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PP y Ciudadanos aceptan revisar su programa de Gobierno en Andalucía para encajar las propuestas de Vox

Marín: Ciudadanos ha firmado un acuerdo con el PP al que se ha sumado Vox

Daniel Cela

Andalucía ha abierto este jueves un cambio de ciclo político que entierra 36 años y medio de gobiernos socialistas. Será la última comunidad de España que inaugure la alternancia política en el Ejecutivo, y ha sido la primera en abrir la puerta de una institución autonómica a la extrema derecha. PP, Ciudadanos y Vox abanderan ese cambio “histórico”, que tiene dos paradas: la primera es el control de la Mesa del Parlamento, que han consumado con éxito este jueves; y la segunda será la formación de un Gobierno de coalición tras las navidades.

Esta segunda fase ya cuenta con una hoja de ruta programática de 90 medidas pactadas por PP y Ciudadanos, sobre lucha contra la corrupción, rebajas fiscales y reformas de las políticas públicas. Pero siguen dependiendo de Vox para consumar ese “Gobierno de cambio”, y la formación de extrema derecha ha exigido tener un papel “mayor y activo en la mesa de negociación”, y renegociar ese acuerdo desde el principio. “Las negociaciones de Gobierno con PP y Cs empiezan hoy. Negociaremos punto por punto. No nos sentimos obligados para nada con lo que ya hayan pactado estas dos formaciones políticas”, advirtió el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, a las puertas del Parlamento andaluz. PP y Ciudadanos, conscientes de que no tienen garantizada la mayoría para formar Gobierno, están abiertos a incluir “propuestas nuevas”, pero “no a quitar las que ya están pactadas”. En ningún caso, dicen, se modificará el programa ya pactado antes de que se constituya el Ejecutivo.

La sesión inaugural de la undécima legislatura fue bronca por el cabreo de una izquierda que se vio por primera vez ninguneada, en el caso del PSOE, y marginada, en el caso de Adelante Andalucía. Pero todas las palabras gruesas que en los días previos habían cruzado Santiago Abascal, líder de Vox, y Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, no torcieron un guión escrito para que los conservadores se hicieran con el control de la Cámara. El órgano de gobierno del Parlamento no representa la pluralidad del hemiciclo, como establece el artículo 36 del reglamento, aunque éste quedó inhabilitado por dos sentencias del Tribunal Constitucional en la pasada legislatura. Así lo trató de explicar el letrado mayor de la Cámara a un alterado Antonio Maíllo, líder de IU, que denunció un fraude de ley porque Adelante Andalucía se había quedado sin representante en la Mesa.

Las derechas ocupan cinco sillones en el órgano de decisión de la Cámara frente a los dos del PSOE. Esta primera victoria de PP, Cs y Vox es de suma importancia. La diputada almeriense de Ciudadanos, Marta Bosquet, ostenta la presidencia del Parlamento, y eso permite a los conservadores controlar el reloj de la undécima legislatura, agilizar las leyes y medidas que más les importan (siempre con el escenario de las generales de fondo), postergar los debates más incómodos que plantee la oposición, y evitar sobresaltos.

A pesar de todo, el mandato no está exento de brusquedades y de riesgo de inestabilidad, como lo demostró la vespertina bronca de la sesión inaugural a cuenta de la toma de posesión de sus señorías. Los diputados de Adelante Andalucía prometieron sus cargos con reivindicaciones sociales, y los diputados de Vox respondieron jurando “por España”. Aceptar el escaño ya implica el acatamiento de la Constitución y del Estatuto de Autonomía, aunque saltarse el juramento protocolario de los 109 diputados para agilizar la sesión fue entendido por la bancada de Teresa Rodríguez y de Maíllo como una afrenta al Estado autonómico del que Vox es un claro detractor.

Se inicia ahora una legislatura con un Parlamento atomizado de cinco formaciones y un reparto de poder muy equilibrado: la diferencia entre el primero (PSOE) y el segundo (PP) es de siete diputados; entre el segundo y el tercero (Cs) de cuatro escaños; entre el tercero y el cuarto (Adelante Andalucía) de otros cuatro diputados; y entre el cuarto y el quinto partido (Vox) de cinco diputados. Esta horizontalidad obliga, por fuerza, al diálogo y a la negociación entre adversarios, pero desde el principio se ha impuesto una política de bloques -derechas frente a izquierdas-, que hace difícil imaginar una legislatura estable. La primera sesión demostró, además, que la presencia de Vox incomoda y altera sobremanera a todos los partidos del hemiciclo, excepto al PP. Será un mandato donde habrá, previsiblemente, un Gobierno de coalición en minoría (PP-Ciudadanos), cuya agenda política estará marcada muy de cerca por Vox, el partido que tiene la llave de la estabilidad o del caos en este nuevo ciclo político.

La investidura de Díaz y de Moreno

PP, Ciudadanos y Vox han llegado juntos y con éxito a la primera parada, haciéndose con el control del Parlamento. Ahora Bosquet iniciará una ronda de contactos con los candidatos a la investidura de la presidencia de la Junta de Andalucía: la socialista Susana Díaz, que aún defiende su legitimidad para postularse a la reelección; y el popular Juanma Moreno, que cuenta de antemano con el apoyo de Ciudadanos. Los socios conservadores han pactado un programa de Gobierno de 90 medidas y un reparto al 50% de las consejerías del futuro gabinete. El líder andaluz de la formación naranja, Juan Marín, también ha renunciado a presidir la Junta en favor de Moreno. Pero siguen teniendo 47 diputados y siguen necesitando el apoyo explícito de la extrema derecha.

Vox fue la clave de bóveda en la sesión constitutiva del Parlamento andaluz y volverá a serlo en el próximo debate de investidura. Sólo que esta vez, avisa Abascal, no aguantarán “extrañas piruetas” de PP y Ciudadanos, es decir, no negociarán entre bambalinas ni se esconderán para que la “derechita cobarde” se sienta más cómoda, dice el dirigente nacional en referencia al partido de Rivera. El presidente de Ciudadanos fue el gran ausente, pero también el más aludido en la apertura de la undécima legislatura andaluza. Mientras Marín repetía por los pasillos que su acuerdo era “exclusivo” con el PP y que no tenía “ningún pacto con Vox”; el secretario general de Vox explicaba justo lo contrario dos metros más allá. “PP y Ciudadanos nos han pedido oficialmente que les apoyemos”, advierte Ortega.

Vox quiere estar en la foto de la investidura de Moreno Bonilla y quiere revisar el acuerdo programático pactado por PP y Ciudadanos, para añadir o quitar medidas de las 90 consensuadas por sus socios. La extrema derecha no va a apoyar un Gobierno andaluz en el que no pueda condicionar, una a una, cada ley, cada programa y cada medida que pase por el Parlamento. PP y Ciudadanos han creado una mesa de seguimiento que se reunirá cada tres meses para comprobar si las medidas del pacto se están cumpliendo al ritmo previsto, y habrá que ver si Vox pide estar en esa mesa. La formación naranja se va a pasar la legislatura negando cualquier compromiso con la extrema derecha, pero tanto PSOE como Adelante Andalucía han puesto el foco desde el principio en la figura de Albert Rivera.

En la primavera de 2019 hay elecciones municipales, autonómicas y europeas, y la izquierda va ejercitarse muchísimo para denunciar que el tripartito de la derecha y la extrema derecha en Andalucía tendrá réplica en los ayuntamientos, en las comunidades vecinas y en Bruselas. Susana Díaz, que el jueves sintió la terrible soledad del ganador de las elecciones del 2 de diciembre, ha empezado ya a confrontar dos fotos: la de Rivera con sus “socios” liberales europeos, abanderados por el presidente de Francia, Emmanuel Macron; y la que Abascal se hará pronto con los líderes euroescépticos, ultraconservadores y xenófobos, como el italiano Matteo Salvini o la francesa Marine Le Pen. “Rivera ha dejado entrar a la ultraderecha en Andalucía, es un aliado de Salvini y de Le Pen, se ha quitado la careta de liberal moderado”, sostienen los socialistas andaluces.

El programa de gobierno pactado por PP y Ciudadanos en Andalucía choca frontalmente con las tesis políticas más difundidas del programa de Vox, como el rechazo al Estado de las Autonomías y contra las leyes de igualdad y lucha contra la violencia de género. El líder andaluz de Vox, el juez Francisco Serrano, ha insistido en que para garantizarse la investidura, PP y Ciudadanos deben negociar con su formación cada punto del acuerdo, porque su pretensión es introducir sus propias propuestas. El documento pactado por Moreno y Marín incluye una defensa explícita del Estado de las autonomías, y Serrano ha admitido que, de momento, no se cuestionará ese punto ni se planteará en este mandato la devolución de las competencias de Educación y Sanidad al Gobierno central, como habían anunciado en la campaña electoral. “No estamos de acuerdo con el Estado de las autonomías, pero somos coherentes y racionales a la hora de pedir planteamientos que pueden ser a más largo plazo. Sabemos que para reformarlo hacen falta mayorías reforzadas”, ha dicho el juez y diputado en los pasillos de la Cámara. Serrano ha aclarado que los 12 diputados de Vox “acatan la Constitución y el Estatuto andaluz”. “No pedimos cambios para destruir, sino para mejorar la Constitución. Y si en ese cambio podemos replantearnos el Estado de las autonomías lo haremos, pero siempre dentro de lo que permiten los Estatutos y la propia Constitución. Las cosas no se conquistan al asalto, sino desde dentro”, ha dicho.

El líder del PP andaluz ya ha adelantado su disponibilidad a renegociar aspectos del acuerdo de Gobierno con Vox para allanar así su investidura a mediados de enero. El líder andaluz de Ciudadanos, en cambio, ha sido menos explícito al respecto. Marín no se ha negado a alcanzar acuerdos con otras formaciones “a lo largo de la legislatura”, pero no desde el principio y en el marco del pacto “cerrado” con el PP. “Una cosa es que nosotros nos pongamos de acuerdo en lo que queremos hacer ya, y otra, que a lo largo de la legislatura puedan incorporarse nuevas medidas y propuestas”, advierte.

La formación naranja se ha hecho con la presidencia del Parlamento gracias al apoyo de populares y de Vox. Pero ahora inicia una difícil andadura en la que, día tras día, será señalado como aliado de la extrema derecha, porque cada decisión que adopte, cada medida que quiera ejecutar, necesitará pactarla con el partido de Abascal. Una derecha fragmentada en tres partidos ha descabalgado del poder al PSOE después de 36 años y medios. Pero esos tres partidos siguen compitiendo entre sí por el mismo espacio político, y el largo ciclo electoral que se avecina pondrá a prueba la resistencia del primer pacto de Gobierno en Andalucía.

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