El secreto de Podemos: “Somos gente normal, sin pasado político”
A veces, los gestos definen a sus protagonistas. Para explicar la diferencia entre los partidos tradicionales y la nueva política de partidos con un ejemplo hay que remontarse a uno de ellos que tuvo lugar el sábado 10 de mayo. Ese día los vecinos celebraban su día grande de las fiestas tradicionales de Malasaña. Uno de los primeros actos de la jornada, consensuado con la Plataforma Maravillas, era un desayuno ciudadano que ofrecía Podemos, el partido surgido en marzo bajo la figura de Pablo Iglesias que aspiraba a convertir la indignación en movimiento político. Sus miembros juntaron los alimentos que les regalaron desinteresadamente comercios del barrio (una panadería, una tienda de productos griegos, el bar de la plaza...) y se los ofrecieron a todo aquel vecino que dejaba una demanda para mejorar el barrio.
La actividad, hecha desde abajo, contando con los vecinos que organizaban las fiestas, contrastaba con los mítines que los partidos tradicionales habían programado para ese mismo día, en grandes escenarios en mitad de la plaza del Dos de Mayo. Tan desconectados estaban aquellos (IU, PSOE, PP) de los ciudadanos a los que dicen representar que no sabían nada de las celebraciones vecinales. Llegaron, soltaron sus soflamas políticas en medio de la celebración y se marcharon hasta la siguiente campaña. Nadie les escuchaba.
Solo unos días después, el pasado domingo 25 de mayo, Podemos se convirtió en la tercera fuerza política del distrito Centro de Madrid, a apenas un centenar de votos de la segunda, el PSOE, y por encima de Izquierda Unida. Hasta 7.329 vecinos les dieron su apoyo pese a la juventud de una formación política que contaba con cuatro meses de edad. ¿Por qué?
“Somos gente normal, sin pasado político. Y nos creemos lo que decimos”. El que habla es José Sánchez-Sanz, miembro del Círculo Podemos de Malasaña y candidato a las elecciones europeas, quien se sentó con este periódico unos pocos días después de las elecciones para intentar explicar la razón de su éxito, más allá de los personalismos y el éxito mediático que se le adjudica a su cabeza visible, Pablo Iglesias.
Él insiste en que su campaña “de guerrilla, con un presupuesto ridículo”, la hicieron desde abajo, con acciones atípicas, originales y que llegaban de un modo sorpresivo a los vecinos. Actos como los del desayuno, un bicicletada o entrega de periódicos gratuitos nacieron del Círculo del barrio, la forma organizativa de este joven partido político: sus integrantes se reúnen formando un círculo físico, sentados sobre las baldosas de la plaza del Dos de Mayo, todos los jueves. Ahí, desde el suelo, es de donde surgen sus ideas.
A nadie se le escapa las enormes similitudes del movimiento con el 15-M, del que cogen su forma de organización asamblearia y su toma de decisiones por consenso, además de su indignación. Sin embargo, funcionan como estructuras paralelas: en el centro del barrio, la Asamblea de Malasaña del 15-M (definida como apolítica), que se reúne los sábados en el mismo punto, no tiene aún concomitancias con el movimiento político, aunque sí diálogo.
En cualquier caso, la charla de Somos Malasaña con Sánchez-Sanz, que concurrió a las elecciones europeas en el puesto 21 de la papeleta de Podemos tras pasar por las primarias, deja ver a un político neófito, sin experiencia previa pero con muchas ganas de cambiar las cosas. Su discurso es sencillo, sin grandes disgregaciones, pero muy claro: los suyos han llegado para quedarse y retirar a toda una generación de políticos “agotada”.
Él es músico, compositor, licenciado en comunicación audiovisual, doctorado y profesor en la Universidad Europea de Madrid, aunque el resto del círculo de Podemos en Malasaña lo componen perfiles muy heterogéneos: estudiantes, profesionales en paro, autónomos, gente que está en movimientos sociales... miembros a los que sorprendió enormemente su resultado electoral, admiten.
Después del éxito en las europeas, que aún no han digerido, todos tienen ahora la mirada puesta en las municipales y Sánchez-Sanz no duda en afirmar que su verdadera fuerza se va a demostrar “en la micropolítica”: “El círculo se preocupa por el barrio y vamos a intentar cambiar cosas”, afirma antes de irse camino a la asamblea en la que se van a empezar a perfilar estos objetivos. Les queda un año para los comicios municipales y tienen que hacerse un hueco en la política local si -como es su objetivo- aspiran a lograr la alcaldía de Madrid.
El camino es largo aún y falta por definir multitud de puntos en un programa electoral aún no demasiado claro en aspectos importantes para ganarse el voto ciudadano. Para el trayecto el portavoz de Podemos no duda en pedir la ayuda de los que les rodean, reclamando su participación en las asambleas de los jueves, a las 20.00: “Son bienvenidos todos los vecinos que quieran interesarse por el proyecto”, dice antes de dejar muy claro que lo único que ofrecen es trabajo y más trabajo, sin remuneración alguna. Lo hace mientras insiste en su modus operandi para convencer a los madrileños de que merecen su confianza, el “secreto” de Podemos: “Hay que seguir trabajando para que la gente crea en nosotros”.
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