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La imputada por la estafa de la EMT declara ante el juez que desconoce si su familia tiene cuentas en el extranjero

La exdirectiva de la EMT de Valencia Celia Zafra acude al juzgado a declarar por el robo de 4 millones de euros.

Lucas Marco

Valencia —

Celia Zafra, la jefa de Administración de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de València, ha relatado al juez cómo una voz que “hablaba castellano sin acento” le indicó telefónicamente que debía llevar a cabo una insólita operación financiera por valor de nueve millones de euros. El saqueo se quedó a medio camino, en cuatro millones. 

La única imputada en la causa por la estafa a la EMT, que investiga el titular del Juzgado de Instrucción número 18 de Valencia, no ha sido capaz de contestar categóricamente si su marido tiene abierta alguna cuenta bancaria en el extranjero, según la declaración a la que ha tenido acceso eldiario.es. El esposo y la hija de la directiva despedida gestionan o participan en hasta tres Sicav (sociedades de inversión de capital variable) valoradas en más de siete millones de euros, tal como informó este diario. Cuando el juez ha preguntado si le consta que la empresa de su marido o su hija empresaria tienen abierta alguna cuenta en el extranjero, Zafra ha respondido que “cree que no” y que, en el caso de su hija, “está prácticamente segura de que no”.

La mujer ha declarado que no recordaba haber enviado al estafador las firmas de sus superiores, aunque cuando el juez le ha mostrado los correos electrónicos con los archivos adjuntos, ha admitido que sí que “los remitió”. Zafra tuvo algunas sospechas pero nunca incumplió el (falso) acuerdo de confidencialidad que firmó porque la colaboración que le pedían “estaba dentro de su cometido o de sus funciones de administración”, ha explicado al juez.

A la mujer, el pacto de confidencialidad le pareció “algo muy importante en este asunto”. No comentó con nadie la peculiar operación por la “trascendencia” que le dio a la confidencialidad. De hecho, el abogado de la EMT, Xavier Melero, ironizó a la salida de los juzgados con la “fe incluso mística” de la directiva en los acuerdos de confidencialidad. 

El falso abogado, explica Zafra, no tenía ningún acento extraño (no se trataba de “un español aprendido”) ni utilizaba una terminología inadecuada para el tipo de operación. Siempre se dirigió a ella de usted y llamándola “señora”. 

El estafador se hizo pasar por J. P., un abogado fiscalista de Deloitte (Zafra comprobó con una simple búsqueda en internet que efectivamente un letrado del mismo nombre es socio de la conocida firma). El tal J.P. le envió una cláusula de confidencialidad y luego recibió un correo electrónico, a todas luces falso, del concejal Giuseppe Grezzi, presidente de la EMT. El e-mail explicaba la operación e indicaba el plazo para pagar el 60% de los nueve millones que pretendían estafar. 

Celia Zafra sospechó desde el principio de las extrañas órdenes que le daba la voz por teléfono pero recordó que, un año antes, Grezzi había anunciado que la EMT asumía la gestión del parking de la plaza de Brujas, “cosa de la que no estaban enterados los trabajadores”. Lo que no le extrañó a la mujer es que contactaran con ella: “lo cierto es que ella era la persona de más alto rango que se encontraba ese día en la empresa y el cometido que le proponían era de carácter administrativo”, alega Zafra. Además, la directiva despedida pensó que la operación podía tener que ver con un proyecto “que se comentaba en la empresa discretamente” sobre puntos de recarga eléctrica de automóviles.  

El estafador insistió en que las órdenes de pago se realizaran mediante carta de pago, “por las exigencias de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para asegurar la trazabilidad”. El estafador envió por correo electrónico una factura con los datos bancarios y Zafra le devolvió una carta de pago, que envió sin firmar. A continuación, la directiva de la EMT recibió la carta de pago con las supuestas firmas del gerente y de la directora de gestión (pensó que se habría firmado “a través del despacho de Grezzi”) y la reenvió por e-mail a CaixaBank. Zafra niega haber ordenado la transferencia electrónica porque “no puede hacerlo” y “no está autorizada para realizar este tipo de operaciones”. 

Aunque lo cierto es que las transferencias se hicieron. En un primer momento, como el pago inicial no se puede hacer el 3 de septiembre a través de Bankia (a las tres de la tarde “ya no le cogieron el teléfono”), Zafra “se da cuenta de que pueden hacer la operación a través de CaixaBank”, donde la EMT tenía un saldo de 24 millones de euros. Por fin, por la tarde, realizan una primera transferencia. “CaixaBank no puso ningún inconveniente a que la transferencia se llevase a cabo del modo ordinario, es decir, ordenando la transferencia a través del sistema informático”, declara la directiva. 

La mujer, antes de irse a casa “muy tarde” aquel 3 de septiembre, comprobó que la transferencia se había realizado y mandó un justificante al tal J.P. además del código SWIFT que el estafador pedía para presentarlo “a su homólogo” de la CNMV. Y así, sin comerlo ni beberlo, hasta cuatro millones de euros de la EMT volaron a una cuenta en Hong Kong mediante ocho transferencia con la misma operativa.

El 5 de septiembre, el falso abogado de Deloitte pidió a Celia Zafra los DNI del gerente de la EMT, Josep Enric García Alemany, y de la directora de gestión, María Rayón. Zafra, que conservaba fotocopias de los DNI de éstos y de otros directivos, los envió por correo electrónico. Al día siguiente, CaixaBank pide que Rayón, que estaba de baja por maternidad, pase por la oficina “porque su firma actual no coincide con la del DNI”. Zafra sostiene que envió un mensaje de WhatsApp a su superior “diciéndole que se pase” [por la oficina bancaria] y ella “le contesta Ok”. La investigada declara que no sabe si Rayón “pasó o no” pero “los de CaixaBank no volvieron a llamarla para esto”. El 6 de septiembre se realizó la segunda transferencia. 

Tres días más tarde, el gerente de la EMT volvió de sus vacaciones y Zafra dijo al estafador que iba a recoger su firma ella misma pero el falso abogado le contestó que por la supuesta cláusula de confidencialidad que había firmado no podía ponerse en contacto “de ninguna manera con ninguno de los implicados”. 

La exjefa de Administración de la EMT incluso transmitió al estafador que no se sentía “cómoda trabajando así” y el falso abogado le propuso que hablara con Grezzi pero Zafra dijo que no “molestara” al concejal. A los cinco minutos, el estafador telefoneó para comentarle que había hablado con Grezzi y que el concejal estaba “muy agradecido con su trabajo”. El falso abogado le dijo también que Grezzi se había ofrecido a hablar con ella “para despejar dudas” pero Zafra insistió en que “no se molestara”. 

El 13 de septiembre, la mujer propuso “sin motivo especial” cambiar de entidad bancaria para no hacer “tantas transferencias con el mismo banco” pero el estafador, en una estrambótica respuesta, dijo que era mejor continuar con CaixaBank porque los bancos son “muy cotillas”, lo cual era “un riesgo para la confidencialidad”. 

Tres días más tarde, el gestor de la cuenta de la EMT en CaixaBank, J.M.G. vuelve de vacaciones y gestiona las últimas transferencias. El 20 de septiembre, el gestor, que ha sido citado este jueves a declarar como testigo, le pide las facturas. Zafra consulta con el estafador si podía atender la petición y como no le contesta, envía las facturas. J.M.G. también envía a la directiva un modelo 5433 para que lo firme un apoderado de la empresa porque “sin este modelo no se podrán efectuar transferencias a China”. El falso abogado se lo envía firmado por la directora de gestión, María Rayón (obviamente se trataba de la enésima firma falsificada). 

El 23 de septiembre, tras 20 días realizando transferencias por valor de cuatro millones de euros bajo una pretendida confidencialidad, se descubre la estafa. El gerente de CaixaBank llamó a Zafra para decirle que no veía claros los conceptos de las facturas y que querían una confirmación telefónica de alguno de los firmantes. La directiva comentó con el falso abogado que la confidencialidad era ya “insostenible” pero el estafador le dijo que no se preocupara. 

Rayón preguntó a su subordinada si las transferencias eran porque “estamos pagando los autobuses chinos” y Zafra respondió: “pues no sé”. Cuando ya se había descubierto el fraude millonario, Zafra recibió una nueva llamada del estafador que grabó con la ayuda de una abogada y de una directiva de la EMT. El falso abogado, tal como contó este diario, reclamaba un pago de 700.000 euros pero Zafra, según declaró al juez, “tuvo la impresión de que en ese momento el estafador ya sospechaba” que se había destapado el fraude. 

Al final de la declaración, en la que sólo ha contestado a preguntas de su abogado y del juez, Celia Zafra ha puntualizado que durante el periodo de la estafa “no se limitó ni mucho menos a realizar esta gestión” y que la dedicación a las transferencias a Hong Kong supuso “un 10% de su trabajo”. El plan de los malhechores era birlar nueve millones de la EMT. El saqueo, una vez descubierta la estafa, se quedó en cuatro millones. 

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