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“Hay un hermetismo oficial absoluto en torno al subfluvial de Santoña”

Vista panorámica de Santoña. | Turismo Santoña

Rubén Alonso

“Hay un hermetismo oficial absoluto y los vecinos están en un sinvivir”. Así resume el arquitecto Manolo Solana la situación actual en torno a las obras del subfluvial Laredo-Santoña que, tal y como ha denunciado esta semana la Agrupación de Electores Santoñeses, llevan un año paralizadas. “El futuro es incierto y nadie dice nada”, recalca este profesional residente en Santoña y que conoce de primera mano todo el proceso que ha desembocado en este escenario.

Asegura a este medio que, como consecuencia de que la tuneladora que está construyendo el túnel por debajo de la bahía se encuentra atrapada, hay “un gasto permanente diario de mantenimiento de varios miles de euros”. Lo peor, según señala, es que “la bahía sigue contaminada”. Se trata de una obra prioritaria y de interés general que se encuentra parada y sobre la que hay “una falta de transparencia total”. “Cuando alguien dice algo se le tacha de demagogo”, apunta sobre la respuesta del alcalde al concejal de Santoñeses.

Por todo ello, los vecinos, cuyas residencias se encuentran a 20-30 metros del pozo de bombeo en el que se están llevando a cabo los trabajos, “están alarmados”. Este pozo se localiza en pleno centro del municipio y son más de 100 viviendas las que se encuentran cerca de él. Sus habitantes sufren molestias por las obras y, además, en caso de que finalicen y de que el pozo comience a funcionar, podrían padecer también “ruidos, vibraciones e incluso olores”, tal y como detalla este arquitecto. “Les afecta a su patrimonio y a su forma de vivir para toda la vida”, señala.

Tal y como explica Solana, las obras no se han paralizado por las presiones de los vecinos, sino porque cuando la tuneladora ha comenzado los trabajos se ha encontrado con “arenas y lodos, no solo con roca, lo que se conoce como una formación kárstica”. Relata que los ingenieros “solo hicieron dos sondeos” para inspeccionar el terreno, de los que dilucidaron que solo había roca. Así pues, “cuando la máquina ha llegado al fango no puede trabajar y está parada”, apunta el arquitecto, haciendo hincapié en “la imprevisión de los ingenieros en sus sondeos”.

Además, también existe otra teoría no oficial, según expone Solana, en la que la UTE encargada de la obra afirma que se les han disparado los costes, por lo que “la paralizan para revisar todo el proyecto”. “Probablemente las dos sean ciertas”, opina el arquitecto, señalando que la empresa “aprovecha las dificultades que tiene sobre el terreno para presionar al Estado y obtener más beneficio”.

Más de 260 millones

El saneamiento de las Marismas de Santoña está cofinanciado por el Consejo de Europa, por el Gobierno central y por el Ejecutivo cántabro con un presupuesto inicial de 60 millones. A día de hoy, según expone Solana ha supuesto más de 260 millones y “aún no se sabe cuánto más costará”.

La obra tiene su origen hace más de 20 años cuando Europa impuso una multa al Reino de España por el retraso en el saneamiento. Así pues, en 2003 se aprobó el proyecto tras analizarse 16 soluciones propuestas por la Universidad de Cantabria.

El Ayuntamiento de Santoña -en el que Solana era concejal por el PRC- recurrió al Contencioso Administrativo la solución escogida alegando “concentración desmedida de riesgos” para el pueblo y “carestía innecesaria de las obras”, pero el equipo de Gobierno de aquel entonces, con mayoría absoluta socialista, “retiró unilateralmente el recurso” puesto que el consejero de Medio Ambiente era de ese mismo partido, tal y como recuerda el exedil.

Por aquel entonces, no existían las viviendas que hay actualmente y, según señala Solana, hay un formulario enviado al Ministerio en el que se precisa ese dato. No obstante, los trabajos tardaron cinco años en arrancar y durante ese periodo de tiempo se construyeron y habitaron. A partir de ahí, los vecinos se alzaron en protestas y recurrieron al Defensor del Pueblo quien “les dio la razón parcialmente”.

“Si el Ayuntamiento no hubiese retirado el recurso a lo mejor no estaríamos hablando de toda esta chapuza”, asegura Solana. Pone de manifiesto la existencia de otras alternativas como “llevar el proyecto por tierra firme”, pero para ello hace falta conocer los costes del mismo.

“Está situación me indigna como ciudadano porque hay un dinero público que no se sabe cómo se está gastando aquí”, concluye Solana, señalando “como responsables” de ello, a su juicio, a sus excompañeros de partido y al actual presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.

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