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¿Quién fue Sotero Mazo? La olvidada historia del peluquero de Ermua al que ETA también asesinó

Vista de la fachada exterior del Ayuntamiento de Ermua, en la que cuelgan fotografías de Miguel Ángel Blanco, asesinado en 1997 y de Sotero Mazo, asesinado en 1980, este miércoles.

Maialen Ferreira

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Tan solo cuatro de cada diez jóvenes españoles saben quién fue Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA en Ermua el 13 de julio de 1997. En un intento por acabar con el desconocimiento sobre su memoria, la Fundación que lleva su mismo nombre ha trabajado en los últimos meses en el 25 aniversario del secuestro y asesinato a manos de ETA del que fuera concejal del PP. Un gran homenaje organizado por el Ayuntamiento de la localidad vizcaína al que acudirán Felipe VI, Pedro Sánchez y el lehendakari, Iñigo Urkullu. Además, se realizarán actos en su memoria por todo el país.

No obstante, en Ermua también vivió otra víctima de ETA cuyo número de jóvenes -y no tan jóvenes- que conocen su historia es aún menor, pese a que también será homenajeada ese mismo día. Se trata del peluquero Sotero Mazo, asesinado la noche del 6 de noviembre de 1980, casi dos décadas antes del crimen que acabó con la vida de Blanco. A diferencia de este último, Mazo no fue el objetivo de la banda, al menos aquella noche. Su asesinato ocurrió sobre las 22.30 cuando, según publicó El Correo Español al día siguiente, acompañaba al policía nacional José Alberto Lisalde en su coche. La versión de Covite apunta que no lograron llegar a arrancar el vehículo antes de ser disparados. Lisalde falleció en el acto, Sotero murió poco después.

La versión oficial detalla que el atentado en el que fallecieron el policía y el peluquero se decidió sobre la marcha, puesto que el objetivo principal de los terroristas era acabar con la vida de un grupo de policías que estaban en el cine Coliseo de Eibar. Al perder la pista de los policías, se encontraron de manera infortuna con el coche del policía, que la banda tenía identificado, y al que dispararon hasta matar.

El asesinato de Miguel Ángel Blanco y la multitudinaria repercusión que este tuvo en todo el país, supuso un antes y un después para la sociedad española. Tras el crimen de Mazo, sin embargo, la población que se movilizó fue menor, cerca de 1.500 personas, aunque no menos significativa teniendo en cuenta de que se trataba de los años de plomo en los que la banda terrorista cometió casi un tercio de los asesinatos de su historia. 

Los etarras Fidel González García y Francisco Fernando Martín Robles, autores del crimen, fueron condenados a penas que sumaban 47 años de prisión, mientras que un tercero, Pedro José Picabea Ugalde, autor de los disparos, fue condenado a 27 años de prisión mayor por cada uno de los asesinatos.

Sotero era un extremeño, del municipio cacereño de La Garganta, afincado desde hacía años en Ermua. Trabajaba como peluquero, estaba casado y tenía dos hijos. Tras conocer el asesinato, su familia escribió una carta abierta en la que pidió explicaciones públicamente a los autores del atentado. “Nuestra familia llegó a Euskadi hace ya muchos años y se instaló en Ermua, como miles y miles de inmigrantes que hoy sienten que esta tierra es también suya. Por la peluquería pasó todo el pueblo, lo que le granjeó simpatías y amistades que facilitaron nuestra total integración en Euskadi”, decía la carta publicada cinco días después del asesinato por El País. Por su parte, ETA justificó el atentado alegando en un comunicado que Mazo era “miembro de la red de confidentes en Eibar”.

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