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La búsqueda de los 17 fusilados en el cementerio de Orihuela se topa con el temor del caso Monòver: “Veo casi imposible recuperar a mi abuelo”

Momento de la excavación de la primera fosa.

Emilio J. Salazar

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El pasado 17 de noviembre comenzaron los trabajos de exhumación de las 17 personas fusiladas por la dictadura franquista entre octubre y noviembre de 1939 en el Cementerio Parroquial de Orihuela, propiedad de la Iglesia, y enterradas en una gran fosa común. Las primeras catas, explica Jorge García, arqueólogo de Drakkar Consultora, empresa contratada por la Conselleria de Calidad Democrática, han supuesto una “desilusión” para el equipo y los familiares de las víctimas.

“Empezamos a excavar donde las fuentes situaban la fosa general y nos encontramos con piedra a 40 centímetros”, explica el codirector de los trabajos junto con Alfredo Rodríguez. Dichas fuentes aluden a los familiares de los represaliados que iban a dejar flores a sus difuntos. “La única documentación en la que nos basamos para creer que están ahí son los testimonios orales”, añade Ginés Saura, portavoz del Ateneo Socio-Cultural “Viento del Pueblo”, asociación que ha venido homenajeando en la última década a las víctimas republicanas.

“Esto se tenía que haber hecho en los años 80 o 90 cuando aún había familiares directos vivos… ha pasado mucho tiempo”, insiste García. Este profesional viene de haber realizado trabajos de exhumación en Castelló en agosto y tiene previsto ir próximamente al castillo de Málaga donde se fusilaron a 60 personas en una misma noche. Con su empresa, de la que es director gerente, también excavaron en Monòver, Alicante, el pasado verano, donde no pudieron hallar los 26 cuerpos al haberse removido el terreno en 1988 para construir nuevos nichos en el cementerio.

El temor a que haya pasado lo mismo en Orihuela es una realidad. Y es que el cementerio parroquial de la capital de la Vega Baja ha sufrido varias remodelaciones. “En la década de los 60 taparon la fosa y no dieron explicaciones”, denuncia Saura. “Hablando con el canónigo dice que el año 60 hubo un decreto de la iglesia por el cual todos los cuerpos de extramuros se pasaran adentro, pero no tenemos certeza de que así ocurriera”, añade García. “La última remodelación es del año 2009 y podría haber afectado a la fosa al construir nichos encima”, se lamenta Saura.

“El problema, le dijimos a la consellera, es que se llega tarde”, prosigue Ginés Saura. Porque los testimonios que quedan son de los nietos o bisnietos que recuerdan lo que les contaron sus padres y los datos de la posible ubicación dejan de ser tan exactos. “Las mujeres o hijos de las víctimas estaban vivos hace 30 años y sabían exactamente dónde les llevaban flores y los nietos no”, aclara el arqueólogo en conversación telefónica. 

Nieta de fusilado

Así llegamos al caso de Mari Carmen Lorenzo Roca, nieta de Francisco Roca Martínez, natural de Orihuela fusilado junto con otras 13 personas en las paredes del cementerio a las 7 de la mañana del 17 de noviembre de 1939. Su madre Berta Roca, explica, tenía solo un año cuando el franquismo le arrebató a su padre. Siempre le ha contado que de niña iba al cementerio de la mano de su madre a entregarle flores, pero por lo demás “tiene vagos recuerdos”. Actualmente, con 82 años, padece problemas de memoria “y está muy despistada”, dice su hija, de 60 años.

“Yo lo casi veo imposible”, responde Mari Carmen a la pregunta de si guardan expectativas de encontrar a su familiar, un jornalero de izquierdas. “Cuando ves el espacio donde debe estar y que ya se han hecho obras…”, agrega. Los pocos recuerdos que tiene de Francisco y que le contó su abuela, que murió hace treinta años, es que su fusilamiento “fue injusto”.

Durante la guerra fue alcalde de San Bartolomé, pedanía oriolana, “y un amigo afín al régimen que le tenía envidia usó un incidente para denunciarlo”. El incidente en cuestión fue el fallecimiento de un hombre cuando Francisco y otros vecinos estaban de caza. Todos los testigos, asegura su nieta, dejaban a este joven como inocente. “Pese a que todo el pueblo se le echó encima y hasta la familia del fallecido lo reconoció y lo defendió, se celebró un juicio sumarísimo y lo fusilaron”, comenta. 

Los arqueólogos realizarán esta semana la segunda cata, ya comenzada, y la tercera más pequeña, en línea con la tapia, “pero si no aparece nada nos quedaremos desubicados y no sabremos dónde buscar porque nos consta que se instaló una balsa de agua un poco más abajo, por lo que no habría más opciones”, confiesa Jorge García.

A este respecto, Mari Carmen dice que su madre está muy emocionada ante la mínima posibilidad de poder encontrar y enterrar a su padre Francisco en el cementerio de Almoradí, junto a su esposa. “No para de preguntarme si sé algo nuevo, pero yo le digo que no se haga muchas ilusiones”, dice Mari Carmen tras recordar que el tiempo apremia para su madre. 

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