Prevención y concienciación, las armas de Elche contra el monstruo de las toallitas
Hemos creado un monstruo. El monstruo de las toallitas. Al tiempo que el consumo de toallitas húmedas se ha disparado en los últimos años, las redes de alcantarillado de todo el país y las depuradoras están obstruyéndose por un producto que pese que a que se vende como desechable, produce atascos que suponen para las arcas públicas 120 millones de euros al año en reparaciones.
Elche, como tercera ciudad de la Comunidad Valenciana, también sufre las consecuencias del mal hábito de arrojar las toallitas al inodoro. En concreto, se estima que cada año se limpian 500 toneladas de este material en una intervención que cuesta más de 900.000 euros, y cuyo importe sería mayor sin el mantenimiento preventivo que realizan desde Aigües d’Elx, empresa mixta participada por el Ayuntamiento de Elche e Hidraqua.
¿En qué consiste el sistema preventivo frente al correctivo? Primero determinan el grado de suciedad de la red municipal de alcantarillado, de 535 kilómetros, gracias a una inspección visual, a la que le sigue una planificación anual de limpieza de los tramos específicos que presentan mayores desechos, la cual es ejecutada por los camiones mixtos de alcantarillado.
Después, un equipo de inspección de redes provisto de un robot CCTV inspecciona dichos tramos para corroborar que la limpieza se ha realizado de forma correcta y comprobar el estado de conservación estructural de las tuberías; trabajo que sirve de guía para realizar la planificación anual de obras de renovación de aquellas redes de alcantarillado en las que se ha detectado un alto grado de deterioro.
Con esta gestión avanzada de la red de alcantarillado logran reducir el número de obstrucciones producidas en la red de alcantarillado, contabilizando únicamente durante los últimos tres años un número medio de diez obstrucciones al año, las cuales han sido de baja envergadura y de fácil resolución, aseguran fuentes de Aigües d’Elx. Entre estas incidencias se encuentra, por ejemplo, la rotura de una tubería en la calle Pedro Juán Perpiñán que provocó hace justo un año, el hundimiento de parte del asfalto. En lugar de levantar toda la vía, como reconocen que hubieran hecho años atrás, utilizaron la cámara de inspección CCTV que detectó que la actuación se limitaba a unos 40 metros de la red de alcantarillado.
Por lo que la prevención contribuye a reducir considerablemente los trabajos correctivos de mantenimiento, los cuales -recuerdan- son mucho más costosos. También se ve reducida la carga contaminante presente en las aguas pluviales, las cuales son vertidas al cauce público durante episodios de lluvias intensas, a través de aliviaderos presentes en la red municipal de alcantarillado. Con dichas lluvias, explica el concejal de Medio Ambiente, Antonio García, las toallitas también acaban vertiéndose en el cauce del río Vinalopó, que atraviesa la ciudad.
Control de vertidos
Al mantenimiento preventivo de la red de alcantarillado se suma, desde hace tres años, el control e inspección que está realizando Aigües d’Elx de posibles vertidos incontrolados sobre dicha red procedentes de camiones cubas de empresas privadas de desatascos y vaciado de fosas sépticas.
Y es que este tipo de empresas han aumentado su trabajo al calor del consumo de toallitas y del consiguiente volumen de atascos, lo cual ha degenerado en prácticas irregulares como echar el vertido en la red de alcantarillado para ahorrarse la tasa que deben abonar para realizar el vaciado, mayormente de aguas residuales con presencia elevada de sólidos, en las estaciones depuradoras.
El control e inspección de los vertidos por parte de la empresa mixta de aguas ha obtenido como resultado un aumento del número de descargas de camiones cubas registrados en la depuradura de Algorós de Elche, pasando de registrar 391 descargas en el año 2015, a registrar 1.069 descargas en el año 2018, es decir un aumento del 173%.
Toda esta disminución de vertidos incontrolados sobre la red de alcantarillado ha supuesto una disminución tanto de las obstrucciones registradas en la red de alcantarillado, como de obstrucciones detectadas en las estaciones de bombeos presentes en la red municipal de alcantarillado de Elche, con el consecuente ahorro de costes por motivo de la reducción de los trabajos correctivos necesarios, añaden esas mismas fuentes.
Campaña provocativa
Numerosos ayuntamientos españoles han promovido en los últimos años diversas campañas de comunicación con el objetivo de concienciar a la ciudadanía para que no desechara las toallitas y otros productos de higiene al inodoro. No obstante, pocas se han acercado al carácter provocativo y rompedor de la de Elche.
Con el título de ‘Elx 2130’, y enmarcada en el Día Mundial del Medio Ambiente del año pasado, Aigües d’Elx jugaba con la confusión de la ciudadanía habituada al lema del proyecto ‘Elx2030’, iniciado por el equipo de gobierno con el objetivo de lograr la Capitalidad Verde Europea en ese año y no cien años después, que es el tiempo que tardan las toallitas en degradarse.
Por ello, un cubo transparente, con un metro cúbico relleno de toallitas recogidas en la estación depuradora de aguas residuales, recorrió los barrios y pedanías de Elche para visualizar el problema medioambiental que pone en peligro la consecución de la distinción europea.
Asimismo, con paneles informativos y unos ejemplos prácticos llevados a cabo por los monitores, se explicaba a los vecinos el proceso que sigue una toallita a través de la red de saneamiento que, a diferencia del papel higiénico, no se disuelve pese a que se venda como desechable.
Un año después de esa campaña, reconocida con el bronce en la categoría de ‘Relaciones Públicas’ en el Festival de Publicidad La Lluna de 2018, los responsables reconocen su éxito que se ha traducido en una mayor concienciación de una población que no quedaba indiferente al ver aquel cubo. Desde entonces la campaña se ha extendido a colegios donde se enseñan a los estudiantes que, para no dañar más si cabe el medio ambiente y alimentar al monstruo de las cloacas, tienen que contribuir con el simple gesto de lanzar las toallitas a la papelera y no al váter.