Carlos Esteban: “No creemos en posiciones que mantienen que la juventud es revolucionaria por naturaleza”
Nacido en Huelva, Carlos Esteban tiene 25 años y es el secretario político de la Unión de Juventudes Comunistas Españolas (UJCE) en Andalucía, elegido por unanimidad en 2012. Empezó Sociología en la Universidad de Granada y la acabó en la Universidad Central de Venezuela (Caracas), donde pudo seguir de cerca el proceso bolivariano. Su interés por la política empezó mucho antes. Con 15 años militaba en el movimiento estudiantil en Huelva, y continuó en Granada, especialmente en el movimiento contra el Plan Bolonia, donde se convirtió en una de sus caras visibles (fue ponente en un debate contra el rector de la Universidad). Tiene su propio blog.
Describa brevemente cómo funciona la organización.
Somos una organización autónoma en lo político e independiente en lo organizativo, pero manteniendo siempre la cohesión y la unidad estratégica con nuestro partido. También somos una de las organizaciones pertenecientes a IU Andalucía, al mismo nivel que el PCA, la CUT o Izquierda Abierta. Nuestra militancia está compuesta por jóvenes de entre 14 y 30 años, pero a diferencia de otras organizaciones políticas juveniles, no basta con rellenar una ficha y pagar una cuota mensual. Siempre hemos dicho que somos una organización de militantes y no de afiliados: implica ser un activista social comprometido con la participación directa y constante en los diferentes frentes de lucha, ya sea el estudiantil, el obrero o el vecinal.
UJCE se opuso a un pacto con el PSOE-A para el Gobierno de Andalucía, ¿cómo lo viven ahora?
Entendíamos que podría resultar muy contraproducente entrar en un gobierno que tenía que gestionar unos recortes que le imponían desde el Gobierno central, y más desde una posición tan minoritaria con respecto al PSOE dentro del mismo. Sin embargo, IU realizó un referéndum entre toda su militancia, y ésta decidió democráticamente y de forma mayoritaria que quería entrar a formar parte del gobierno. Ante esta situación, aceptamos la posición tomada y decidimos ayudar de la mejor manera posible.
¿Cómo valoran su evolución?
IU está haciendo una gran labor, teniendo en cuenta la mala situación de partida. La lucha contra la corrupción o la investigación parlamentaria sobre los ERE son una prueba de ello. Por otro lado, las mejores medidas que están desarrollándose tienen la marca de IU, como es el caso de la Ley de Función Social de la Vivienda. También está siendo una experiencia práctica. Los errores y aciertos cometidos en esta etapa son una experiencia para una fuerza política que aspira a gobernar este país más pronto que tarde.
¿Cuál cree que son los puntos débiles de este pacto?
Creo que fallamos en comunicación. IU es perfectamente consciente de que resulta prácticamente imposible aplicar nuestro programa en una institución que está siendo constantemente recortada desde Madrid. Por lo tanto, ¿para que entró IU en el gobierno? Para demostrar que las políticas de la mal llamada austeridad no son las únicas posibles. El poco poder que conseguimos lo usamos para defender a las familias de los abusos de la banca, al pequeño comerciante frente a las multinacionales… Esto es algo que ya se está haciendo, y sin embargo, la mayoría de ciudadanía no parece ser consciente.
Los jóvenes están siendo el motor en las movilizaciones ciudadanas por la crisis ¿Cómo lo ve?
Es así principalmente porque la juventud ha sido la principal afectada. No creemos en posiciones que mantienen que la juventud es revolucionaria por naturaleza. Nos hemos encontrado con la precariedad más absoluta, la falta de trabajo y vivienda, los recortes, la represión, la corrupción de un régimen que no vimos nacer y que consideramos ilegítimo, al tratarse de una transición tutelada desde las filas del franquismo. Con nosotros ya no funciona el miedo a otra guerra civil para hacernos tragar todo lo que nos echen, ni tampoco nos creemos los cuentos de la “modélica transición” y el bondadoso monarca que llegó de Roma con la democracia bajo el brazo.
¿De qué manera se puede aprovechar este impulso a la hora de dar el salto y concurrir a unas elecciones?
El objetivo no es dejar de ser un movimiento de protesta para cambiar las cosas desde el poder, sino seguir siendo un movimiento de transformación social, que además logre hacerse con el poder. Hacer que las instituciones sean herramientas para que la ciudadanía pueda cambiar las cosas, y que el vínculo entre la calle y un futuro gobierno de carácter transformador debe ser estrecho y no romperse nunca.
Se habla mucho de desafección de la ciudadanía de la política, ¿cómo ve este problema entre los jóvenes?
Creo que la juventud siente desafección por este régimen, pero no por la política. Es más, desde la aparición del 15-M, el interés por la política de la juventud ha ido en aumento. Otra cosa es que no se sientan muy identificados con los partidos, o que no confíen en las instituciones actuales como para buscar una mayor participación en las mismas. Pero es evidente que el debate político en un sentido amplio, está ahora más presente que nunca entre la juventud.
¿Qué cree, pues, que tienen que decir los jóvenes a la hora de intentar esta reconciliación con las instituciones?
Creo que el verdadero daño a la democracia sería precisamente reconciliar a la juventud con unas instituciones profundamente antidemocráticas, como son las que tenemos en esta monarquía anacrónica. El reto está en ver si somos capaces de transformar la indignación reinante en estos momentos en ilusión por un nuevo proyecto de democracia. En definitiva, un nuevo proyecto de país en el que seamos los trabajadores los que decidamos nuestro futuro. Lejos de ver la desafección por la institucionalidad vigente como un peligro para la democracia, es una oportunidad para construir una verdadera democracia.