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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Anticipémonos al colapso

El precio del petróleo de Texas cae 1,2 % por el temor a la guerra comercial

Federico García Charton

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Que la izquierda española, tras meses de bloqueo mutuo, y después de vernos abocados a unas terceras elecciones en pocos meses, que han dado como resultado, entre otras cosas, el ascenso de la ultraderecha, se ponga de acuerdo en 24 horas, es una buena noticia, siempre y cuando ese breve documento firmado, en el que aparecen 10 puntos a desarrollar, no quede en papel mojado, y que convenzan a la mayoría de la cámara baja para que se llegue a formar Gobierno.

Sin embargo, nada más empezar a leer el documento, aparece la primera declaración de intenciones que entra en contradicción con los postulados de la Ecología Política: “Punto 1.- Consolidar el crecimiento y la creación de empleo”. Es un dogma del sistema actual considerar que el crecimiento económico, definido como capacidad productiva de un país y de su renta dentro de un periodo de tiempo concreto, medido con el Producto Interior Bruto (PIB), es el único medio de progreso de una sociedad. Se repite continuamente en los medios de comunicación, hasta el punto que está grabado en el subconsciente de la mayoría, que lo aceptan como si de la verdad absoluta se tratara.

Pero este axioma tiene no pocas voces contestatarias, empezando por el filósofo francés, profesor emérito de Economía en la Universidad Paris-Sud e ideólogo del decrecimiento, Serge Latouche (1940), quien ya afirmó que “el que crea que en un mundo finito, el crecimiento puede ser infinito o es un loco o es un economista”. En efecto, los recursos en los que se basa nuestra economía son limitados; el petróleo, el gas, el carbón, los metales como el litio, usado para la fabricación de baterías, o el zinc, para el galvanizado del acero, o minerales como el coltán, componente básico de los móviles y otros dispositivos electrónicos, entre otras materias primas, a pesar de contar con reservas para varias décadas, se estima que de aquí al final de siglo el agotamiento de esas sustancias será una realidad.

En el caso de los combustibles fósiles, se habla del “pico del petróleo”, es decir, del momento a partir del cual será más caro extraer ese combustible del subsuelo que el beneficio energético que produce, por lo que la extracción de petróleo disminuirá. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que para el año 2025 faltarán al menos 13 millones de barriles de petróleo para satisfacer las demandas. Algunos cálculos, como los realizados por el científico del CSIC y especialista en Energía Antonio Turiel (1970), indican una disminución de más del 50% en los próximos 20 años, pasando de 75 millones de barriles actuales diarios a 33 millones en el año 2040.

El Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid, en un estudio reciente, realizó una serie de modelos predictivos teniendo en cuenta varios escenarios posibles en función del aumento de la temperatura media del planeta y del agotamiento de los recursos. En todos los casos, se prevé un descenso en varios indicadores a partir de mediados de este siglo, como la Renta Mundial, la potencia instalada en las baterías (lo que pone en duda la fe en los vehículos eléctricos, que necesitan de esas baterias) y, en última instancia, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas, indicador que mide la combinación entre el PIB, la esperanza de vida al nacer y los niveles educativos de los países.

Este descenso en los indicadores citados puede hacer pensar en un horizonte a medio plazo de “colapso” o “decrecimiento”, a menos que se produzca un cambio de paradigma económico y energético. El escenario decrecentista podría alcanzarse de un modo paulatino, adaptándonos a la situación, o que éste ocurra de un modo brusco, tal y como vaticina Ugo Bardi (1952), profesor de Química de la Universidad de Florencia, y autor de 33º Informe Oficial del Club de Roma, publicado en 2011. Bardi, basándose en una frase del célebre filosofo romano Séneca, afirma que “mientras que el ascenso de una sociedad (o en este caso del consumo de energía como el petróleo) es progresivamente creciente de forma suave, el colapso ocurre de forma brusca”. Es el llamado efecto Séneca. Además, es que cuanto más se retrasa la caída, más rápidamente viene ésta. Esto lo hemos experimentado en la Región de Murcia, con la muerte del Mar Menor, el cual, tras 30 años de machaque incesante, de la noche a la mañana ha colapsado.

El Gobierno que salga de estas negociaciones debería tener en cuenta todos estos hechos, y empezar desde ya a trabajar para anticipar ese escenario posible a medio plazo, a 15 o 20 años vista, saliendo de la visión cortoplacista que suele caracterizar a los partidos políticos.

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