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“El pecado de la unilateralidad no es un pecado mortal, es un pecado venial”

El diputado de ERC Joan Tardà

Neus Tomàs

Joan Tardà (Cornellà, 1953) es uno de los dirigentes más respetados por la dirección y la militancia de ERC. A él, como a otros políticos de todo tipo de siglas, últimamente también le han insultado por la calle, y no esconde su preocupación por el riesgo de que en Catalunya se produzca un cierto proceso de 'ulsterización'. Este veterano diputado fue de los primeros dirigentes independentistas en hacer autocrítica pero insiste en que si el secesionismo optó por la unilateralidad fue porque no se le ofreció una propuesta alternativa.

¿Aprobar la declaración de independencia, viendo lo que ha llegado después, fue un error?

Fue inevitable. Y además tenía un mandato democrático. En las elecciones de 27 de septiembre del 2015, las de mayor participación desde el año 80, había unos mandatos muy concretos. Una mayoría independentista y una minoría que no lo era. Un 48% frente a un 37%. En medio, un 14% que estaban por el derecho a decidir, no por la independencia.

¿Qué viene después de la declaración de independencia?

La república está proclamada. El 1 de octubre existió y ha quedado grabado por el resultado y por la heroicidad de la gente frente a la represión. ¿El resultado existe? Sí. La república solo ha estado proclamada pero no ha estado implementada. La república tiene que construirse.

¿Cómo?

Primero revertiendo la situación actual. O sea, recuperar el autogobierno, frenar y superar el 155, superar la anomalía inmensa que significa que en una sociedad europea haya presos políticos y otros, exiliados. Hay que construir la república ejerciendo la gobernación del país, sumando mayorías.

Para que la gente lo entienda. ¿Eso significa aprobar los decretos que desarrollarían la ley de desconexión para avanzar en la república?

Dependerá. Me explico. Dependerá de la correlación de fuerzas en Catalunya. No es lo mismo ganar en escaños que ganar en escaños y votos. Dependerá de la evolución política en España. Y dependerá del proceso de normalización de todo el proceso. Lo más inmediato es parar el 155. Si no paramos el 155 no hay república.

¿Entiende que haya una parte de votantes independentistas que se sientan frustrados?

No, no lo entiendo.

¿No?

No. Nunca habíamos llegado tan lejos. La prueba es que tenemos presos. ¿O es que tendríamos presos si no hubiésemos llegado tan lejos? ¿Que hay gente que se siente desengañada? ¡Pues si hemos declarado la independencia! No hemos hecho nada más pero hay un antes y un después. El Parlament de Catalunya aprobó la independencia. Y punto. No sé firmó ningún decreto. Ni tan solo tenemos una fotografía para la historia.

Tal vez por eso hay independentistas decepcionados.

Puedo entender un inmediato impacto emocional. Pero ya le digo que en Madrid tienen muy claro que o lo atajan de raíz o nos saldremos con la nuestra. Es curioso pero son más conscientes en Madrid de la importancia de cómo se ha llegado hasta un punto que ellos no pueden soportar ni permitir que aquellos independentistas que creen que esto ha sido una decepción. Hay un antes y un después del 1 de octubre y un antes y después de la declaración de independencia.

¿Qué hará ERC si gana las elecciones?

La independencia se ha declarado y a partir de aquí habrá que construir las mayorías necesarias para hacer posible la implementación de la independencia. ¿Puede tener la forma de ratificación en forma de referéndum? Tal vez sí. ¿Puede ser un proceso constituyente que dure años? Puede que sí. ¿Puede ser un resultado tan magnífico que permita ratificar las leyes de desconexión? Tal vez sí, ahora no lo sabemos. Porque ahora entramos en una fase nueva que no empieza de cero.

¿ERC se equivocó amenazando con salir del Govern cuando Puigdemont se planteó un adelanto electoral?adelanto electoral

Si el Govern de Catalunya hubiese convocado las elecciones habría estado invalidando el resultado del 1 de octubre. Convocar las elecciones significaba reconocer que el 1 de octubre no había existido. Había un mandato democrático surgido de las urnas y si tú convocabas las elecciones lo que hacías es desoír ese mandato.

La percepción es que el Govern tenía un plan diseñado hasta la celebración del referéndum pero que para después del 1 de octubre no había nada pensado. Las conversaciones telefónicas que han trascendido demuestran que las estructuras de Estado no estaban preparadas.

Las estructuras de Estado se construyeron. De manera desigual pero se construyeron. Por ejemplo, en temas de recaudación de impuestos se hizo mucho trabajo. Lo que a lo mejor se ha demostrado es que la vía de llegar a la independencia a través de las estructuras de Estado tal vez no era la más adecuada teniendo en cuenta la capacidad del Estado para frenarlas. Deriva de aceptar como vía correcta aquello que fue diseñado durante la Transición, de ley a ley pasando por la ley. Ese es el mercado mental y de aquí sale la ley de transitoriedad jurídica. 

Se ha demostrado que de ley a ley no se podía pasar.

No se ha podido por la respuesta violenta. En la Transición fue posible. Yo siempre le dije a Rajoy que solo hay dos vías: la negociación o la represión. Le decíamos que su respuesta autoritaria comportaba violencia institucional y física pero seguíamos confiando en que habría un diálogo. ¿Cuál ha sido nuestro pecado? ¿La ingenuidad? En el fondo nuestro pecado ha sido ser profundamente demócratas. Tarradellas vino sin que Suárez tuviese un resorte legal para hacerlo. Lo que hizo Suárez fue ilegal. Por lo tanto no es que no se pueda hacer si no que no están dispuestos a hacerlo. 

¿Cuando ustedes insisten en que el independentismo es muy demócrata se traslada la idea de que quien no es independentista es menos demócrata?

No. Los que no quieren la independencia niegan la existencia del problema. 

Pero hay partidos como el PSC o Catalunya En Comú que no niegan el problema. Lo que dicen es que la independencia no es la solución.

De acuerdo, pero ellos han sido capaces de plantear una alternativa. No lo han hecho por debilidad. En el PSOE en ningún momento ha existido la voluntad de desalojar al PP ni la de liderar una alternativa. Cada vez ha ido más a remolque del PP. El discurso constitucionalista, también el constitucionalista progresista arranca y encuentra la explicación de todo en la aprobación de las leyes de desconexión. A partir de aquí, según ellos, todo adquiere una deriva que no tiene ningún tipo de justificación tanto desde el punto de vista formal y democrático. Y esto nos lleva a asumir que estamos instalados desde entonces en una anomalía. Lo que es imperdonable por parte del constitucionalismo progresista es que no asuma que esta anomalía es producto de una anomalía anterior. 

¿Cuál?

La anomalía anterior es que, aunque duela sentimental y políticamente, en el siglo XXI hay una comunidad nacional, Catalunya, en el que una mayoría o bien no se siente española o bien quiere decidir su futuro a través de un referéndum. Y lo que no se puede hacer es resolver un problema del siglo XXI con instrumentos del siglo XX. Porque en el sistema español estos instrumentos son el inmovilismo constitucionalista o el autoritarismo. Es extraño que al menos no se acepte que no tiene un instrumento del siglo XXI para resolverlo.

Tal vez otra anomalía sea pensar que la vía unilateral funcionará.

No fue la que escogimos. Fue la vía a la que nos abocaron.

En todo caso fue la que ha acabado aplicándose.

Sí, la vía unilateral pero surgida de las urnas. Si existen dos legalidades, dos legitimidades y entran en conflicto hay que resolverlo. Si hubiésemos tenido un referéndum no hubiese sido necesario construir una legalidad paralela. Dijimos que no hacía falta reformar la Constitución para hacer el referéndum y nunca quisieron. El pecado de la unilateralidad no es un pecado mortal, es un pecado venial. Los campeones del referéndum pactado somos nosotros. Le recuerdo que lo hemos pedido 18 veces. Los responsables de esta anomalía son ellos. Lo que hubiese sido razonable es que hubiesen dejado hacer el referéndum, incluso para demostrar al mundo que hay una mayoría de catalanes que no quieren la independencia.

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