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CV Opinión cintillo

Periodismo. Contar la verdad. ¿Jugarse la vida? ¿Ser encarcelado?

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Sí, y en no pocas partes.

Allí donde el periodismo quiere dar voz a quien carece de posibilidades de revelar violaciones de derechos humanos puede significar jugarse la vida. Y en los países considerados democráticos ser cancelado/a profesional y/o civilmente, es decir ser boicoteado/a mediante críticas masivas para comprometer su reputación y prestigio profesional, una forma de linchamiento social con acusaciones sin suficientes evidencias. ¿Consecuencias? Pérdida de audiencia y credibilidad, retiro de patrocinios, necesidad de migrar a medios independientes (lo cual no mitiga la persecución cancelatoria).

Efectivamente, estas formas de aniquilación ocurren no solo en zonas donde existe un conflicto bélico, dando voz a las víctimas de crímenes de guerra y abusos de poder, documentando, contrarrestando y desmintiendo narrativas oficiales y preservando los hechos para la historia. También en países que no están en guerra, pero donde se ejercen represalias estatales y presiones mediáticas para mantener el poder limitando y silenciando hechos.

Con vigilancia clásica o sofisticada se pretende matar al mensajero utilizando amenazas directas o herramientas tecnológicas. No poco se ha hablado del Proyecto Pegasus, un software espía (spyware), desarrollado por la empresa israelí NSO Group diseñado supuestamente para ayudar a los gobiernos a combatir el terrorismo y el crimen organizado, que puede infiltrarse en teléfonos móviles sin que el usuario se aperciba y que permite acceso completo a llamadas, mensajes, ubicación, micrófono, cámara, etc.

Diversos informes, como los de Amnesty International y Citizen Lab, revelaron que Pegasus fue usado para espiar a periodistas, activistas de derechos humanos, políticos y disidentes en múltiples países.

El Proyecto Pegasus no es el único medio basado en la inteligencia artificial (IA), una herramienta a la orden del día en los medios de comunicación que suscita no pocas controversias. ¿Facilita el acceso a la información? ¿Entraña nuevos riesgos para la difusión de la verdad? ¿Facilita la propagación de contenidos falsos?

La IA está transformando el periodismo de múltiples maneras, tanto en la forma de producir noticias como en la forma de distribuirlas, analizarlas y consumirlas. Esta relación es compleja y genera oportunidades, pero también desafíos éticos, laborales y editoriales.

Las herramientas de la IA ayudan a detectar falsas noticias, a verificar fuentes, a analizar imágenes manipuladas, permite examinar bases de datos masivas, pero… los peligros de esta valiosa herramienta pueden afectar al sector y, por ende, a la opinión pública porque puede amplificar prejuicios existentes y difundir masivamente algoritmos desinformativos de forma rapidísima y usarse para silenciar voces disidentes mediante despriorización en buscadores.

El 3 de mayo, Día de la Libertad de Prensa, se ha centrado este año en analizar cómo afecta la IA a la libertad de prensa y a la independencia de los medios de comunicación.

El Día de la Libertad de Prensa, recuerda a los gobiernos la necesidad de respetar la libertad del periodismo especialmente allí donde esta profesión es restringida y perseguida. Allí donde los periodistas son represaliados por ejercer con libertad e independencia su labor informativa; cualquier medio es utilizado: persecución judicial, presiones laborales, intimidaciones, confiscación de materiales informativos… Y ¿en qué termina esta persecución? En agresiones, secuestros… o bien en el exilio.

La Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación, aprobada en abril del año pasado, tiene que ser clave para hacer frente a las amenazas que sufre el periodismo, ya que impone a los Estados Miembros la obligación de proteger a los medios de comunicación y a los periodistas, a la vez que exige a los medios de comunicación ser transparentes sobre su propiedad, financiación y publicidad. Por fin existe una ley europea integral para apoyar la libertad de prensa y el pluralismo de los medios de comunicación.

Pero la lucha con los algoritmos en redes sociales, la desinformación y el objetivo de educar sobre el consumo responsable de medios, así como la capacitación de los profesionales de la comunicación sobre la utilización adecuada de la IA con el fin de garantizar contenidos fidedignos, no puede bajar la guardia.

El derecho a expresar y difundir información sin miedo ni injerencias ilegítimas es esencial para la ciudadanía, que debe disfrutar de los derechos fundamentales. No en vano está consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Humanos. Pero los avances tecnológicos, como siempre ha ocurrido con todos los adelantos a lo largo de la historia, suponen retos inaplazables. La IA no es imparcial y preservar la neutralidad en un entorno en el que su uso está a la orden del día es un trabajo complejo y no exento de escollos. ¿Se puede hacer frente a los peligros de la desinformación por medio de algoritmos y modelos de aprendizaje automáticos?

El periodismo que defiende los derechos humanos investiga, verifica datos, documenta y comunica situaciones relacionadas con la violación y protección de derechos humanos, con el fin de generar conciencia y ejercer presión política para promover la justicia social. Los periodistas que trabajan en este campo no son activistas, son profesionales de la información que se exponen a riesgos tales como amenazas, acoso, incluso violencia.

España ha escalado siete puestos en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras, pasando del puesto 30 al 23 de los 180 países analizados pero, no nos engañemos, este avance se debe también al deterioro de la libertad de prensa desde hace años: su situación ha empeorado a escala mundial. El ascenso de nuestro país es debido a un declive de otros países. En todo el mundo, los actores políticos presionan a los medios de comunicación en detrimento de su independencia y el pluralismo.

Queda trabajo. Una prensa libre, como contrapeso del poder, es la mejor protección para la democracia, que requiere transparencia, pluralismo, veracidad, pensamiento crítico, independencia contra la censura o autocensura (por medio a represalias), contra la concentración de medios (que limita la diversidad de voces), contra la desinformación.

Queda trabajo, pero hay voluntad de realizarlo.

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