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Lo que importa

Miguel Ángel Cerdán

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A los poderosos les suele gustar el ruido y la furia. Con ellos, junto con himnos y fanfarrias, intentan aturdir el sentido común de los ciudadanos. Persiguen, y todavía más cuando se acerca un periodo electoral, marcar los límites del terreno de juego allá donde les es más propicio, anular el raciocinio y que se olvide lo que de verdad importa. Y éste país no se puede permitir olvidarse de lo que importa. Ya no.

Así, en primer lugar conviene que nos centremos en uno de los pilares básicos de nuestra Sociedad; la Sanidad. Y en un rápido análisis de lo que ha sido la gestión del PP y de las perspectivas de futuro, podemos empezar por el brutal hachazo que han propinado las huestes del señor Rajoy. De esta forma, entre el 2011 y el 2013 hubo un recorte de 6.340 millones de euros, pasándose de un gasto que suponía el 6,3% del PIB en el 2011 a un 5,9% del PIB en el 2013. Y lo peor, lo más dramático es que según el Plan enviado por el gobierno a Bruselas se prevé que en el 2018 el gasto sanitario descienda a un 5,3% del Producto Interior Bruto. Estas brutales cifras adquieren más relevancia si tenemos presente que Estados Unidos gasta más de un 15% de su PIB en Sanidad, más del doble del porcentaje que España pues, y que dejaba a 30 millones sin cobertura cuando nuestra cobertura era universal. De hecho, según Newsweek y Bloomberg, así como el Global Retirement Index, España se encontraba, antes de los brutales hachazos propinados a nuestro Sistema Sanitario público, entre los cinco países que mejor sanidad ofrecían a sus habitantes.

En esta ola de hachazos y de desmantelamiento de nuestro Sistema Sanitario público, conviene explicar así mismo que se han perdido 20.500 empleos, lo que equivale al cierre de 20 hospitales con 1.000 profesionales cada uno o 410 centros de salud de 50 profesionales. Y también conviene explicar que la Comunidad Valenciana ostenta el triste honor de situarse entre los primeros lugares del ranking en recortes, con un descenso del gasto sanitario por habitante del 15,5% entre el 2011 y el 2013.

Por partidas sanitarias, a la hora de analizar el descenso del gasto en esos años, hubo una caída del 10,9% en atención primaria, del 15% en gasto farmacéutico y del 18,6% en traslados, prótesis y aparatos terapéuticos. Y por último, pero no por ello menos importante, hay que señalar el copago que se estableció para pensionistas casi de forma generalizada en cuanto a medicamentos.

Son cifras tremendas. Y detrás de ellas están personas, personas que han sufrido y que son lo único que importa.

Tras la Sanidad, la Educación puede ser considerada el siguiente gran pilar de la igualdad de oportunidades, de aquello que constituye el Estado de Bienestar. Y tal vez por ello, y seguramente no sea casualidad, ha constituido para el PP otro objetivo fundamental en su labor de derribo de lo público.

De esta forma, conviene recordar, y más en estos tiempos grises en los que lo obvio debe evocarse una y otra vez, que el gasto en Educación de este país llamado España pasó de representar un 5,02% del PIB en el 2009 a ser un 4,39% de nuestro Producto Interior Bruto en el 2014. Y también es importante señalar que si bien nuestro país nunca ha alcanzado la media de la UE en lo referente a inversión en Educación, nos estamos alejando a marchas forzadas y que apenas los países bálticos y Rumanía invierten un menor porcentaje que el nuestro en el capítulo educativo. Y lo que es peor, según las propias previsiones enviadas a Bruselas por el gobierno del señor Rajoy, en el 2018 España invertirá en Educación apenas un 3,7% de nuestro PIB, un porcentaje que nos sitúa en la tabla media de los países tercermundistas, y que es un poco más de la mitad del porcentaje que por ejemplo dedica Finlandia a este capítulo.

Este brutal hachazo a nuestro Sistema educativo ha tenido varios apartados. Así, entre el 2012 y el 2014 los centros públicos españoles perdieron casi 25.000 profesores, el equivalente, para entendernos, de 500 Institutos de Educación Secundaria con una media de 50 profesores de claustro. Al mismo tiempo, 200.000 familias han dejado de percibir las ayudas para libros de texto. Y la dotación de becas, tanto del Gobierno central del señor Rajoy como de los distintos gobiernos autonómicos, se derrumbó estrepitosamente al mismo tiempo que las tasas universitarias se disparaban. Como consecuencia de esto, el número de estudiantes universitarios descendió en más de 45.000 personas. Y lo que es peor; la igualdad de oportunidades se convirtió en una entelequia.

Son sin duda cifras y hechos dramáticos. Y lo son mucho más si tenemos en cuenta de donde partimos, del retraso histórico que España ha padecido en temas educativos, de que hace apenas cincuenta años sólo el 6% de los jóvenes españoles cursaba el bachillerato y del tremendo analfabetismo funcional que se padecía en este país. De ahí que los ataques a la enseñanza pública y a sus profesores de los nostálgicos de 'El Pilar' como conformador de élites no sean casualidad. De ahí además lo miserable del silencio de otros.

En este desmantelamiento de lo público, en los hachazos a todo lo que constituya un mínimo Estado de Bienestar, el gobierno y el partido del señor Rajoy no se han limitado sin embargo sólo a la Sanidad y a la Educación. Han atacado también con especial virulencia a los servicios y prestaciones sociales. Y las cifras son tozudas.

Así, el gasto de las diversas Administraciones Públicas en servicios sociales descendió del 1,60% del PIB en el 2011 a ser inferior al 1,40% del Producto Interior Bruto un par de años después. Con ello, y si bien es cierto que nació sin una consignación económica digna de ese nombre, quedó en papel mojado la llamada Ley de Dependencia. Y además, como no podía ser menos, la Comunidad Valenciana tuvo el triste honor de encabezar el ranking negativo, siendo, con 196,1 euros por habitante y año, la comunidad autónoma que menos dinero destinaba a gasto social. Mientras, el País Vasco gastaba en el mismo capítulo 541,2 euros por habitante. No es extraño pues que en Valencia se dispusiera un copago brutal a los discapacitados, copago que ha sido, uno más, motivo de bochorno para los habitantes de esta comunidad.

Al mismo tiempo, mientras nuestro país batía y bate records de desempleo, y en todos sus frentes, desde el desempleo juvenil al de larga duración, el gobierno del señor Rajoy se encargó de hacer descender la cobertura del desempleo a menos del 60% de aquellos que tenían experiencia laboral previa. Y es más; hoy en día sólo una sexta parte de los potenciales beneficiarios de la ayuda a los parados de larga duración cobra la ayuda de 426 euros. Lamentable.

Cómo también resulta lamentable que se hayan recortado las pensiones de nuestros ancianos, con una actualización diseñada para estar siempre por debajo del IPC. Y es más, según los cálculos del propio ministerio de Empleo y Seguridad Social, los gastos en pensiones descenderán notablemente tras las próximas elecciones; la intensidad de los recortes se duplicará.

Esta es la realidad, la lamentable realidad, que el gobierno, su partido, y sus aliados directos e indirectos, intentan ocultar bajo banderas y fanfarrias, apelando a la movilización emocional más burda. Depende pues de nosotros, los españoles, decidir si entramos en su juego o, por una vez, y sin que sirva de precedente, hacemos que paguen lo que han hecho, lo que nos han hecho.

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