858-861).

Habían partido de su campamento de Normandía (norte de Francia) y asaltaron A Coruña, Iria Flavia, Cádiz y Algeciras antes de alcanzar el sur de Alicante y hacer lo propio mediante una estrategia que se repetía y que tenía como propósito provocar el máximo pánico en la población local.

Aunque del ataque a Orihuela no queda constancia arqueológica, sí se conocen datos por escritos posteriores del historiador andalusí Ibn Hayyan y por varias menciones en las Sagas Islandesas del siglo XII, según ha relatado a Efe una de las comisarias de la exposición del MARQ, Teresa Ximénez.

Una vez que desembarcaban para tomar una ciudad, estos rubios guerreros hacían sonar a golpes sus escudos y quemaban todo a su paso para crear miedo y facilitar una rápida rendición, lo que les permitía volver cuanto antes a sus naves con el botín.

El arma predilecta de estos gigantes vikingos (tenían una estatura media de 1,70 metros por 1,50 de aquellos hispanos) era el hacha danesa, de mango largo y que cogían a doble mano, y también usaban espadas, lanzas y arcos, al tiempo que se protegían con escudos.

Apreciaban sobremanera la plata porque era su metal predilecto para las joyas y amuletos, muchos de ellos con la representación del martillo de Thor (Dios de la guerra), ya que era un pueblo de marcado carácter supersticioso.

El temor que despertaron estos ataques en el imaginario colectivo, unido a otros peligros del mar por los piratas y corsarios, provocó la creación de la primera flota naval por Abderramán II y una cierta militarización de la costa.

De esto último es ejemplo, según Ximénez, la rábita de Guardamar, fortaleza religioso-militar musulmana de entre finales del siglo IX y principios del X formada por pequeños espacios oratorios.

La falta de restos arqueológicos de lo ocurrido en Orihuela ha hecho que los responsables de la exposición hayan pedido algunas piezas coetáneas al Museo Arqueológico de Córdoba, como una celosía de mármol blanco, un capitel y diversas monedas de dirham de plata, las preferidas de los vikingos para fundir el metal y elaborar sus amuletos.

El apartado sobre el ataque oriolano ocupa la parte final de la tercera sala que compone la muestra, que está dedicada a la religión y las creencias, donde destaca una réplica de la famosa piedra de Jelling, a la que muchos ven como el símbolo del nacimiento de Dinamarca y que fue erigida en 965 por el vikingo Harald Bluetooth, cuya trascendencia ha servido para bautizar el conocido dispositivo actual de los teléfonos móviles.

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