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Procesos de integración de menores en acogida: el temor de cumplir 18 años

Imagen extraída de la página web de la asociación Ujec, a la derecha Giyaur

Maialen Ferreira

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Al cierre de 2018 en España había un total de 12.437 menores extranjeros no acompañados acogidos por los servicios de protección de menores de las comunidades autónomas. Por su parte, cerca de 14.000 niños y niñas de nacionalidad española viven tutelados por el Estado. Se trata de jóvenes de nacionalidad y cultura diferentes, pero que comparten una misma realidad y el mismo miedo: quedarse en la calle al cumplir la mayoría de edad.

Giyaur Rahman e Isabel Maria Martínez fueron en su día dos de estos jóvenes. Giyaur nació en Bangladés y ha pasado 9 años como tutelado en España. Isabel es española y recuerda su infancia en un centro de menores al que ella llamaba casa, en el que pasó 15 años hasta que un día se tuvo que marchar:

“Yo estuve en un centro desde que era muy pequeñita y siempre he estado bien, he tenido una infancia normal y feliz, pero fue cuando llegué a tener 18 años que sentí que me estaban echando de mi casa, porque al final estar 15 años en el mismo sitio, que tienes tus amistades, el cole, pues ahí es cuando empecé a ver la realidad de mi situación. Empecé a ver que era inferior a los demás cuando yo jamás me había sentido así”, ha indicado Isabel durante el primer Congreso Internacional de Infancia en Movimiento que Save the Children ha organizado en Bilbao los días 20 y 21 de marzo.

Ante esta situación, en abril de 2018, jóvenes extutelados como Giyaur e Isabel decidieron crear la asociación Unió de Joves Extutelats de Catalunya (UJEC) en Barcelona, de la que Giyaur es presidente. UJEC fue creada con el objetivo de desarrollar un espacio donde jóvenes que han pasado -o están pasando- por un proceso de tutela por parte de las administraciones españolas compartan entre ellos experiencias e inquietudes, tanto positivas como negativas y saquen conclusiones de aquellas vivencias. Con esas conclusiones, el fin es crear propuestas para trasladarlas a las propias administraciones.

“Hay que darles tiempo a esos jóvenes para que se integren. La mayoría de los centros no cuentan con un plan educativo, sólo son servicios asistencialistas que lo que están haciendo es callarles la boca. ‘¿Tienes hambre? Pues come. ¿Quieres comer? Pues necesitamos trabajar que tú te busques la vida’. Ese modelo hay que trabajarlo”, ha señalado Giyaur.

Otra de las dificultades que se encuentran estos jóvenes es la del acceso a los estudios superiores o universitarios. En muchas ocasiones las realidades que viven les impiden estudiar lo suficiente como para alcanzar la nota de corte de las universidades y, al tener que pagarse un alquiler o su propia comida -a pesar de que algunos de ellos reciban prestaciones durante un determinado periodo de tiempo- los precios de las tasas universitarias son muy difíciles de asumir.

“Estamos hablando de niños de 18 años y, para mí, siguen siendo niños. Se les exige que tengan unas responsabilidades como es mantener una casa, pagar un alquiler, ir al colegio o hacerse las comidas. -Las administraciones- son muy exigentes, si no sigues esa manera que tienen ellos de actuar te quitan las prestaciones e incluso te echan de la vivienda ¿vosotros a vuestro hijo cuando hace cosas que no debe, como suspender una asignatura, lo echáis de casa? ¿lo dejáis sin comer? Esta es una realidad y no lo pienso maquillar de ninguna manera, los niños se quedan en la calle y es una cosa que se debe de parar”, ha manifestado Isabel durante su intervención en la ponencia “Infancia en Movimiento y Procesos de Integración”.

Isabel ha terminado su participación realizando la siguiente reflexión: “¿Si ni siquiera el Estado español puede cuidar y mantener bien a sus propios niños, cómo creéis que lo hará con los niños que vienen de fuera?”.

Ernesto Sainz Lanchares, director de Política Familiar y Diversidad del Gobierno vasco, quien también ha participado en el congreso, ha señalado que está “convencido” de que el modelo de atención a menores extranjeros no acompañados no necesariamente tiene que seguir los mismos patrones que los modelos que existen para los menores en situación de desprotección.

Ha indicado que es “evidente” que los menores extranjeros no acompañados “vienen motivados por unas necesidades fundamentalmente con componente migratorio económico, aunque no necesariamente” mientras que las necesidades de los sufren una infancia en situación de desprotección, ya que, estos últimos ha asegurado “viven situaciones muy difíciles y tienen distinta sintomatología”. No obstante, ha explicado que el protocolo actual ante estos casos requiere una renovación y que “tiene que trabajarse” y se tiene que trabajar en un modelo de acogida “diferente y específico” para aquellos menores extranjeros no acompañados que accedan al país. Algo, que ha incidido no pueden “hacer solos”, ya que, para ello, requieren la colaboración del Estado.

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