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“La narcoeconomía no genera riqueza, destroza al pequeño comercio”

Miguel Alberto Díaz, posando en Algeciras.

Francisco J. Jiménez

La lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar no sólo está encabezada por las fuerzas del orden y las instituciones. Son muchas las asociaciones de ciudadanos que vienen peleando desde hace muchos años y una de las personas más activas es Miguel Alberto Díaz, cofundador de la asociación Barrio Vivo y secretario comarcal de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO.

Pocos como él conocen el daño que hace el narcotráfico en la comarca y puede hablar del asunto desde el prisma laboral y también desde el humano. “La narcoeconomía de la comarca no crea nada de empleo. Alrededor del narcotráfico hay mucho dinero y mucho poder, pero eso no genera riqueza, sino gente comprada. Si están blanqueando con una tienda de textil, a las empresas de textil del sitio donde sea le hace la puñeta porque ellos venden a un precio muy barato no para vender más, sino para justificar que después tienen otros ingresos, y eso crea una competencia desleal con el pequeño comercio y lo destroza”, explica.

El Puerto de Algeciras es uno de los pilares de la economía de la zona, pero todas las voces coinciden en que siguen faltando inversiones e infraestructura para plantar cara a los grandes problemas de la comarca. “La única manera de contrarrestar el narcotráfico es hacer inversiones, crear un tejido empresarial donde la gente pueda vivir de una economía que no esté ligada a ese mundo. Sin entrar en las consideraciones de que te cojan y de entrar en la cárcel, el narcotráfico trae también una cultura del dinero fácil. Por una noche puedes ganar 1.000 euros y los chavales ven la posibilidad de tener un móvil de última generación, una moto o un coche de gran cilindrada. Pero no consiste en hacer terapia de grupo, sino convencer al niño de que si estudia va a trabajar, algo que a día de hoy es muy complicado”, explica Díaz.

“Aquí cuando se abrió la Verja fue un bálsamo porque hay unas 10.000 personas del Campo de Gibraltar trabajando allí. En el nubarrón que tenemos encima también está el Brexit. Es mucha incertidumbre para la gente joven de aquí. Hay muchos que se han ido a trabajar a Londres o la Costa del Sol como camareros. Es necesario implantar un plan integral. Aquí se pueden instalar grandes empresas, pero para eso es necesario un proyecto de tejido de empresas que puedan vivir del Puerto. Eso generaría empleo con ingresos. Aquí no se puede vivir de una escuela taller porque eso alivia la situación económica por un año o dos nada más”, añade.

Otro problema de fondo es de formación para estar preparados en el momento en el que aparezcan las posibilidades laborales. En una zona donde hay un 40% de paro y con un paro juvenil que puede llegar al 70% en algunos barrios, es esencial la preparación. Según Miguel Alberto Díaz, “esta comarca ha sido rica y hay sectores que tienen una situación económica importante. En torno al Puerto viven unas 30.000 personas de un modo directo o indirecto. Después hay refinerías va a hacer una inversión que va a crear unos 2.000 empleos, pero la gente tendría que haber hecho formación para absorber el empleo local. No estamos en contra de que venga a trabajar gente de fuera, pero si se genera eso, que se hagan cursos de formación para la gente de aquí para ser parte de esa mano de obra que pedirán las industrias”.

Una barrera invisible

En opinión del sindicalista, “la comarca está separada del resto del mundo por una barrera invisible que es la barrera del sonido. No llegan nuestras reivindicaciones arriba y no sé si es por el perfil de los que nos representan o por lo esquinado que está esto. La gente aquí vive normal, pero es como si te vas a Sevilla a Las Tres Mil Viviendas o en Cádiz en el barrio de Santa María. Nosotros ganamos una batalla a finales de los 80 y principios de los 90 porque logramos que dejaran de morir los chavales por la droga. Creamos centros alternativos, comunidades terapéuticas y hay cosas que el narcotráfico impide ver”.

“Aquí hay muchos esfuerzos de asociaciones, empresas e instituciones, pero si después hay un tiroteo o un alijo de 900 kilos de cocaína, todo el esfuerzo que has hecho por ganar imagen, se te va. Los que estamos acostumbrados a pelear con esto no nos aburrimos porque sabemos que si lo dejamos ir es cuando esta comarca ya no tendrá solución. Por eso cuando pedimos protección para las fuerzas de seguridad lo hacemos porque sabemos que son el muro de contención ante esta gente”, explica Miguel.

Conocedor de lo que supone enfrentarse al narcotráfico, ensalza “el papel de los medios de comunicación de esta zona. Hacen un gran trabajo con valentía dando nombres y hay que ponerlo en valor porque son de aquí y se la juegan cada día”. Él también se expone siendo un luchador constante, pero lo asume: “Si van a por ti, lo van a hacer y quien no tenga miedo, está loco. Yo pienso en mis hijos, mis nietos... Si a mí me queda un cacho de vida, tengo que emplearla. Sería un cobarde si no hiciera lo que tengo que hacer para pelear. Algunos tenemos que dar la cara. Me encanta la vida y lucharé mientras pueda”.

Frivolización del narco

Ya son muchos años de pelea de alguien que sufrió en sus propias carnes la dureza de la droga: “Entro en este mundo porque fallece mi hermano en 1990 por drogas. Llegué a la conclusión de que la mejor venganza era una venganza dulce: ayudar a los chavales. En el año 90 hicimos una manifestación y nos paramos en la puerta de la comisaría de Algeciras para hacer cinco minutos de silencio porque sabíamos que había algo que no olía bien. Eso fue en mayo y en junio, durante la Feria, detuvieron a toda la brigada de estupefacientes. Desde entonces hemos creado centros terapéuticos y hemos denunciado puntos de venta de droga. Barrio Vivo fue la respuesta a tantas muertes”.

Las cosas han cambiado en las tres últimas décadas, pero para Miguel Alberto Díaz lo más importante es haber creado “una conciencia”. “Hemos creado una conciencia de que el toxicómano es un enfermo y no es el culpable. Aquello de los años 80 ha mutado en narcotráfico. Aquí estamos por la ética y no por la estética y le estamos plantando cara y por eso denunciamos todo lo que está pasando. Ahora hay una nueva generación de narcotraficantes. Queda gente antigua, pero ha entrado mucha gente joven, que son unos inconscientes y que se meten más de lo que venden. Lo malo es la relajación de la sociedad porque ahora, con tantas series y películas sobre los narcos, la gente relativiza y frivoliza sobre esta figura”.

El papel de la justicia

Se siente orgulloso de que la sociedad del Campo de Gibraltar le haya plantado cara a la lacra del narcotráfico en concentraciones como la del día 17 de mayo en Algeciras: “Una hora antes de la manifestación hubo un tiroteo y a pesar de eso la gente fue. Algeciras y la comarca se tiraron a la calle contra el narcotráfico. Aquí estamos siempre al filo de la navaja, en preinfarto permanente. Esta semana dijo el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras, el coronel Jesús Núñez, que no habrá paz para los que agredan a los agentes y queremos que sea así. Ojalá se conjuren la justucia, la fiscalía y las fuerzas del orden con medios para poder trabajar”.

Y sabe cómo se las gastan los narcotraficantes a la hora de ganar tiempo en los procesos judiciales: “Ellos tienen abogados muy preparados que se encargan de dilatar los procesos hasta que haya una sentencia que atenúe la condena. Tienen mucho dinero y se lo montan muy bien. Pero los policías no se aburren, nosotros tampoco y vamos a seguir exigiendo medidas. Hay que hacer un juzgado especial que coordine todo igual que la fiscalía antidroga”.

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