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“Los jóvenes se han convertido en profesionales del ir tirando”

El sociólogo Diego Carbajo.

Eduardo Azumendi

¿Cómo es el paso de la juventud a la condición de adulto? Esta pregunta le ha servido al sociólogo vitoriano Diego Carbajo para realizar una investigación que ayude a determinar cómo es esa transición. Carbajo, doctor en Sociología por la Universidad del País Vasco, es coautor del libro Precariedad vital y juventud. Para Carbajo, hoy en día la juventud se contenta con llegar al mes siguiente. “Son profesionales del ir tirando”. En un escenario donde no tienen certezas y resulta más probable “empeorar que mejorar, mantenerse en el presente es la única opción que manejan. Hoy en día una persona no tiene asegurada ni la estabilidad ni el progreso, pero sí su precariedad”.

A pesar de la crisis económica y la inestabilidad laboral, la propiedad de una vivienda sigue siendo un objetivo prioritario para los jóvenes. “Es una de las cosas que más me ha sorprendido de la investigación”, apunta Carvbajo. Y para conseguirlo se apoya en la familia. “El modelo de familia del Mediterráneo, que suple al Estado del Bienestar proveyendo todo tipo de recursos, se mantiene; aunque esta estructura carece de la capacidad que tuvo hace varias décadas, cuando sostenía a sus integrantes y, por ejemplo, movió a familias enteras en los procesos migratorios interestatales. Ahora la familia es más pequeña y está debilitada; pero su papel en el imaginario social sale reforzado. Los jóvenes se manejan bajo la idea de que la familia siempre va a estar ahí”, resalta.

La precariedad laboral conlleva que la transición de la juventud a la madurez no quede tan definida como décadas atrás. “La actual situación socio-económica hace que los requisitos tradicionales se rompan, que la juventud se prolongue y la precariedad se instale en la adultez”. Tras analizar las entrevistas realizadas a 23 personas jóvenes de clase media de entre 25 y 34 años residentes en Euskadi, Carbajo ha encontrado “una juventud conservadora que a través de estrategias innovadoras buscan soluciones eventuales a su problema de emancipación”. El problema es que estas vías se convierten en muchos casos en permanentes y la persona joven deja de serlo para convertirse en una adulta en situación precaria o “cuasiadulta”.

La familia Alcántara

La familia AlcántaraUnas décadas atrás el modelo “familia Alcántara” (en referencia a la serie de televisión Cuéntame) determinaba cuando una persona se convertía en adulta-independiente con unas relaciones familiares-afectivas, un empleo y una vivienda para siempre. “Ahora esa estabilidad ya no existe y se dan muchas situaciones intermedias que obligan a la persona a reconfigurarse y reconvertirse para gestionar cada día más dependencias. Esta precariedad da forma a sus vidas, aunque alrededor de los 30 años buscan alternativas para cumplir con los requisitos que se le presuponen a una persona adulta”, según Carbajo.

En su transición hacia la etapa adulta, los jóvenes prolongan de una forma estratégica su estancia en el hogar para ahorrar y poder endeudarse en la compra de una vivienda. “Ahora bien, para obtener una cierta autonomía, la estrategia de ‘vivir en casa’ se complementa con espacios propios en el domicilio familiar, el alquiler de una lonja, la furgoneta equipada o los viajes, entre otros”. Es la única manera de lograr cierta independencia, mientras se ahorra para comprar una vivienda propia, o, “dicho de otra forma, adquirir una deuda”.

Quien opta por “vivir fuera de casa” para resolver su necesidad de emancipación, acepta la segunda residencia familiar, accede al piso en propiedad con el aval de la familia al contraer la deuda, o alquila y comparte un piso. “Esta última solución, eventual en su inicio, se está convirtiendo en definitiva en personas que superan los 30 años. Así, con el paso del tiempo, en una coyuntura social en precarización, quien comparte piso teje relaciones cuasi-familiares más allá de la amistad, y reaparecen antiguas formas de ayuda mutua más propias de comunidades pequeñas y rurales que de entornos urbanos”.

A pesar de que se ha producido un aumento de las viviendas de alquiler, en realidad, esta tendencia no refleja un cambio cultural, según el investigador. “Se trata de una estrategia económica porque no quedan otras salidas. En diez años se verá si la tendencia se traduce en un reforzamiento del alquiler”. “Las políticas públicas de vivienda con el sistema VPO”, añade, “han confundido el derecho a la vivienda con el derecho a la propiedad y han generado bastantes problemas de endeudamiento. Cuando se habla de que se produce un rechazo hacia una VPO que ha tocado a alguien, en realidad el que rechaza es el banco que no concede el préstamo. Es un bucle endiablado”.

La búsqueda de una vivienda en propiedad hace que, de alguna manera, se normalicen situaciones de dependencia, con lo que las categorías de personas dependientes e independientes se diluyan. Las cargas económicas son menores para quienes viven en casa que para quienes compran un piso. Pero, ¿la persona que vive fuera y acude todos los días al hogar de origen a comer y dejar la ropa para lavar está más emancipada que quién vive en casa de los padres, pero sólo come y duerme en ella?”, se interroga Carbajo.

“La juventud trabaja en su tiempo libre ampliando indefinidamente su formación y sus redes de apoyo. Y cuando se encuentra en paro, moviliza sus recursos intelectuales y formativos para convertirse en una persona emprendedora. En conjunto, todos están llamados a ser los empresarios de sí mismos y auto-explotarse en la búsqueda de la estabilidad o la realización personal”, concluye.

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