Un colegio religioso de Madrid que veta Halloween a sus alumnos alquiló esa noche el recinto a una fiesta de famosos
En pleno debate sobre el regreso de los valores católicos, a raíz del nuevo disco de Rosalía y el éxito de la película Los domingos, una pequeña aunque profunda controversia en un centro concertado y religioso de Madrid vuelve a ponerlos en cuestión. Sobre todo, cuando el dinero entra en juego. Familias del Colegio Internacional G. Nicoli, en Chamberí, han mostrado en público o en privado su rechazo a lo que sucedió el pasado 31 de octubre entre sus paredes. Como viene siendo habitual y pese a las peticiones de algunos padres y madres, la dirección del centro vetaba cualquier festejo de Halloween por el origen pagano y ajeno a la cultura cristiana de dicha celebración. Los niños y niñas no podían acudir disfrazados o con la cara pintada. Pero esa misma noche, decenas de famosos e influencers disfrutaron de una fiesta privada por todo lo alto en el Nicoli, con el terror como gran temática.
La diferencia entre la iniciativa de las familias y la que sí se llevó a cabo es que esta última fue previo pago: sus organizadores abonaron un alquiler a la Fundación Escuela de los Oficios, responsable del colegio. Las cuentas en redes de Ester Expósito o Brays Efe muestran, por ejemplo, cómo los invitados consumieron alcohol en las zonas comunes del recinto.
La madre de un estudiante del Nicoli admite incluso su preocupación “por si hubiesen quedado restos de drogas el lunes siguiente, pastillas de LSD con caritas sonrientes o animalitos que los niños podrían probar por curiosidad”. Habla de “hipocresía”, mientras otro padre ve un “doble discurso”. “Entendería el enfado de quien tenga sentimientos religiosos. Yo no los tengo”, opina otra progenitora en declaraciones a Somos Chamberí.
Alcohol en el baño
La fiesta saltó a los chats de familias después de las publicaciones en Instagram de muchos de sus participantes. Una de ellas fue la actriz Ester Expósito, que en un post enseña su propio disfraz, el de otros invitados (diablo incluido), una careta sonriente de Donald Trump o varias copas sobre el lavabo que poco después utilizará el alumnado.
Una crónica más exhaustiva del evento, recogida en la web Highxtar, cuenta que estuvo organizado por los directores creativos y empresarios Laura Vandall y Edgar Kerri, de la mano de la cadena de clubes privados Soho House. Javier Calvo, Yenesi, Paco León o Álex de Lucas acudieron como invitados a la cita, entre los muchos famosos que se pasaron por allí.
“En el extenso y escalofriante pasillo de un antiguo colegio ubicado en el centro de Madrid, una impresionante mesa acogía a los casi cien comensales, emocionados por descubrir cuál era el mejor atuendo de los allí presentes —y todas las sorpresas que depararía la velada—”, indica este artículo, rematado por fotografías que dejan ver el ambiente ligero de la noche o el suculento menú (atención al ¿dulce? con forma de capirote). La pieza explica además que la fiesta continuó en otro lugar, CORE Club, “a partir de la medianoche”.
El encuentro, por tener, tuvo hasta acusaciones de censura. Brays Efe acudió caracterizado como un agente inmobiliario de Tecnocasa, con elementos tan característicos de este perfil como son la pulsera de España en la muñeca y los restos blancos bajo la nariz (cosas de la escayola recién puesta en los pisos que enseñan). El actor lamentó que su publicación original de Instagram con esta estampa fue eliminada de la red social: “¿Sabéis una cosa que a mí me incita al odio? La especulación inmobiliaria, los fondos buitre y… la censura”.
Familias molestas y cautas que se lo toman con humor: “No arruines la reputación del cole”
A las puertas del centro, la postura escandalizada, o meramente crítica, es la excepción. Reina una especie de ley del silencio sepulcral. Quizá tenga algo que ver la frase con la que se despide, en tono de broma, una de las madres de un corrillo en la entrada del Nicoli: “La verdad es que según parece fue el fiestón de la noche, pero no arruines la reputación del cole, eh”.
Así, solo un puñado de padres y madres se detiene a contestar las preguntas de este periódico y la respuesta más habitual no carga las tintas con el equipo directivo del Nicoli. “Sé que ha molestado a algunas familias, pero al final el Colegio no deja de estar en manos de una Fundación que está en su derecho de hacer los negocios que considere”, sostiene Jesús, que deja a su peque en el cole a primera hora. Le da tiempo a deslizar, eso sí, que la postura de la dirección es “incoherente”.
Entiendo que por lo que sea no quieran celebrar Halloween y que luego lo alquilen para eventos, el problema es qué tipo de fiesta fue y lo que se pudo hacer dentro. No sé si descontroló, obviamente no estuve, solo vi lo que colgaron por Instagram
Pero, como a la madre temerosa del LSD, a la mayoría de padres la inconsistencia no les molesta tanto como el perfil del guateque. Así lo expone uno de ellos: “Yo entiendo que por lo que sea no quieran celebrar Halloween y que luego lo alquilen para eventos, el problema es qué tipo de fiesta fue y lo que se pudo hacer dentro. No sé si descontroló, obviamente yo no estuve, simplemente vi lo que colgaron por Instagram”. Otra madre apostilla que “terminó muy pronto”, aunque reconoce que pertenece al sector menos beligerante con el tema, que sí ha soliviantado a otras familias.
En ese corrillo a la entrada del Nicoli, la misma madre que expresa su inquietud por los restos de sustancias estupefacientes cuestiona que “los niños no puedan venir de Halloween, mientras dejan entrar un montón de gente vestida de diablo”. Otra, con más guasa y vacile que indignación o fervor religioso, replica que “al final el diablo es un ángel caído”.
Silencio en el Nicoli
Ante la controversia este diario ha contactado a la dirección del Colegio Internacional G. Nicoli, sin que desde el centro concertado y bilingüe situado en el número 4 del Paseo de Eduardo Dato atiendan por el momento las preguntas remitidas, acerca de las críticas de las familias o la cuantía recibida por arrendar las instalaciones una noche. En su web, detallan que su proyecto educativo surge en 2018 “bajo el amparo de la Fundación Escuela de los Oficios”. Pretende ser “una referencia educativa en el centro de Madrid y para ello ofrece un ambicioso proyecto educativo, configurado para escolarizar a más de 800 alumnos en Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Formación Profesional”.
Recalcan que el Nicoli es “fruto de la colaboración de las Hijas de la Caridad [comunidad religiosa de monjas] y del Colegio Internacional J. H. Newman de Madrid”. Una entidad esta última envuelta en una enorme polémica en 2023 con otro de sus centros de Madrid, en el barrio de San Blas, por la construcción y puesta en marcha de un gimnasio privado en una parcela cedida al colegio concertado para usos educativos. El Centro Deportivo Newman compartía terreno con el adyacente colegio concertado J. H. Newman, en un suelo público propiedad del Ayuntamiento de Madrid que el Consistorio cedió de manera gratuita durante 75 años a la Fundación Internacional de la Educación (FIE) para erigir el concertado en 2003.
Los trabajos acabaron en 2005, pero quedó libre una esquina de casi 4.000 metros cuadrados. La situación continuó así hasta la llegada de Dos Deporte, cadena gallega que invirtió unos diez millones de euros en la obra. El gimnasio abrió al público sin licencia y enmascarado como centro educativo porque lo iba a utilizar el alumnado del colegio. Esta construcción parecía incompatible con los usos previstos para este suelo en el acuerdo de cesión entre el Ayuntamiento y la FIE, que data de 2003. El acuerdo contemplaba la creación de dotaciones “de servicios colectivos educativos básicos”. Después de una actuación laxa del Gobierno de José Luis Martínez-Almeida, por la cual seguía abierto diez meses después de la emisión de la orden de cierre municipal, acabó clausurándose en enero de 2024. Posteriormente, este medio desveló nuevas irregularidades del Newman ante las cuales el Consistorio dilató su intervención.
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