Burlar la Ley Mordaza es cuestión de arte
A veces, para desmontar la ley hay que utilizar la ley. Se puede actuar desde dentro de los resortes de la misma para cambiarla. O para derrocarla si fuese necesario. Analizándola, se le ven los fallos, los sinsentidos y, en última instancia, se pueden resquebrajar sus postulados empujando de dentro a fuera.
Algo así debió pensar Daniel Mayrit cuando imaginó Imágenes Autorizadas. Tal vez no desde la misma perspectiva rupturista, pero sí desde una posición profundamente crítica que lleva aparejada una reflexión sobre el absurdo. En este caso, se trata de la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo. Un requisito legal que lleva el sobrenombre, nada eufemístico, de Ley de protección de la seguridad ciudadana. Una disposición que en su párrafo 23, artículo 36, convierte en infracción grave el uso indebido de imágenes o datos de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Una premisa suficientemente interesante para explorarla artísticamente. “La idea nace hace tiempo, dándole vueltas al ejercicio de intentar desmontar la Ley Mordaza”, nos cuenta Mayrit. “Aplicando la ley también quería rellenar el vacío de imágenes que existe de la policía y de lo que representa”, es decir el uso de la fuerza como herramienta control del Estado.
El jueves 28, la Galería CERO organizó un encuentro con Daniel Mayrit, autor de Imágenes Autorizadas. El artista ha llevado sus obras a espacios como el IC Visual Lab de Bristol o la Photographers Gallery de Londres. Su último trabajo, You Haven't Seen Their Faces, ha formado parte de festivales como el PhotoEspaña del año pasado, y la publicación de la obra en formato libro fue un auténtico fenómeno que mereció el Paris Photo Aperture Award o la nominación de Les Rencontres d'Arles. Esta vez, nos ofrece un proyecto igual de crítico que se podrá visitar en la galería hasta el 28 de julio.
La paradoja de la mordaza
Imágenes Autorizadas funciona como una crítica ácida y a la vez como un entretenimiento audaz. Lo lúdico acompaña la utilización de la imagen como elemento de reflexión sobre lo retratado, no como representación de la realidad. Algo así como la filosofía de “la fotografía ha muerto” de Joan Fontcuberta adaptada a la política española.
“Si le aplicas la ley a sus propias imágenes se genera un diálogo que lleva a una situación ridícula”, nos cuenta el artista. Una situación que marca el tono de toda la exposición. “La actitud de la expo era voluntaria 100%. Es decir, era muy importante empatizar con el espectador. Para mí lo es siempre. Y con este tono entre la crítica y lo divertido podías conseguir acceder al público”, nos dice.
Cuando ya has hecho sonreír al asistente, descubres que le has inducido a una reflexión donde se encuentra cómodo. Es entonces cuando puedes profundizar en su pensamiento. “Una de las paradojas de la Ley Mordaza es que el Ministerio y las autoridades difunden constantemente imágenes de ellos mismos que infringen la propia ley”, dice Mayrit, “mientras que un ciudadano de a pie no puede hacer una foto de ningún policía, ellos las hacen a todas horas”. Es decir, que a un manifestante se le castiga por retratarlos haciendo uso de su autoridad, pero ellos se hacen selfies con un perro al que acaban de salvar.
“Hay que diferenciar entre las imágenes más institucionales, que ellos mismos difunden a prensa, de las que intentan aparentar cercanía, aunque todas juntas van en contra de lo que ellos propugnan”, cuenta el artista. Las cercanas son las que, por ejemplo, la Policía Nacional cuelga en su instagram. Sobre estas, Imágenes Autorizadas también actúa con una copia exacta de la cuenta oficial que aplica la Ley Mordaza.
Esta obra expande el alcance de Imágenes Autorizadas. Según Mayrit “no todas las actuaciones de la obra están atadas al espacio de la galería. Hay algunas que viven en internet como la cuenta de instagram”, dice buscando con esto hacer que “el mensaje no se limite a los visitantes de la galería, que vaya mucho más allá: es una obra viva que crece cuando se la difunde”.
En este tránsito entre unas plataformas y otras se da vida a la obra con cada actualización. Además, “por ahora se han hecho dos visitas guiadas pero queremos ver si podemos hacer una publicación. Queremos que el proyecto no acabe aquí”, asegura el artista madrileño.
El píxel censurador
Entre las obras más destacadas de la exposición se encuentran desde un photocall de cartón con el que el público posa imitando ser un antidisturbio feliz y orgulloso, hasta una virgen pixelada, pasando por una composición de 17 imágenes fotoperiodísticas en las que la figura del agente se aísla de su entorno.
“No necesitamos ver el entorno para entender la estética de la violencia inherente en las figuras retratadas”, cuenta. Esto no significa que ellos sean los causantes del hecho que se denuncia, “son peones movidos por alguien que les dice lo que tienen que hacer”, y lo hacen practicando una especie de coreografía de la autoridad. “No se trata de acusar a los policías ni mucho menos. Se trata de apuntar al poder político que está detrás de la ley, a los que diseñan la coreografía”, asegura el artista.
Los que diseñan las coreografías y hacen las leyes, son los mismos que condecoran a una Virgen con una medalla al mérito policial, algo que no se le ha pasado por alto al artista. “Hasta hace dos años este mérito se aplicaba a personas que habían hecho algo heroico o ejemplar en acto de servicio. Que condecoren con esta misma medalla a una Virgen le confiere autoridad policial”, reflexiona el responsable de Imágenes Autorizadas.
Con la virgen pixelada presente en la exposición, nos habla sobre la distinción que recibió Nuestra Señora María Santísima del Amor por la colaboración de su cofradía con la Policía durante la Semana Santa. Una Medalla de Oro al Mérito Policial que entregó el ministro en funciones Jorge Fernández Díaz. Aunque la Virgen, obviamente, no cumplía con los requisitos para su obtención, tales como haber muerto en acto de servicio o quedar mutilado. “Se trata de lo mismo, la medalla da autoridad. Así que, si se le aplica la ley, tampoco le podemos retratar la cara a la Virgen”.
El rostro del poder
El anterior y más conocido trabajo del autor consistía justamente en poner al descubierto las caras del poder. La obra You haven’t seen their faces retrataba las caras más poderosas de la economía y la política londinense para descubrirlas al mundo. Con Imágenes Autorizadas Mayrit hace justamente lo contrario; las pixela y censura como dice la ley. “No es casualidad pero tampoco es algo premeditado. Se trata del mismo concepto que está detrás de parte de mi obra, los puentes que se establecen entre la imagen y el poder”, cuenta. “En aquella se trataba de analizar cómo el poder, muchas veces, carece de representación. Cuando hablábamos de la Troika, nos preguntábamos ¿Quién es la Troika?”
“El grueso de la población no puede ponerle cara a ciertos poderes. Ahora con la Ley Mordaza ya no puedes ni retratarles”, nos dice el artista. “En ambos trabajos subyace la idea de que el poder no permite que se le represente”, concluye.
Por ahora, Mayrit no se ha llevado ningún susto por parte de las autoridades. De hecho, no ha tenido noticia de reacción alguna. Eso sí, cuenta que el día de la inauguración acudieron dos Guardias Civiles a la galería, pero su reacción no fue la esperada. Los agentes se dedicaron a ver si podían reconocer a algún amigo entre las fotografías de la exposición. Les divertía aquello. “No era que no entendieran el mensaje sino que tenían tan interiorizada esa imagen que a ellos les parecía lo más normal del mundo. Para ellos, las caras pixeladas eran correctas y cumplían sus estándares de representación”.