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El Mar de Alborán supera los 2.700 seísmos este año, más de un tercio de los ocurridos en la zona en la última década

El Mar de Alborán

Álvaro López

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Mientras España mira al volcán de Cumbre Vieja en La Palma de las Islas Canarias, los geólogos también están pendientes de lo que ocurre muy cerca de Andalucía. En el Mar de Alborán, uno de los mares que forman el Mediterráneo y cuya extensión va desde Almería hasta el Estrecho de Gibraltar, la actividad sísmica está siendo importante. Según los datos recogidos por el Instituto Geográfico Nacional (IGN), en la última semana ha habido más de 100 terremotos, cifra que se suma a los más de 2.700 que han tenido lugar en lo que va de año. Mientras que en los últimos diez años se han registrado más de 7.000.

Según los expertos, se trata de una actividad telúrica “normal”, pero “llamativa”, que se está dando principalmente en la zona sur de este mar, la más próxima a África. En la última década, el terremoto más potente tuvo lugar en enero de 2016 con una magnitud de 6,3 mbLg que en tierra habría sido notable, pero que en el mar se disipó y el movimiento llegó amortiguado a las costas andaluzas y africanas. En el último año, el seísmo más relevante ocurrió el pasado 28 de agosto con una magnitud de 5,1 mbLg que se llegó a percibir en las costas de Cádiz, Málaga, Granada y Almería.

Por eso, debido a su situación geográfica, el enjambre sísmico del Mar de Alborán puede tener consecuencias tanto en las tierras del norte de África como en Andalucía, además de en el propio lecho marino. Su ubicación explica casi por sí sola por qué hay tantos seísmos en este lugar. El Mar de Alborán está justo en el lugar en el que se encuentran la placa euroasiática y la placa africana, lo que permite entender que se trata de una zona sísmica de importancia desde hace millones de años. José Miguel Azañón, catedrático de Geodinámica en la Universidad de Granada (UGR), explica que ambas placas se acercan “5 milímetros cada año”.

Este acercamiento es el que produce, de vez en cuando, una actividad sísmica como la que se está apreciando en el Mar de Alborán. “Al estar en el punto de fricción entre ambas placas, los esfuerzos y las energías se acumulan y se van liberando”. Dicho de otro modo, Europa y África están cada día más cerca geográficamente, aunque de manera imperceptible para el ser humano. De hecho, como ocurre hoy en La Palma, este territorio marino fue una zona volcánica hace alrededor de 6 millones de años. La UGR publicó un estudio en el que se descubrió que hubo un archipiélago entre el Cabo de Gata en Almería y el Cabo de Tres Forcas en Melilla que sirvió para que muchas especies de animales migrasen entre ambos continentes. Hoy en día, ese terreno está hundido bajo el mar.

Un pasado volcánico y la amenaza de tsunami

Debido a su pasado volcánico y a lo que está ocurriendo en La Palma, es normal preguntarse si podría ocurrir algo así en el Mar de Alborán teniendo en cuenta la alta actividad sísmica que se está registrando. Pero Juan Cantavella del Instituto Geográfico Nacional aclara que “la zona ahora mismo ya no tiene volcanismo activo. Las fallas que se están produciendo ocurren como consecuencia de esfuerzos tectónicos”. Es decir, las roturas subterráneas que dan lugar a estos seísmos, no están ocurriendo, en principio, por ningún movimiento del magma que haya bajo la superficie terrestre.

“La actividad geológica de la Tierra no es uniforme ni sumar 2+2, por lo que no se puede descartar nunca nada, pero lo cierto es que muy poco probable que se reactive ninguna actividad volcánica en el Mar de Alborán”, añade José Miguel Azañón. El experto también se pronuncia sobre el reciente estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que habla de que un terremoto de magnitud 7 podría provocar un tsunami desde el Mar de Alborán contra las costas andaluzas y norteafricanas: “Los geólogos trabajamos con los datos que nos da la Tierra y las pistas que deja a lo largo de los años y, en este caso, no existen tsunamitas que nos hagan afirmar que puede haber un tsunami en este territorio”.

Dichas “tsunamitas” son compuestos arcillosos que se originan en las zonas de actividad sísmica en las que haya habido una gran ola o tsunami. “En ningún punto de la costa mediterránea andaluza hemos encontrado ningún compuesto similar, pero sí que los hay en el Golfo de Cádiz, como prueba de que ahí sí ha habido tsunamis y es más probable que se vuelvan a producir”. Además, Azañón sostiene que “para que ocurra este fenómeno tiene que haber un terremoto de una magnitud considerable que rompa en superficie y provoque un escalón en el mar que lo mueva a gran velocidad”. Algo que, a priori, es difícil que ocurra en el Mar de Alborán, aunque, como nada en geología, no es descartable. “Siempre hay que ser prudentes a la hora de vaticinar lo que puede ocurrir porque no tenemos instrumentos que nos permitan anticiparnos a los terremotos”.

Las repercusiones en tierra

Lo que sí ocurre con la actividad sísmica que se está registrando en el Mar de Alborán es que alguno de sus seísmos tiene consecuencias en Andalucía. Especialmente en Granada. Por ser “una zona próxima”, la energía y los esfuerzos que se liberan en este territorio, acaba provocando que otros lugares cercanos que tengan fallas, puedan moverse también ocasionando terremotos. Por eso, José Miguel Azañón no descarta que el enjambre sísmico que vive Granada y que fue especialmente intenso el pasado invierno, esté estrechamente relacionado con el que sufre el Mar de Alborán.

Las propias características del suelo bajo los pies de los granadinos también tienen importancia a la hora de que los seísmos de Alborán se repliquen en Granada. Al ser un terreno más inestable, la propia Tierra tiende a mover las capas de piedras menos sólidas cada vez que hay movimientos telúricos en puntos relativamente próximos. “Por suerte, las fallas que hay en la cuenca de Granada hacen una cola de caballo. Es decir, son muchas, pero muy pequeñas y separadas entre ellas por lo que si se miran desde cierta altura acaban dando esa forma”, explica Azañón. “A veces ocurre algún terremoto justo debajo de un pueblo y la arrasa, como ocurrió en Arenas del Rey en 1884, dejando una sensación de miedo que se queda en el recuerdo de la población”. Lo importante, según señala, es que las edificaciones se construyan con características antisísmicas que son “baratas y no tienen costes añadidos para las edificaciones”.

Por último, el enjambre sísmico del Mar de Alborán también podría tener otra consecuencia. El geólogo Nahúm Méndez coincide con el resto de expertos en que ahora mismo no tiene ninguna repercusión para el mar porque la serie de terremotos que se están registrando son “normales”, pero existe la “remota” posibilidad de que si ocurre un seísmo de gran magnitud (superior a 7 mbLg) acabe apareciendo un pequeño islote en mitad del agua. “Hay terremotos que provocan hundimientos y otros que elevan el terreno”, dice Azañón, a la vez que considera “poco probable” que surja una pequeña isla en uno de ellos. No obstante, nunca se puede descartar porque los movimientos telúricos son impredecibles para el ser humano.

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