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No solo escaños: amplia mayoría social de progreso en España

Borja Ribera

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Nada más conocerse los resultados de las pasadas elecciones generales, la prensa conservadora madrileña se apresuraba en lanzar un mensaje: si las tres derechas hubiesen concurrido unidas, probablemente hubieran alcanzado la mayoría absoluta. No se quejaban de que la ley electoral fuese injusta, más bien se lamentaban de que una ley electoral injusta no hubiera beneficiado a las fuerzas conservadoras. Con este mensaje pretendían además distorsionar una verdad evidente: que una holgada mayoría había rechazado en las urnas el proyecto involucionista de las derechas españolas, y que además lo había hecho con una movilización masiva. La participación en estas últimas elecciones –cerca del 76%- ha sido la más alta desde 1996, superando incluso, por unas décimas, la de las elecciones que siguieron a la masacre islamista del 11 de marzo de 2004 en Madrid. En tiempos de desafección política, se trata de una cifra histórica.

Tomando como referencia los resultados de las elecciones de junio de 2016, los tres partidos de derechas -junto a sus aliados navarros- se han dejado por el camino casi tres puntos porcentuales. Si en 2016 sumaron el 46,1% de los votos, en 2019 han bajado hasta el 43’2%. La espectacular irrupción de Vox -que ha pasado del 0,2 al 10,3%- no ha servido para compensar la caída. La izquierda, por su parte, ni siquiera ha necesitado los votos de los nacionalistas vascos y catalanes para imponerse. La suma de los votos obtenidos por PSOE, Unidas Podemos y sus aliados valencianos de Compromís ha alcanzado el 43,6%. Si añadimos también los sufragios del Partido Regionalista de Cantabria –que gobierna en coalición con el PSOE en esa comunidad autónoma- la izquierda española y sus aliados se han quedado muy cerca del 44%. Así pues, el bloque progresista –sin nacionalistas catalanes y vascos- ha superado en algo más de medio punto a la suma de las tres derechas, lo que supone unos 150.000 votos de ventaja. No obstante, esta diferencia es mucho mayor en escaños: el bloque progresista –contando al PRC- logra 167 escaños, mientras que el conservador alcanza tan solo 149. Esto se debe a que el sistema electoral ha resultado muy beneficioso para el PSOE, al situarse este partido como el más votado con 12 puntos de ventaja respecto al segundo. En 2011, por ejemplo, el PP obtuvo 186 diputados –el 53,1% del total- con el 44,6% de los votos, gracias, sobre todo, a que superó en 16 puntos al PSOE. Entonces, claro, la prensa madrileña calló.

Por lo demás, la estrategia de crispación de la derecha -reflejada en aquella manifestación de la plaza Colón de Madrid que reunió en la misma fotografía a Casado, Rivera y Abascal- la ha dejado aislada, prácticamente sin ningún aliado potencial. De hecho, a día de hoy, la única fuerza parlamentaria susceptible de suscribir sus posiciones –y no todas- es Coalición Canaria. No es exagerado afirmar, por lo tanto, que casi todos los votos que no han ido para la derecha, han ido contra ella. De este modo, el amplio bloque que apoyó la moción de censura de Pedro Sánchez en 2018 ha visto incrementados sus apoyos en más de un punto y medio: del 50,4 al 52%. Si la moción de censura estuvo respaldada por 180 diputados, las fuerzas que la apoyaron suman ahora 198, a los que cabría añadir el diputado del PRC. Así, el bloque de la moción de censura –más el PRC- alcanza 199 diputados que representan al 52% de los votantes, mientras que el bloque conservador se queda en 149 escaños en representación del 43,2%. En medio se encuentra Coalición Canaria –que se abstuvo en la moción- con dos diputados.

Pero este análisis estaría incompleto sin tener en cuenta los votos obtenidos por los partidos que han quedado sin representación parlamentaria. La inmensa mayoría de las candidaturas que no han entrado en el Congreso –PACMA, Front Republicà, BNG, etc.- están inclinadas de manera más o menos clara hacia la izquierda, por lo que en realidad los electores que se han movilizado contra el proyecto de las derechas superan el 55%. Si PP, Ciudadanos, Vox, los conservadores navarros y algún otro pequeño partido de derechas han sumado aproximadamente 11,3 millones de votos, todos los que de un modo u otro se oponen a sus planteamientos básicos han superado holgadamente los 14 millones. Así pues, lo que de verdad lamentaba la prensa madrileña es que las derechas no hubieran ideado una fórmula que permitiera a sus 11,3 millones de votantes imponerse sobre los más de 14 que se decantaron por opciones progresistas. Demócratas de toda la vida, ya se sabe.

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