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El equipo de rescate encuentra el cuerpo sin vida de Julen

Vehículos de la Guardia Civil abandonan de madrugada el lugar donde ha sido hallado el cuerpo sin vida del pequeño Julen

Néstor Cenizo

Totalán —

Los equipos de rescate localizaron el cuerpo sin vida del pequeño Julen al filo de la una y media de la madrugada, según confirmó poco después la Subdelegación del Gobierno en Málaga. Fue el fatal desenlace de un operativo de búsqueda que ha durado 13 días y en el que han colaborado más de 300 personas. Las condolencias a la familia no se han hecho esperar desde primera hora de la mañana. El delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ha avanzado que hoy mismo se podrían conocer los primeros datos de la autopsia.

El pozo de Totalán al que cayó el niño, de dos años y medio, ha sido el centro de las miradas desde aquella fatídica jornada del domingo 13 de enero en la que el niño, de la barriada malagueña de El Palo, cayó a un pozo de unos 100 metros de profundidad y apenas 25 centímetros de diámetro mientras jugaba cerca del Cerro de la Corona, al que su familia había acudido para pasar el domingo. En torno a las dos del mediodía sus padres y los servicios de emergencia dieron el aviso, y se movilizó un dispositivo de rescate que ha trabajado día y noche hasta esta pasada madrugada.

Últimas dificultades del rescate

La Guardia Civil informó a última hora de la tarde de este pasado viernes de que una nueva veta “de extrema dureza” había obligado a practicar una cuarta microvoladura, que debía ser muy precisa ya que los mineros estaban muy cerca ya de donde se supone está Julen.

A este último tramo, habiendo cavado ya 3,35 metros de la galería de unos cuatro metros, se habían incorporado tres topógrafos para dirigir el tramo final y cuatro guardias civiles miembros del servicio de montaña. El portavoz de la Benemérita indicó que los rescatadores últimos serán de la Guardia Civil. Cada microvoladura tardaba unas dos horas, o dos horas y media.

Doce días después de empezar a buscar al niño Julen Rosello en el agujero de la montaña donde se le perdió la pista, los mineros asturianos avanzaron este viernes hasta casi tocar con los dedos el tapón, extrañamente duro, bajo el cual se supone que está el crío. Durante la noche del jueves y todo el viernes escarbaron la tierra y la roca dura, metamórfica, que esconde este complejo maláguide que da cuerpo a las montañas de la costa de Málaga y Granada.

No fue una tarea fácil, porque no puede serlo horadar rocas de decenas de millones de años a base de pura fuerza bruta. Hay que recurrir a explosivos, con pequeñas voladuras capaces de desgajar la roca, de riparla, en el argot de los geólogos. Escarbar un pequeño hueco. Colocar el explosivo. Salir. Ventilar. Así cuatro veces a lo largo de viernes.

A mediodía del viernes, los ocho mineros de la brigada de Salvamento Minero habían recorrido tres metros y 15 centímetros, de los cuatro a los que se supone el tapón, 71 metros por debajo de la boca original del pozo. Para llegar a ese punto, hubo que realizar tres “microvoladuras controladas”, y mandar al helicóptero de la Guardia Civil a Sevilla en busca de más material, por si fuera necesario.

Las microvoladuras finales

El sistema lo explicó Jorge Martín, portavoz de la Guardia Civil, en su comparecencia de mediodía, cuando se había avanzado metro y medio. “Les voy a explicar el proceso de cada microvoladura, para que entiendan la complejidad”, dijo: “Dos mineros descienden hacia el punto donde se está construyendo el túnel horizontal, y perforan en el terreno distintos agujeros donde serán introducidas las cargas explosivas. Una vez que han terminado estos orificios, ascienden a la superficie y son relevados por dos guardias civiles especialistas en espeleología y voladuras, que (…) introducen las cargas explosivas. (…) Detonan la carga explosiva que ha sido preparada por el grupo de desactivación de explosivos de la Guardia Civil (…). Y este proceso lleva aproximadamente hora y media. Posteriormente hay que esperar 30 o 40 minutos para extraer el aire de manera forzada desde abajo (…). Desde el principio de las microvoladuras al final hay más de dos horas”

El resumen venía solo: “La montaña manda en nuestros trabajos”.

Rocas metamórficas del Paleozoico

Con explosivos, pero también con un martillo percutor y a pico y pala, los ocho mineros asturianos han entrado en una montaña. Percutiendo en roca de millones de años. José Miguel Azañón, catedrático de Geodinámica y experto en geomorfología tectónica y geología aplicada, conoce bien la composición de este terreno. Fue uno de los expertos consultados el primer día para saber qué máquinas harían falta para perforar el cerro.

“La particularidad que tiene es que no es uniforme”, explica: “Se alternan rocas con una resistencia muy grande, como la cuarcita [areniscas con cuarzo], con otras más débiles como las pizarras”. Incluso podrían haber aparecido gneises, “intercalaciones con forma lenticular”. Es decir, como una lenteja: convexa por ambos lados.

En cualquier caso, todas rocas metamórficas. Es el llamado “complejo maláguide”, llamado así porque aflora en Málaga “lo suficientemente bien” para ser definido, pero abundante también en Granada, y presente en Almería, Murcia o incluso Baleares. “Es un conjunto de rocas metamórficas constituidas fundamentalmente por pizarras, filitas, esquistos, calizas y areniscas cuarcíticas”, comenta el experto.

Un complejo rocoso y variable, característico de la zona interna de la Cordillera Bética, y formado por rocas de edad Paleozoica, que pueden tener más de 200 millones de años de antigüedad. “La edad es difícil de precisar. Los geólogos cuando hablamos de edades tenemos un margen con millones de años”, matiza Azañón.

Esta zona “tiene la particularidad que está muy tectonizada, con muchas fallas que lo debilitan”. Si fuera siempre así, los mineros avanzarían más rápido. “Pero de vez en cuando aparecen bancos cuarcíticos, con cuarcitas o gneises, todas rocas metamórficas, que tienen una dureza mayor que el conjunto”. Y aquí vuelven a ralentizarse los trabajos, y es necesario meter explosivo y volar la roca.

Hay otro factor que influye: “La parte superior está alterada, por el contacto con la atmósfera, y eso la hace más fácil de manejar. Pero cuando profundizas están menos alteradas, menos fisuradas, por tanto más frescas, y necesitas microexplosivos muy controlados”.

Es su “ripabilidad” la que marca si se necesitarán explosivos o no, pero no hay roca que resista. Tardará más o menos, pero todas ceden.

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