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La “burbuja” de las granjas intensivas de cerdos que no quieren en Guadalajara

Foto: Pacma

Carmen Bachiller

En Aragón hay una creciente oposición a las granjas intensivas de cría de cerdos, algo que ocurre también en Cataluña o Castilla y León. Distintos colectivos ciudadanos se han organizado para denunciar los perjuicios para el turismo, los malos olores e incluso la contaminación. Pero si estas regiones ya no ‘aguantan’ este tipo de negocios, sus promotores comienzan a explorar otros territorios. Objetivo, en este caso, Castilla-La Mancha y, más en concreto, la provincia de Guadalajara.

La alarma la ha hecho sonar una plataforma ciudadana, apoyada por Ecologistas en Acción. Decenas de vecinos se han convertido en oposición activa de estas “macrogranjas”. De momento se conocen dos proyectos en Guadalajara. Uno en Riofrío del Llano, presentado hace un año (con 1.560 ejemplares de cerdo, ampliables a otros tantos en dos meses) al que el Ayuntamiento ha denegado la licencia y otro en Querencia, una pedanía de Sigüenza, donde la explotación superaría los 6.000 ejemplares. Ambas explotaciones (a muy pocos kilómetros de distancia) tienen algo en común. Buscan instalarse en zonas despobladas pero de gran valor, medioambientalmente hablando. Entre otras cosas porque están incluidos en la Red Natura 2000.

Maite Pérez es portavoz vecinal de Riofrío del Llano. “Nos dimos cuenta del impacto medioambiental que podría producir en pueblos tan pequeños como el nuestro y con una instalación a apenas 1.004 metros del casco urbano”. Ha estudiado los precedentes y asegura que este tipo de granjas convierten el entorno en “tierras vertedero”, cuyo subsuelo acaba contaminado y no pueden utilizarse para la agricultura “en años”.

Las granjas dejan sin agua a la zona

Miguel Ángel del Olmo, miembro de la Plataforma Pueblos, Valle  y Salinas del Salado añade un segundo problema: el del agua. Vive en Riba de Santiuste, municipio con “graves” problemas de suministro, hasta el punto de necesitar camiones cisterna hasta hace unos cinco años. Entonces se pensó en utilizar pozos para extraer el agua del subsuelo. Debido a su salinidad, hubo de construirse una desaladora. “La granja intensiva necesita una cantidad enorme de agua para que beban los cerdos y sobre todo para limpiarlos. En el momento en que empiece a bombear agua nos seca los pozos y manantiales del valle del río Salado”.

El promotor no se plantea llevar los purines a una planta de tratamiento sino que su idea es trasladarlos a las tierras de labor de la zona. Y eso, que podría tener un efecto de abonado positivo, al tratarse de una explotación tan grande, provocará que “el olor sea  insoportable, habrá moscas y contaminación de las aguas cuando se filtren al subsuelo, a los ríos y a los pozos de huerto que la gente tiene en la zona”.

Por eso, los propietarios de la zona  se han organizado y recogido firmas y han creado una plataforma para impedir que los purines se viertan en sus tierras. No le ven ninguna ventaja. Ni siquiera la del empleo. En una reunión con el promotor, explica del Olmo, “nos comentó que daría empleo a  nueve personas, entre la pequeña granja que ya tiene en la localidad de Valdelcubo y la nueva instalación. Realmente creará tres puestos”.

Explica que “en Europa se hartaron de este tipo de negocio, lo trajeron a los países del sur de y ahora las Comunidades Autónomas que lo padecen tratan de quitárselo de encima con legislaciones duras. Los proyectos emigran entonces a regiones que no les ponen impedimentos”. Como Castilla-La Mancha.

Una teoría  que confirma Maite Pérez porque, asevera, “este tipo de proyectos generan un efecto invernadero que solo se ve a largo plazo, por la emisión de metano y amoniaco en grandes cantidades. Te quedas sin agua. Sólo hay que ir a Vic, en Barcelona, para ver el sufrimiento que tiene la gente de alrededor”.

“El pequeño ganadero es el que pringa para deshacerse de la mierda”

Son granjas automatizadas que normalmente, explica Maite Pérez, “tienen detrás a integradoras de pienso que montan la explotación y  aseguran así de dar salida a sus piensos que comen miles de cochinos. Ellos mismos son los que luego los llevan al matadero. Es un negocio cerrado”.  Miguel Ángel del Olmo añade que “siempre cogen a un pequeño ganadero que es el que al final pringa para deshacerse de la mierda, hablando mal. Es una tarea que no gusta a las grandes empresas que son las que realmente se llevan la ganancia”.

En el caso del proyecto de Querencia, creen que al ganadero promotor, que ya tiene una pequeña explotación, “le han debido calentar la cabeza diciéndole que se va a hacer millonario pero los que se enriquecen son otros y mientras nos hacen la puñeta a toda la comarca”. De hecho, la portavoz vecinal cree que “si el pequeño ganadero no tiene visión de futuro termina en la ruina. Al principio les pagan bien pero luego van rebajando precios. En Soria hay cientos de granjas abandonadas. Es una burbuja”.

De momento el proyecto de Riofrío del Llano está parado pero quienes viven en el entorno de Sigüenza se temen lo peor. “Como la granja es tan grande, el radio de acción de parcelas que va a necesitar también lo será. Está a 18 kilómetros de Sigüenza y el promotor ya ha pedido parcelas en la propia ciudad”, asegura del Olmo.

“Están viniendo como moscas a Castilla-La Mancha. Nos lo dijo el director provincial de Agricultura en Guadalajara. Hay solicitudes de dos, tres y hasta cuatro granjas a la semana en la región. En dos años nos convertimos en el vertedero de purines de España”.

El alcalde reconoce “preocupación” pero deriva la decisión a la Junta

Mientras, el alcalde de Sigüenza, José Manuel Latre, no esconde su incertidumbre ahora que la ciudad despega turísticamente hablando. Cuenta con un importante parador, una interesante arquitectura y una profusa actividad gastronómica y artesana. Sus pedanías también son referente cultural y medioambiental en la comarca. “Somos una zona turística y hay que prevenir para que lo que se está consiguiendo en Sigüenza se estabilice”. Sin embargo, Latre es consciente de que no se puede coartar la iniciativa empresarial. “Intentaremos que en caso de que fuera hacia adelante sea lo menos dañino posible”.

De momento no hay solicitud de licencia de obras ante el Consistorio que acaba de aprobar, por unanimidad y de forma “provisional”, una ordenanza sobre vertidos de residuos agrícolas y ganaderos  que se encuentra en periodo de alegaciones. Sigüenza se ‘protege’ así de lo que se avecina.

Latre reconoce “preocupación” en la comarca porque este tipo de granja “puede generar retrocesos en actividades como la turística” pero añade que “este tipo de explotación necesitará un informe integral de la Junta a través de la Consejería de Agricultura”. Además, deberá cumplir con las normas urbanísticas del municipio. El arquitecto municipal aún estudia el proyecto para emitir el correspondiente informe que, insiste el alcalde, “debe tener una tramitación mucho más densa”. Una ‘patata caliente’  que sitúa en ámbito del Gobierno de Castilla-La Mancha. Para Miguel Ángel del Olmo, el Consistorio no debería “escabullirse”  a la hora de decidir. “Nos tememos que el informe sea favorable”. De momento, todo está en el aire.

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