Málaga capital: alcalde ubicuo, segundas oportunidades y confluencia malograda
Mariano Rajoy eligió Málaga para arrancar la campaña a las elecciones municipales y frente a la sede de la Colección del Museo Ruso cubrió de piropos al candidato a la Alcaldía de la ciudad, Francisco de la Torre. Éste, aspirante a quinta legislatura, se le vio emocionado por tanto halago presidencial. Asentía en gesto de agradecimiento, aunque aquello también podía interpretarse como el homenaje a un buen soldado que presta un último servicio: ganar nuevamente las elecciones y luego ya se verá. Hay un rumor aireado por la oposición, que tampoco queda en muy buen lugar: ganará y se irá, dejando en su puesto a Elías Bendodo, el presidente provincial del PP y presidente de la Diputación.
Las encuestas publicadas este fin de semana corroboran la primera premisa (ganará el PP, dicen) pero introducen un matiz. De la Torre obtendría entre 15 y 16 concejales (según Sigma-Dos para Sur) o 14 (Commentia, para Grupo Joly). Ahora tiene 19 y la mayoría absoluta está en 16, así que se plantea con casi toda probabilidad un escenario de pactos. Ciudadanos, que irrumpiría con cuatro representantes según las encuestas, ya ha anunciado que no entrará en el gobierno municipal si no gana. El desgaste del PP no alimenta al PSOE, que se derrumba hasta los seis o siete ediles (dos o tres menos que en la actualidad) y sí a las nuevas formaciones, entre las que surge, a la izquierda, Málaga Ahora (apoyada por Podemos), con tres o cuatro concejales. Izquierda Unida, integrada en Málaga para la Gente, perdería uno de sus tres concejales.
PP: agarrado a De la Torre
De la Torre se presenta como el gran activo del PP, que resiste el desgaste aferrado al carisma del regidor. Al alcalde, en política desde hace más de 40 años (fue nombrado presidente de la Diputación Provincial en 1971) se le considera un personaje cercano, capaz de sacar libreta y bolígrafo para apuntar quejas ciudadanas. A veces parece que le impulsa una energía misteriosa, tal es su ubicuidad en actos políticos, negociaciones de madrugada y eventos populares. Lo mismo da un certamen de verdiales, la inauguración de una gran pantalla o una feria gastronómica. El pasado diciembre, dos niños cayeron por una alcantarilla y a medianoche el alcalde se presentó en el lugar. De la Torre, regidor y senador durante gran parte de la legislatura, es el alcalde que está. O que aparece. La cuestión es qué ha hecho para mejorar el estado de las alcantarillas.
El PP dice que todo está mejor. Que hay muchos cruceros, y muchos turistas y muchos museos que visitar, y que Málaga es el destino urbano que más crece en España. “Málaga se ha salido. Málaga sólo da buenas noticias”, dijo Rajoy el jueves. Pero las noticias tienen un envés: el Centro Pompidou y la Colección del Museo Ruso colocan a la ciudad en las portadas internacionales (“¿Cómo lo han hecho? Sólo hay una respuesta: con Paco de la Torre. Porque en él (sic), todo es posible”, dijo uno de sus concejales en un Pleno), pero esos museos subcontratan vigilantes de sala por cinco euros la hora; el centro luce, pero la ciudad está a la cola de limpieza y a la cabeza de gasto por habitante, según una reciente encuesta de OCU; se habla de transparencia, pero la web de datos abiertos del Ayuntamiento no hay quien la entienda. La deuda, según el Banco de España, es de 638 millones de euros (el 107% del presupuesto). El alcalde habla ahora de una estrategia para facilitar la inversión, “Málaga to live, Málaga to invest”.
PSOE: otra oportunidad para María Gámez
María Gámez se presenta por segunda vez, después de cosechar menos de la mitad de los votos que De la Torre en 2011 (57.245 frente a 123.655). Fue la única aspirante en las primarias y su lista, contra la que no se podía votar, recibió críticas por cerrarse en torno al “aparato”. El partido recibió un soplo de esperanza en marzo: ganó las elecciones andaluzas en la provincia y en la capital se quedó a sólo 5.000 votos del PP. Las encuestas dicen ahora que, llegado el momento de elegir alcalde, el tajo al voto popular no caerá al saco socialista. La candidata no ha aclarado qué hará si pierde otra vez.
Gámez se ha pateado los barrios durante los últimos meses, intentando recoger las sensibilidades no atendidas por el equipo de gobierno. Su programa recoge temas pendientes de solución: “El PSOE es el único partido que puede acabar con los lastres y los proyectos inacabados de la ciudad durante años”. Sobre la mesa, la remunicipalización de Limasa (prometida para 2017) y un plan de choque contra la suciedad, un plan contra la exclusión social, un plan de empleo, la peatonalización del puente de Tetuán, un proyecto para el cauce del Guadalmedina, el derribo de los edificios los cines Astoria-Victoria (un lunar de una década en la Plaza de la Merced), la reducción al 50% de los cargos directivos y de confianza, presupuestos participativos, un gran parque y hasta la reforma de la fiscalidad municipal.
Málaga para la Gente: el fracaso de la confluencia
De la escisión del Ganemos original, que se produjo en noviembre de 2014, quedaron a un lado IU y otros partidos menores, y al otro una amalgama de mareas y movimientos en torno a Podemos y Equo. Aquel divorcio produjo un agrio cruce de reproches, aunque las partes han llegado a una especie de pacto de no agresión y Málaga para la Gente no descarta acuerdos post-electorales. De la separación, parece que quien peor parado sale es la coalición de partidos en torno a IU: perdería, dicen las encuestas, uno de sus tres concejales. Málaga para la Gente está liderada por Eduardo Zorrilla, un abogado que ya ha dicho que la que viene será su última legislatura.
Ellos, insiste su candidato, sí son de izquierdas. Algunas de sus propuestas son similares a las de otros partidos, como que Limasa vuelva a ser pública. Otras son propias: un plan extraordinario ante la exclusión social, el impulso de la participación ciudadana, un plan para extender a 100 kilómetros al carril bici actual (es habitual ver al candidato en bicicleta) o la articulación de mecanismos de protección de edificios históricos hoy semi-abandonados. Zorrilla pretende revocar el convenio con la promotora Braser para evitar la demolición del edificio de La Mundial.
Ciudadanos: la irrupción del partido bisagra
Que el partido naranja cabalga la buena ola es indudable. En las andaluzas logró casi 80.000 votos y dos diputados, y las encuestas reflejan ahora su irrupción en el ayuntamiento con cuatro concejales. El candidato es Juan Cassá, que dice dedicarse a la consultoría de asuntos turísticos. Rosa María González (exmiembro de la Junta Directiva provincial) interpuso una querella (según Cassá, ya archivada) acusándole de “prácticas autoritarias, déspotas y dictatoriales” y de falsear el contenido de un acta. Durante el proceso de primarias se vertieron críticas anónimas por maniobrar con otras agrupaciones locales para garantizar su candidatura y manejar información del censo de electores.
De momento, su programa se articula en torno a cinco compromisos para “mirar a la cara de los malagueños”, transparencia, agilidad, responsabilidad, disponibilidad y reactivación, y un decálogo de iniciativas. Ciudadanos ha propuesto una reducción del IBI que pagan los propietarios en entidades urbanas de conservación y cambiar el impuesto sobre plusvalías para eximir la herencia de la vivienda habitual. Cassá, que formó parte durante unos meses del partido fundado por Mario Conde, ya ha prometido que sólo entrará en un gobierno municipal si gana. Sin embargo, su apoyo se perfila clave para garantizar la gobernabilidad del PP.
Málaga Ahora: dos meses para darse a conocer
La segunda de las listas surgida del Ganemos original rebasaría a IU (Málaga para la Gente) con tres o cuatro concejales. En ella hay militantes de Podemos (cuya asamblea general en Málaga decidió “apoyar” esta candidatura), entre los que se incluye la cabeza de lista, la abogada Ysabel Torralbo, y gran parte de sus miembros se integran en La Casa Invisible, un centro cultural y social ocupado desde 2007. Si se atiende a su inexperiencia y a las dificultades para que cristalizara (que van desde el cisma con IU, en noviembre, hasta el forzado cambio de marca –Ganemos por Málaga Ahora, apenas a dos meses de las elecciones-), las proyecciones son muy buenas. Si se piensa en diciembre, cuando sus simpatizantes extrapolaban los datos de apoyo a Podemos, no tanto.
Málaga Ahora se ha vinculado con otras candidaturas llamadas “ciudadanas” (como Ahora Madrid y Barcelona en Común) y ha hecho bandera de participación en la elaboración de su programa, que se articula en torno a ocho ejes: Democracia y Transparencia, Economía y Empleo, Derechos Sociales y Vivienda, Feminismos y LGBTIQ, Medio Ambiente y Sostenibilidad, Urbanismo y Patrimonio, Educación y Cultura y Seguridad y Derechos Civiles. Sus candidatos han suscrito un compromiso ético que podrá llevar a su revocación en caso de “pérdida de confianza significativa”. Ese código obliga a llevar a consulta cualquier pacto que exceda de su programa.