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Panorámica del odio en Álava: desde pintadas a la familia Abascal a agresiones de padres a hijos homosexuales

Pintura roja en la lápida de Fernando Buesa

Iker Rioja Andueza

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En Álava, en 2020, se produjo una sucesión de denuncias e investigaciones por delitos de odio que abarcan desde pintadas en el escaparate de la tienda de la familia de Santiago Abascal (Vox) en Amurrio hasta una agresión en una discoteca a una persona que hablaba catalán pasando por insultos a menores homosexuales o transexuales. Todos los casos están recogidos en la memoria de la Fiscalía, dirigida por Josu Izaguirre y cuya delegada para temas de “tutela penal de la igualdad y contra la discriminación” es María Vidal Beneyto. Muchos de ellos, en cambio, han acabado archivados por falta de pruebas o porque no se conoce a los autores.

El ministerio público, eso sí, refiere la falta de opciones de la aplicación informática del Gobierno vasco, llamada Justiziabat, para clasificar adecuadamente estas actuaciones a diferencia de “otras materias como la siniestralidad laboral, seguridad vial o violencia de género” a pesar de la relevancia social que están adquiriendo estos casos. “Ello dificulta el seguimiento de las causas”, entiende la Fiscalía, que asegura que tiene hacer una llevanza manual de los expedientes. Todos los cuerpos policiales aportan datos periódicamente para facilitar estas investigaciones. La Ertzaintza envía un reporte mensual y desde fechas más recientes hace lo propio la Policía de Vitoria. Como Guardia Civil y Policía Nacional apenas tienen competencias en la materia, informan cuando son conocedores de alguna denuncia de esta naturaleza. Numéricamente, el mayor volumen de casos son por discriminación nacional, seguidos de los relativos a la ideología, a la orientación o identidad sexual, a la discapacidad, a la raza y a la etnia, se puede leer en la memoria.

En muchos casos los expedientes se cierran sin condenas por falta de autor conocido. Es el caso de las pintadas contra el comercio familiar de los Abascal en la zona norte de Álava, de donde es originario el líder de la ultraderecha. Constan también otras dos actuaciones contra militantes o seguidores de Vox, tales como los daños en un coche de un afiliado en la localidad de Alegría-Dulantzi o las lesiones sufridas por un asistente a un mitin. El caso más comentado que quedó cerrado fue la paliza de unas personas encapuchadas a un joven al grito de “¡Español de mierda!” y que había creado la Asociación en Defensa de España. Esto tuvo lugar en el campus universitario y la víctima acabó con “lesiones de gravedad”. Hay otro caso en el que una persona denunció que había recibido una nota manuscrita en la que ponía “Cuida tu espalda, español de mierda”, lo que se acompañaba con una pintada en el garaje en la que se leía “Ojo”. No se localizó al responsable. Apareció también con pintadas la lápida de Fernando Buesa, exvicelehendakari y dirigente del PSE-EE asesinado por ETA. No se pudo identificar a los autores. Se ha analizado también un caso de injurias a la Guardia Civil.

Además del catalanoparlante agredido en la discoteca, simpatizantes ultras de un club de fútbol que no se determina agredieron a otro por llevar una camiseta del Athletic Club de Bilbao. Una persona que gritaba “¡Viva Marruecos!” agredió a un asistente a una manifestación por la independencia del Sáhara. Y marroquíes han recibido insultos como “Te voy a reventar tu peluquería, moro de mierda” o “Moro de mierda, vienes a quitarnos el trabajo”. También ha habido denuncias contra mujeres africanas (“puta negra, vete a tu país”). Una menor musulmana recibió “trato vejatorio” por parte de sus compañeros de clase y una mujer de origen marroquí también fue injuriada en un autobús urbano, lo que motivó la intervención de la Ertzaintza.

En materia sexual, varios jóvenes menores han sido procesados por atentar contra la integridad moral de una persona transexual, también menor. Hay un expediente abierto contra otros adolescentes que hicieron comentarios homófobos en Instagram. “Puto maricón” o “jodido travesti” son algunas de las denuncias que se han interpuesto. Y unos padres fueron condenados -tras aceptar los hechos- por maltrato a su hijo “con la circunstancia agravante de la comisión de los delitos por la orientación sexual de la víctima”. Otra menor tuvo que oír de un grupo de varones frases como “yendo así vestida, no me extraña que luego os violen” sin que haya habido reproche penal. Y un hombre denunció ante la Policía que le habían impedido el acceso a una charla feminista por ser solamente para mujeres.

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