Cómo ha resistido a la pandemia la residencia pública de mayores valenciana más grande y cómo se prepara para el futuro
Los centros de mayores gestionados directamente por la Generalitat Valenciana son una pequeña parte, apenas siete de un conjunto de 334 residencias de la tercera edad ya que, fruto de las políticas de la época del PP que primaron la concertación de plazas con empresas privadas, son mayoría los centros privados y concertados.
La más grande de las residencias públicas es la de Carlet, en la comarca de La Ribera, un enorme complejo que llegó a tener medio millar de plazas y que actualmente dispone de 356, con 295 de ellas ocupadas. De los más de 500 fallecimientos que se ha cobrado la pandemia en las residencias de mayores valencianas solo uno se ha producido en la de Carlet, que ha registrado 16 contagios de COVID-19 entre los usuarios y siete entre los 211 miembros de su personal. Hacer frente a la pandemia ha supuesto todo un esfuerzo de organización y un notable sacrificio del personal y de los residentes, que han tenido que mantener estrictos protocolos de aislamiento.
La vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra calificó este martes de “ejemplo de buenas prácticas” el trabajo llevado a cabo en ese centro en una visita, acompañada por la directora general de Personas Mayores, Merecedes Santiago, durante la que se entrevistó con el director de la residencia, Juan Carlos Quintanar, los integrantes del personal y residentes.
Oltra insistió también en la necesidad de “un cambio del modelo residencial” que precisamente evite centros masificados como el de Carlet para apostar por instalaciones organizadas en pequeñas unidades de convivencia, fáciles de aislar y gestionar. Y anunció la licitación por 435.000 euros de una primera fase de las obras de reforma del complejo, centrada en principio en las zonas comunes y que dará paso después a un proyecto que prevé establecer un bloque de viviendas supervisadas y otro de unidades de convivencia, dentro del propósito de “humanizar los centros residenciales para personas mayores y que se parezcan cada vez más a un hogar”.
La residencia de Carlet vivió en los primeros días de la alarma por la pandemia la escasez de medios que sufrió el conjunto del sistema sanitario y sociosanitario y tuvo que organizarse para sacar el máximo partido a los elementos de que disponía. La colaboración del Ayuntamiento de Carlet, de algunas ONG y del propio personal del centro sirvió para poder disponer, por ejemplo, de mascarillas en los primeros momentos, hasta que, a partir del 27 de marzo empezó a llegar el material enviado por la Generalitat Valenciana.
Según los documentos a los que ha tenido acceso eldiario.es, una de las decisiones clave, adoptada el 11 de marzo, fue preparar habitaciones en el bloque 3, junto a la unidad de observación, para aislamiento y evitar que el personal que trabajaba en esa zona tuviera contacto con el resto de las instalaciones.
El hecho de disponer en la residencia de Carlet, que cuenta en su plantilla con dos médicos, dos técnicos en farmacia hospitalaria, un supervisor de enfermería y 23 enfermeros, con habitaciones que disponen de oxígeno y una unidad de observación permitió crear una zona en la que aislar a los contagiados y a los residentes que habían estado en contacto con contagiados, al tiempo que se aplicaban rigurosas medidas de aislamiento del resto de residentes, para quienes se habilitaron salones y espacios diversos con el fin de evitar el hacinamiento a la hora de las comidas.
El único fallecimiento se produjo el 11 de abril y fue precisamente el del primer caso detectado en la residencia el 31 de marzo. Fue una persona trasladada, tras detectarse el contagio, al hospital de la Ribera, donde se le realizaron pruebas analíticas y radiografías de tórax y que volvió nuevamente al centro para tratamiento paliativo.
Entre el 26 de marzo y el 16 de junio se realizaron en la residencia de Carlet 575 test rápidos a trabajadores y residentes, 145 muestras de PCR y se produjeron 71 aislamientos, 14 de ellos por haber dado positivo y el resto preventivos. Al final, hubo 16 positivos entre las personas residentes y siete entre los trabajadores de la residencia.
Como el resto de residencias de mayores, con el final del estado de alarma empiezan otro tipo de medidas que la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas ha regulado y que incluyen la necesidad de disponer de un 10% de plazas para aislamiento y de contar con equipos de protección para un mínimo de cuatro semanas.
Pero la residencia de Carlet entra en otra fase largamente esperada con la licitación de las primeras obras de reforma, que consistirán en la ampliación de las zonas ajardinadas, la transformación del salón de actos en un espacio multiusos, la ampliación del gimnasio y de la zona de rehabilitación y la renovación de los espacios de ocio. Según la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, está previsto que las obras se adjudiquen en septiembre, con un plazo de ejecución de seis meses.
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