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De qué hablan los socialistas valencianos cuando hablan de lealtad, integración o renovación

El president Ximo Puig y el alcalde de Burjassot, Rafa García, candidatos a liderar el PSPV

Adolf Beltran

El PSPV-PSOE se ha abierto otra vez en canal. Y van... Los protagonistas de esta nueva batalla interna son en su mayoría veteranos de otras contiendas. Y aunque también los hay de poco bregados en ellas, lo más nuevo es, sin duda, la irrupción excitada de las bases, que han encontrado en las primarias el poder de descabalgar a los cuadros y a todo el aparato del PSOE. Unas bases de militantes que asoman detrás de la candidatura de Rafa Garcia, el alcalde de Burjassot a quien apoya Pedro Sánchez, para disputar la secretaría general valenciana a Ximo Puig.

No tendría demasiada relevancia que un alcalde joven disputara el liderazgo al secretario general, -ya ocurrió algo parecido con el propio Puig cuando se enfrentó al alcalde de Faura, Toni Gaspar, en las primarias abiertas para la candidatura a la Generalitat-, si no fuera porque detrás del aspirante está la nueva mayoría del PSOE, porque en ese PSOE hay un valenciano como José Luis Ábalos situado como flamante secretario federal de Organización y porque aquel al que se pretende vencer es ni más ni menos que el presidente de la Generalitat Valenciana, con todas las repercusiones políticas que eso puede tener.

El fondo de la cuestión, que nadie se engañe, se resume en un clásico orgánico: ¿quién hará las próximas listas del PSPV-PSOE? Una pregunta que los sanchistas no han visto adecuadamente contestada por Ximo Puig en los contactos previos al anuncio de ruptura de hostilidades. La apelación de Puig a su condición institucional ha llevado a que varios conocidos sanchistas decidan apoyarlo, mientras otros dirigentes se debaten en la duda de alinearse por responsabilidad con el presidente de la Generalitat para apuntalar su liderazgo cuando están convencidos de que deberían producirse cambios de calado en el partido.

En ese contexto, surgen una serie de palabras fuerza que se repiten en la polémica y que es difícil a veces saber qué significan.

Lealtad. Ximo Puig ha expresado su total lealtad a Pedro Sánchez y ha pedido reciprocidad. Sus rivales recuerdan que fue uno de los miembros de la Ejecutiva federal que dimitieron en octubre pasado para forzar la caída del líder del PSOE y abrir la puerta a la abstención que permitiría volver a gobernar a Mariano Rajoy. Después, se alineó con Susana Díaz frente a Sánchez en las primarias. Sin especificar, Puig ha asumido haber cometido errores en el proceso.

Integración. El discurso de Puig insiste en que ha abogado siempre por la integración y ha conseguido transformar una organización divida en familias en un partido unido. Más allá de la obviedad de que el partido no está unido, aunque las familias puedan haberse diluido, Rafa García criticó que se haya evitado llevar a órganos como el Comité Nacional del PSPV decisiones de la importancia de forzar la dimisión del secretario general del PSOE. Integración no es acumulación, alegan los críticos. Hacer una ejecutiva muy numerosa y repartir cargos de vicesecretario general, añaden, no ha impedido que la gente de Puig haya instrumentalizado el partido.

Renovación. Todos apelan a la renovación pero, una vez más, no parece significar lo mismo para unos y otros. “Habrá cambios en profundidad”, prometió Puig tras ofrecer una dirección integradora, en la presentación de su candidatura en el Jardín Botánico. “Los modelos antiguos no funcionan”, aseguró Rafa García, que apela a cambios más radicales y esgrime “el entusiasmo y la movilización” de la militancia.

La gran baza de Puig es su condición de presidente de la Generalitat, desde la que reivindica la “autonomía” del PSPV frente a una dirección federal del PSOE que pone el ansia de revancha de Pedro Sánchez por encima de la responsabilidad ante un gobierno valenciano que representa ahora mismo la mejor fórmula de colaboración de la izquierda como alternativa al PP.

El Pacto del Botánico puede verse afectado por lo que ocurra en el caso de que Puig salga desautorizado del proceso y eso tiene en vilo, por ejemplo, a sus socios de Compromís. Es un escenario que no favorece a Rafa García ni a los seguidores de Pedro Sánchez que apoyan su candidatura. Con todo, su pretensión, aunque gane Puig las primarias, es acumular fuerzas para que en el congreso del PSPV de finales de julio se pase página más allá de lo que estaría dispuesto a propiciar el secretario general.

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