Eclipsar

Utilizamos con frecuencia el verbo eclipsar, un verbo cósmico, para evidenciar que un suceso tapa a otro, lo oculta. Una especie de argumento simplista, muy gráfico, que trata de convencernos sin razonamiento alguno, solo con un verbo. Está de moda el simplismo como mensaje directo. Arriba las consignas, abajo la razón.

La corruptela que ha explotado en nuestras narices estos días, vergonzosa e injustificable si es cierta, eclipsa cualquier recorrido del gobierno, dicen, y es causa evidente de catástrofe, descalificación generalizada y elecciones anticipadas, dicen.

Perdonen mi inocencia, pero no creo que ese pecado grave, eclipse nada, la verdad. Sin duda merece toda la investigación y todo el castigo, y que la ley se cumpla, como también requiere que se amplíen las medidas para obstaculizar los circuitos de la corrupción. Pero no eclipsa una labor del gobierno de coalición plagada de medidas sociales que han mejorado la vida de la ciudadanía. Eso sigue ahí, a la vista. No hay eclipse alguno, aunque lo intenten subrayar los perversos, esos que no predican con el ejemplo porque no encuentran ejemplo alguno a mano con el que argumentar. Sus ejemplos los conocemos, y son bochornosos.

La corrupción es una mancha, una mancha de cerezas que cuesta eliminar, que nos recuerda que comieron del fruto prohibido, es verdad, pero no eclipsa nada. La mancha está, hay que limpiarla con profundidad, pero el trabajo por el bienestar de la ciudadanía permanece.

Y quien se rasga las vestiduras desde la oposición voraz, no se mira en el espejo para ver que su propio traje está hecho jirones y su hoja de ruta no solo tiene manchas, sino además un legado de agresiones a la vida colectiva, y de privilegios para los más poderosos. Esa es una miopía intencionada que no hay lentes que la salven. Como ejercicio, podemos buscar las siete diferencias entre la imagen de favorecer el clonado de ordenadores, para que la ley actúe, con la de romperlos a martillazos, antes de que la ley actúe.

Con algo más. Los éxitos de este gobierno coaligado, éxitos reconocidos por expertos imparciales, no son consecuencia de la corrupción, no se deducen del abuso de algunos ni de su enriquecimiento escandaloso. Son fruto de una política compartida que mira hacia la mayoría social. La corrupción, siempre deleznable, no cuestiona todo, no anula políticas imprescindibles, no vacía los contenidos sociales. Requiere una condena ejemplar, medidas correctoras, cordones sanitarios, rectificaciones y garantías, pero requiere también seguir insistiendo en la senda del progreso. Hay que cambiar la organización, pero hay que mantener y reforzar los objetivos. Y seguir.

Cuando se produce un eclipse solar, hay un apagón. La oscuridad enturbia las miradas y tal vez afloran las dudas, pero el sol sigue existiendo, no desaparece, y vuelve a darnos vida. Lo sabemos.