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Alicante feminista, ciudad sin miedo

Vanessa Romero

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3:45 am de un sábado cualquiera, mi teléfono suena, es Rocío “avísame cuando llegues a casa”. Guardo mi móvil. Las calles están desiertas. Tal vez no debí haberme pedido aquella última copa, no me di cuenta de que no me quedaría dinero para coger un taxi. De todas formas, no vivo lejos. Comienzo a sentir pasos detrás de mí. Un hombre de mediana edad me sigue. Mi corazón se acelera, y acelero el paso. Prefería la calle desierta. El camino a casa es más largo por aquí, pero evito las callejuelas en favor de las grandes avenidas, al menos pasa algún coche de vez en cuando. Vuelvo a respirar más tranquila, el hombre que me seguía, tuerce la esquina. Llego a casa. “Ya estoy en casa, descansa” le mando a Rocío. Son las 4:05 am.

Esta anécdota solo es un ejemplo de una situación que muchas hemos sufrido. Y sí, pasa también en nuestra ciudad. ¿Cuántas veces hemos mandado ese mensaje a una amiga, pareja, a algún familiar? Cuando decimos que llegamos bien, queremos decir que llegamos vivas. Que ningún tipo abusó de nosotras, nos violó o nos mató de regreso a casa. Y este temor que sentimos las mujeres no es infundado, no. Recordemos que en nuestro país se produce una violación cada 5 horas, que en 2017 se registraron más de 2.200 denuncias por agresiones sexuales y violaciones, y que en lo que va de año, ya son 15 las mujeres que han sido asesinadas por violencia machista, es decir, por el mero hecho de ser mujeres.

Este 8 de marzo entre los muchos motivos que tenemos para salir a la calle uno de ellos es evidenciar que las mujeres, con nuestro trabajo invisible, con nuestras dobles jornadas, con los trabajos de cuidados constantes, con la precariedad y el paro, sostenemos el mundo. Otro no menos importante es, justamente, acabar con la situación que ejemplificaba en el primer párrafo de inseguridad y de miedo. En los dos aspectos hay mucho que hacer a nivel de educación, a nivel estatal y autonómico, pero también tenemos una asignatura pendiente a nivel municipal.

Esta ciudad debe pensar su futuro en clave feminista de manera transversal, desde el modelo productivo hasta el urbanismo, pasando obviamente por la educación y la protección de las mujeres. Tengo esperanza en que con el próximo ciclo se abra una oportunidad para hacer un Plan estratégico en esta clave, para que Alicante sea una ciudad que ponga los cuidados en el centro y que ofrezca un futuro de igualdad.

Mientras tanto, uno de los pocos debates que se han tenido en esta ciudad ha sido alrededor precisamente del ejemplo que ponía al principio: la seguridad.

¿Y qué fue lo que se le ocurrió al alcalde para que las mujeres volvamos seguras a casa? Poner paradas fucsia intermedias para las líneas nocturnas, paradas que llamaron “antiacoso”. ¿Estudiar la posibilidad de implementar paradas a demanda por la noche? Para qué. El señor Barcala pensó que es mucho más seguro que las mujeres de nuestra ciudad – recuerdo que un 65% de las usuarias de las líneas nocturnas son mujeres entre 16 y 25 años – que puedan sentirse inseguras tengan que esperar en paradas que por el hecho de ser fucsias protegen automáticamente frente a una agresión machista en vez de dar la flexibilidad suficiente para garantizar la máxima seguridad.

Seguramente la intención del señor Barcala sea la mejor, pero le animo a realizar una experiencia que otras ya hemos hecho antes, hasta sin querer. Le invito a recorrer las calles de nuestra ciudad con una mirada diferente, desde la perspectiva de una mujer que vuelva sola a su casa de madrugada. Al problema del transporte se le suma encontrar calles estrechas y mal iluminadas, zonas de la ciudad aisladas o degradadas, que no nos hacen sentir especialmente seguras. Como decía no se trata de una cuestión puntual o parcial, se trata de elaborar un plan de ciudad con esta perspectiva: si impulsamos barrios vivos, con zonas comerciales, barrios que inviten a ser paseados, la inseguridad va desapareciendo. Pero la mejor forma de acabar con esta lacra social que nos afecta a las mujeres es educar desde la igualdad, y eso se empieza a trabajar desde los colegios, desde nuestras casas; una Alicante, por ejemplo, en la que se fomenten talleres con perspectiva de género en centros educativos será, poco a poco, una Alicante más segura para sus mujeres.

Y a las mujeres que me estáis leyendo, os pido un favor: la próxima vez que mandéis un mensaje avisando de que llegasteis, no pongáis “llegué bien”, escribid “llegué viva”. Porque así nos queremos, vivas y libres, y es que nos sobran los motivos para este 8 de marzo volver a parar el mundo.

*Vanessa Romero, candidata al Ayuntamiento de Alicante - Secretaría de Participación de Podemos Alicante

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