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La troika pasó, y ni un corte de mangas

Isaac Rosa

Ayer pasó por Madrid la troika rescatadora, y temo que se haya marchado decepcionada. No por el comportamiento del Gobierno, que por el contrario cumple obediente todo lo que le mandan los ya legendarios ‘hombres de negro’. Decepcionados más bien por el frío recibimiento que les hemos dado. Ellos que están acostumbrados a que cuando pisan Atenas o Lisboa les llenen las calles de pancartas y contenedores quemados, y aquí no les hemos dado ni un triste corte de mangas cuando se subían al avión de vuelta.

Eso es porque, a diferencia de Portugal y Grecia, nosotros no estamos rescatados, dirán algunos. Y es cierto: no estamos rescatados como ellos, no por el mismo mecanismo, pero estamos tan intervenidos como ellos: con inspección, controles, condiciones, exigencias y paseos triunfales de la troika, que ayer ni siquiera era trío, sino más bien pentaedro, pues a los habituales FMI, BCE y Comisión se sumaron la Autoridad Bancaria Europea y el Mecanismo Europeo de Estabilidad.

Y entonces, si no estamos rescatados, si como insisten estos días el gobierno y sus voceros lo peor ya ha pasado y el rescate se aleja en el horizonte, ¿por qué entonces nos visita este quinteto y nuestros gobernantes se ponen firmes para pasar revista, nerviosos como estudiantes en un examen? Porque, insisto, estamos intervenidos con todas las de la ley.

Conviene recordarlo, porque se nos olvida: el rescate que iba a ser para los bancos no es tal, sino un rescate al país para que a su vez rescate a los bancos. Y no es lo mismo. Para empezar, el dinero que nos van soltando por entregas no se lo dan directamente a los bancos, sino a España vía FROB, para que éste se lo reparta a los bancos. Lo que significa que si algún banco no devuelve lo prestado (cosa que ya veremos con los Bankia y compañía), adivinen quién tendrá que devolverlo. Acertaron.

Mientras tanto, y en contra de lo que nos contó De Guindos el día que pidió el rescate, éste sí ha contabilizado como deuda, y ha acabado afectando al déficit público. Otra consecuencia del “no rescate” que pagamos todos.

Pero además, las condiciones cuyo cumplimiento viene a comprobar la troika no tienen que ver solo con el sector financiero, sino que afectan muy seriamente a la política económica de este gobierno y de los venideros. El “no rescate” que no iba a tener condicionalidad acabó pariendo un Memorándum con 32 condiciones para los bancos y unas cuantas más para el país.

Entre las primeras, unas cuantas medidas que, siendo de tipo financiero, afectan a nuestra soberanía y a nuestro futuro económico: la creación del “banco malo”, que no nos va a salir gratis, y que además influirá mucho en el devenir del mercado de vivienda. La liquidación definitiva de las cajas de ahorro, que no podrán controlar los bancos resultantes. La reestructuración del sector, que destruirá miles de puestos de trabajo y concentrará el poder financiero en menos manos. Y la más importante: el traspaso de las competencias de control del Ministerio de Economía al Banco de España, que a su vez queda bajo tutela del BCE. Es decir, que la política financiera ya no está en manos del Gobierno. Toma soberanía.

De propina, España debe consultar con la troika cualquier medida que tenga que ver con el sector financiero. Y por si todo esto fuese poca condicionalidad, el Memorándum (cuya lectura es obligada para cualquier ciudadano) recuerda los compromisos de España por el Procedimiento de Déficit Excesivo, y las reformas estructurales que ya se le habían pedido antes, vinculándolas al rescate financiero: “se vigilarán estrecha y regularmente, en paralelo con el proceso de revisión formal previsto en el presente Memorando”. Lo que significa que cuando la troika viene a España, pregunta por los bancos pero también por la reforma laboral, las pensiones, los impuestos o la liberalización de sectores.

Todo esto, la inspección, el control, el examen, la imposición de nuevas medidas, lo podrían hacer sin moverse de sus despachos de Bruselas, Berlín o Washington. Para eso está el teléfono, el correo electrónico, la videoconferencia. La visita oficial y anunciada, el viaje, la comitiva por las calles, la entrada en los despachos, el trastoque de agendas de ministros, altos funcionarios y técnicos que tienen que recibir a la troika, es una escenificación más de la intervención, de la pérdida de soberanía. Por eso es una pena que hayan pasado por aquí y les hayamos hecho tan poco caso.

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