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Las imágenes de la devastación tras la dana que continúan en nuestra retina
El paso de la dana que hace un año acabó con la vida de 229 personas y arrasó la pronvincia de Valencia dejó su huella en pueblos y ciudades. También en la memoria colectiva de todo un país. elDiario.es ha vuelto a la 'zona cero' 12 meses después para comprobar cómo salen adelante los vecinos. Un año después, la zona cero no es solo un lugar físico: es un símbolo de fragilidad, pero también de resistencia.
La barrancada del 29-O abrió un debate sobre la planificación urbana, la gestión del riesgo climático y la capacidad de respuesta institucional, pero también detuvo para siempre la cotidianidad de de cientos de miles de personas que poco a poco intentan recuperar su rutina.
Un año después de la DANA, en imágenes
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Rafael Ramos, de Paiporta, fue hasta hace unas semanas presidente de la asociación de padres y madres Interampa: “Por ejemplo, tenemos un colegio que lo han metido en barracones en el patio de otro colegio y siguen obras y arreglos en muchos centros con los alumnos dentro”
Vanesa, periodista de À Punt, vió como la barrancada se llevó la planta baja de su casa en Picanya: “De puertas para adentro hemos vuelto a la vida normal, pero de puertas hacia afuera la recuperación va muy lenta”.
Miguel y su sobrina Sandra regentan una inmobiliaria en la plaza de Fumeral, de Catarroja. El barro llenó el local hasta más de dos metros de altura. En la reforma pidieron que se pintara en el muro dónde llegó el barro. Una ola que rompió de pronto los cristales y les empujó hacia dentro del local, una ratonera de la que consiguieron salir a nado junto a dos clientes, una de las cuales no sabía nadar “y casi nos ahogamos todos”.
Hoy su negocio va mejor que antes de la dana. “La gente busca lo que sea, primeros y bajos también, no les importa, porque está la cosa muy difícil. Estamos alquilando pisos de 80 ó 100 metros en Catarroja por 1.100 euros”.
El nombre del centro comercial Bonaire, en Aldaia, resonó como uno de los escenarios más trágicos de la catástrofe después de que en las redes sociales circularan mensajes que hablaban, sin pruebas, de la existencia de cientos o miles de muertos con el objetivo de generar miedo y caos. Luego se demostró que fue un bulo. La actuación de los guardias de seguridad impidiendo que la gente bajara la parking subterráno fue clave para evitar decenas de muertes.
La zona cero de la riada estuvo semanas varada y sin vehículos: todos ellos convertidos chatarra, arrasados por el agua. Fueron en total 137.600, según datos de la Conselleria de Industria. Es el número aproximado de coches contabilizados en total en la ciudad de Bilbao. Un año después, todavía quedan cientos de vehículos por gestionar.
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