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Vestidos fabricados con restos de zanahoria o pelo humano: así es la revolución de la moda sostenible

El diseñador Eduardo Loreto junto a su vestido hecho con tejidos compuestos por zanahoria

Maialen Ferreira

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La industria textil utiliza un 97% de sus materias primas de fuentes vírgenes y solo el 2% de fuentes de reciclaje, mientras que el 12% del material se desperdicia durante la producción. 150 millones de árboles son cortados cada año solo para fabricar celulosa que después se convertirá en la tela viscosa. Por si fuera poco, además de las gran cantidades de agua que se utilizan para la producción de fibras como el algodón, para crear tejidos sintéticos, como el poliéster, se necesitan unos 70 millones de barriles de petróleo al año. Estas son algunas de las razones que han hecho que los diseñadores investiguen y estudien nuevos materiales para realizar sus tejidos como pelo humano, piel de pescado y hasta lo que se conoce como MusicCloth, un material creado con el plástico de los antiguos casetes.

Eduardo Loreto, venezolano afincado en Bizkaia, forma parte de esa nueva generación de diseñadores y modistos conscientes con la sostenibilidad y el impacto de la industria textil en el medio ambiente. Por ello, ha sido la primera persona en el mundo en desarrollar una técnica con la que crea un tejido para sus diseños a partir de restos de zanahoria. “Mi proyecto se basa en la utilización de la zanahoria para hacer un tejido o material. El material es un bioplástico en el que he podido serigrafiar utilizando una tinta también obtenida por la zanahoria y así generar menos microplásticos. Es completamente biodegradable que incluso puede servir de fertilizante y se puede reciclar”, explica a este periódico mientras muestra un vestido y un bolso realizados con el material creado por él.

Su diseño forma parte de la exposición 'La moda será verde o no será' que se encuentra en el espacio BBK Kuna de Bilbao durante la semana de la moda sostenible organizada por Fashion Revolution. “Esa zanahoria es una biomasa que proviene de una parte más científica que es la fitorremediación, que es la extracción de metales pesados del ambiente. La zanahoria que se utilizaba para extraer esos metales pesados y después se quemaba porque no sabían qué hacer. Yo he buscado una aplicación nueva para esa biomasa para construir productos con bastantes acabados, vestidos, chaquetas, bolsos...”, indica.

Loreto confiesa que la idea se le ocurrió experimentando. Al principio, creó un catálogo de tejidos, desde un látex hasta materiales resistentes y duros, con solo tres ingredientes: la zanahoria, gelatina y glicerina. Ahí se dio cuenta de cómo podía moldear ese tejido para crear sus diseños. El siguiente paso que tiene que seguir, es estabilizar el producto para que tenga una mayor resistencia. “Le pasa igual que al plástico, que se puede llegar a derretir con el calor. Quiero darle un nuevo toque para que sea más resistente y poder llevarlo a industrias para que lo utilicen como material”, detalla.

Según asegura, él es la primera persona que ha utilizado la zanahoria como material para crear tejidos y para la tinta de la serigrafía. “No sabía que era el primero. Cuando empecé a investigar quise ver proyectos de personas que lo habían hecho para ver cómo se hacía y descubrí que no se había hecho nada. Incluso, gente experta en la materia me llamó para preguntarme cómo lo estaba haciendo. Fue algo increíble”, señala. Su proyecto, más allá de Bilbao, viajará a Milán y a otras ciudades con el objetivo de conseguir la financiación necesaria para mejorar el producto y que termine utilizándose en industrias textiles.

La realidad que se esconde tras la etiqueta de 'sostenible'

La coordinadora de Fashion Revolution en España Nadège Seguin ha visitado la exposición en Bilbao y ha asegurado que su objetivo, al igual que el de la organización es “que la gente entienda cuál es el impacto de la industria textil” y aportar soluciones. “Intentamos concienciar no solo a las personas para que cambien el chip, sino también a las pequeñas marcas para que vayan realizando cambios y, por supuesto, obligando a las grandes a que dejen de realizar prácticas dañinas, algo que es más difícil”, confiesa a este diario.

Uno de los objetivos de la asociación este año, es lograr una ley en el Parlamento Europeo que asegure que las fábricas textiles de las empresas europeas de moda paguen, al menos, el salario mínimo del país en el que residan a todos sus trabajadores. Para lograr que los trabajadores de fábricas textiles trabajen en condiciones dignas y con salarios justos, han comenzado una campaña de recogida de firmas. “Durante demasiado tiempo, las marcas de moda han prometido hacer lo correcto. No lo han hecho. No podemos esperar a las medidas voluntarias de las marcas individuales. La industria necesita ser regulada y responsabilizarse”, incide la campaña, que busca recoger un mínimo de un millón de firmas para realizar la petición.

Preguntada por qué razón la sociedad desconoce o desoye cuestiones que se esconden tras la industria textil, Seguin asegura que el problema reside en que “la industria de la moda vende glamour”. “Vende huir de las cosas malas y sentirse bien con uno mismo. Entonces, el lado oscuro que esconde es tabú y no se puede mostrar porque si se hace, las personas van a reflexionar y dejar de consumir. En eso también nos queremos centrar: tenemos que cambiar nuestros hábitos, pero también nos lo podemos pasar bien haciéndolo”, aún así ha alertado de que hay muchas marcas que colocan etiquetas de 'sostenible' sin serlo en realidad. “Es muy fácil colocar una etiqueta que suena a verde, pero sin explicar lo que hay detrás, por eso insistimos mucho en la transparencia más que en las etiquetas. Una etiqueta en la que pone 'sostenible' solo indica que la empresa ha pagado a alguien para poner la etiqueta, no que significa que detrás de ella hay algo real. Con lo cual, la transparencia sigue siendo lo primordial”, argumenta.

Durante la semana de la moda en Bilbao del 25 de abril hasta el 1 de mayo, tendrán lugar en el edificio de BBK Kuna una serie de talleres para transformar la ropa usada en una nueva, conferencias sobre la industria textil y la precariedad laboral que hay en sus fábricas, una exposición permanente en la que se mostrarán vestidos hechos con materiales sostenibles, una máquina expendedora de ropa y hasta un mercadillo.

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