Vox endurece su acoso contra Cs para forzar la ruptura con el PP y precipitar el adelanto electoral en Andalucía
Desde el primer día de legislatura, hace ya dos años, las sesiones de control al Gobierno de Andalucía en el Parlamento han sido relativamente cómodas para el presidente Juan Manuel Moreno Bonilla. Durante el primer tramo, y aún hoy, las preguntas que lanzaba la líder de la oposición y ex presidenta de la Junta, Susana Díaz, a su sucesor se le volvían en contra en forma de “herencia recibida” o “y tú más”. Después de casi 37 años en el poder, los socialistas no terminan de encontrar la tecla para hacer una oposición que erosione a un Gobierno en minoría y con aparentes debilidades: una coalición de PP y Cs sustentada desde fuera por Vox, que impuso debates ultraconservadores que venían a romper ciertos consensos parlamentarios (en materia de igualdad de género, violencia machista o memoria histórica).
Hay cinco grupos en la Cámara y los tres que sostienen al Ejecutivo -a veces también, y con más saña, la coalición de izquierdas que encabezaba Teresa Rodríguez- dedicaban más tiempo a atizar a la líder de la oposición que a controlar al presidente andaluz. Ese formato, que aún perdura dos años después, apenas ha arrugado el traje institucional de Moreno Bonilla, afianzado en su perfil moderado, y disparado en las encuestas de intención de voto. La marca personal del líder andaluz del PP cotiza hoy muy por encima de la de su partido, encharcado en litigios judiciales por corrupción.
“Andalucía es una isla dentro de la política española”, dicen sus gobernantes para desmarcarse de las guerras fratricidas que PP y Cs libran en el resto de España, y Moreno Bonilla es otra isla dentro de un PP inclinado a radicalizarse para frenar el avance de Vox. “Su discurso moderado puede fallar en un ambiente tan polarizado como el de Madrid”, dicen en su entorno, ante la pregunta de si el presidente andaluz hará campaña por su compañera Isabel Díaz Ayuso en las elecciones del 4 de mayo. Su equipo se lo desaconseja, no sólo porque el perfil de la presidenta madrileña está en las antípodas de su homólogo andaluz, sino porque Madrid afronta unos comicios “en clave nacional”, con un PP inclinado a fulminar a Cs, el leal socio andaluz, y predispuesto a estrechar lazos con la ultraderecha.
En el ecuador de la legislatura, y “aislados del terremoto político” que rodea a Andalucía, la sesión de control al presidente este jueves ha adoptado una nueva dinámica que amenaza con prolongarse hasta final del mandato, si acaso no termina por precipitar el adelanto electoral. Se trata del distanciamiento táctico de Vox respecto al Gobierno al que ha prestado apoyo y estabilidad con tres presupuestos autonómicos aprobados. El partido de Santiago Abascal lleva tres plenos consecutivos hablando de elecciones anticipadas y hostigando duramente a Ciudadanos, la parte más debilitada del Ejecutivo, para forzar su ruptura con el PP y ocupar su lugar como “socio preferente”.
“Su socio es inestable y no es de fiar, probablemente nunca lo ha sido”, le ha espetado al presidente el portavoz de Vox en la Cámara, Alejandro Hernández, recordando la moción de censura en Murcia y el adelanto electoral en Madrid. Hernández ha revelado una conversación personal con Moreno Bonilla en la que éste le aseguró que sólo barajaría convocar las urnas “si perdía el apoyo de Vox o por una ruptura con Cs”. Los ultraderechistas ya no reclaman el adelanto electoral, como hicieron hace dos semanas, pero se lo recomiendan a Moreno, advirtiéndole de la tambaleante situación política de sus socios.
Esta vez, Hernández ha ido más allá y ha acusado a un miembro del Consejo de Gobierno de negociar “con Ferraz y con Moncloa” una moción de censura para tumbar a Moreno y recolocar en el Palacio de San Temo a Susana Díaz. La señalada, una vez más, es la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, cabeza visible del sector crítico de Cs, predispuesta a disputarle el liderazgo y la candidatura a su jefe, el vicepresidente andaluz, Juan Marín. El presidente ha obviado con comodidad los 'idus de marzo' que le cantaban sus aliados de Vox: “Los ciudadanos no quieren elecciones, quieren vacunas”, le ha respondido, apretándose el cinturón de líder institucional que no aparta la vista de “la pandemia y los problemas de los andaluces”.
La sesión de control ha continuado, con el presidente andaluz reclinado en su escaño, viendo cómo sus dos socios confrontaban uno con el otro. En su turno de palabra, el portavoz parlamentario de Cs, Sergio Romero, daba la espalda a Moreno para responder a las acusaciones lanzadas por el dirigente de Vox y defender su terreno: “Uno de sus diputados se ha ido a su casa imputado por corrupción con dos millones de euros”, dijo, en referencia al ex líder ultraderechista, Francisco Serrano, investigado por un supuesto fraude de fondos públicos. “Una ex compañera se sienta a su lado representando a Falange”, advirtió en relación a la ex parlamentaria expulsada por Vox, Luz Belinda Rodríguez. “Un poco de humildad. En Cs no solamente somos valientes sino íntegros y cumplimos con nuestra palabra, que nadie se preocupe de la estabilidad de nuestra tierra”, zanjó Romero.
De tanto mencionar la palabra estabilidad, piedra de toque del Gobierno andaluz, sus señorías acaban desgastando la idea y en los pasillos del Parlamento el presidente se topa con un tumulto de periodistas que insiste en preguntarle por un adelanto electoral. Acaba de publicarse un sondeo de GAD3, con 3.000 entrevistas, que coloca al PP andaluz al borde de la mayoría absoluta, a costa de la extinción de Ciudadanos, que pasaría de 21 diputados a cuatro. “Ante la falta de referentes para los votantes de Cs, lo más parecido a Cs en Andalucía es Juanma Moreno”, advierte una fuente próxima al presidente, muy consciente de que habla de “Juanma Moreno”, no del PP.
Pero el partido naranja no es el único que catapulta las expectativas del presidente andaluz. La misma encuesta señala un inédito trasvase de votos del PSOE al PP, “por primera vez en diez años”. En los tracking o encuestas mensuales que realiza el PP andaluz, la tendencia es la misma. Los hombres del presidente analizan los microdatos que les dicen “cómo está Moreno entre los votantes de Cs y los de Vox”. La cosa promete. La primera semana de abril se publicará el nuevo barómetro del Centra -la encuesta de intención de voto que sufraga la Junta- que apunta en la misma línea. Con estos augurios, ¿no es lógico pensar que el gran beneficiado de los sondeos rompa la baraja y convoque elecciones antes de que termine el año?
Algunas fuentes sostienen que después de las madrileñas, si se confirma la desaparición de Cs de la Asamblea autonómica. Moreno dice que no. Que mientras el Parlamento siga aprobando sus leyes y sus decretos, no hay razón para convocar. 24 horas antes, la Cámara ha tumbado una enmienda a la totalidad de Vox contra la Ley de Infancia del Gobierno, gracias al apoyo de la oposición de izquierdas. La aritmética parlamentaria se conjura a favor del presidente andaluz. Además el PSOE está “desorientado”, su secretaria general, Susana Díaz, está “de gira” por los pueblos de Andalucía para tratar de retener su puesto y llegar a las elecciones, y a la izquierda de los socialistas hay un gazpacho de siglas litigando entre sí. La encuesta de GAD3 otorga a Podemos, IU y su escisión anticapitalista menos de la mitad de los diputados que lograron juntos en 2018, cuando eran una coalición fresca y prometedora (Adelante Andalucía, 17 escaños).
Dice el presidente andaluz que estos sondeos, tan entusiastas, en realidad no son propicios para convocar elecciones, porque desmovilizan al electorado de derechas. “Los votantes de derechas no tienen el mismo nivel de compromiso que los de izquierdas, si ven una encuesta que da por descontado la victoria a su partido, se relajan. Los votantes del PP tienen segunda residencia y se van a la playa si se ven victoriosos”, apunta uno de los hombres del presidente.
Moreno Bonilla y Juan Marín acaban de firmar una addenda a su acuerdo de Gobierno comprometiéndose a agotar el mandato, hasta finales de 2022. La fecha en el calendario es el domingo 28 de noviembre. Los dos líderes andaluces también se han comprometido por escrito a desmarcarse de la guerra fratricida de sus direcciones nacionales: el PP andaluz ni fomentará ni aceptará tránsfugas de sus socios, como ha pedido el secretario general nacional, Teodoro García Egea. “Andalucía es una isla”. Una isla con muchos náufragos en las encuestas de intención de voto, y en la que se ha instalado en el debate político la idea de un adelanto electoral.
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