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Me iba de vacaciones, pero los inmigrantes se jugaban la vida

Así quedó el asentamiento chabolista de Lepe tras el incendio.

Francisco Santana, Policía Local de Lepe (Huelva)

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Comenzando mis vacaciones. 

Hay un dicho que dice: “En los momentos críticos la policía corre en sentido contrario que todo el mundo”. Os cuento mi experiencia como policía. Las 6:15 horas de la mañana, me faltan 45 minutos para finalizar el servicio de turno de noche y disfrutar de mis vacaciones, mientras patrullamos comento con mi compañero Julio los planes que tengo para mis vacaciones. De pronto nos comunican por la emisora que se está produciendo un incendio en el asentamiento chabolista del cementerio de Lepe (Huelva). Nos pilla cerca, y nos plantamos inmediatamente en el lugar, somos los primeros servicios de emergencia en llegar, y ambos exclamamos en voz alta: ¡Otra vez! Porque no es el primer incendio que sucede en ese lugar, pero si el primero que ocurre de madrugada, y sabemos que las personas que allí residen se encuentran dormidas. 

A pesar de que el fuego está extendido y el fuerte viento lo propaga a gran velocidad, ambos decidimos entrar en el asentamiento para alertar a las personas que se encuentran dormidas. Nos dividimos y cogemos una zona cada uno, vamos golpeando puerta a puerta de cada chabola, las personas van saliendo y salen huyendo del lugar, mi compañero y yo seguimos corriendo en dirección contraria que todo el mundo, nos vamos acercando cada vez más al fuego, sientes un calor abrasador en la cara y jamás podía imaginar que el fuego se podía propagar a una velocidad tan terrorífica. 

Sólo habían pasado unos minutos de nuestra llegada y el fuego se había extendido por todas las chabolas de la parte alta del asentamiento. Llega la otra pareja de Policía Local, que igualmente toma la misma decisión que nosotros, entrar y sacar al mayor número de personas posible. De pronto, se produce la primera explosión por el estallido de una bombona de gas, provocando una bola de fuego de más de 20 metros de altura, me tiemblan las piernas y pienso: “Tengo que salir inmediatamente de este lugar”. Ayudo a un señor con sus cosas y salimos juntos, en el camino encuentro una bombona de gas, la cargo y la saco hacía la carretera. 

El fuego esta descontrolado, el fuerte viento del norte lo alimenta y lo hace voraz, ya solo podemos obsérvalo desde la carretera y rezar para que nadie haya quedado atrás. Finalmente llegan los bomberos y el resto de servicios de emergencias, que realizan eficientemente su trabajo y luchan para poder apagarlo.

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