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El control del PP en el Ayuntamiento de Sevilla recrudece la crisis interna entre Casado y Moreno Bonilla

Juan de la Rosa, Virginia Pérez y Beltrán Pérez, en una reunión del Comité de Dirección del PP.

Antonio Morente

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El acuerdo de paz que selló la guerra interna en el PP sevillano, y por elevación entre las direcciones nacional y regional del partido, no ha durado ni un mes. El frágil equilibrio se ha roto ahora por un movimiento de última hora desde la ejecutiva que preside Juan Manuel Moreno Bonilla para intentar mantener el control del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Sevilla, cuando se daba por hecho que iba a pasar a manos de la corriente afín a Pablo Casado. Como telón de fondo, además, está el pulso por el que será candidato a la Alcaldía sevillana, en lo que también chocan Génova y Andalucía.

El desencadenante ha sido el obligado adiós del actual portavoz municipal del PP, Beltrán Pérez, que en el congreso provincial respaldó a Juan Ávila, el aspirante aupado por Moreno Bonilla. Tras una cruda batalla interna, fue derrotado por Virginia Pérez, a la que apoyó Pablo Casado. La reelegida presidenta del PP sevillano quiso cobrarse de manera fulminante la cabeza de Beltrán Pérez, que finalmente llegó a un acuerdo con la dirección nacional para ralentizar el proceso, lo que a su vez se encajó en un pacto de aparente conciliación que ambas candidaturas rubricaron hace un mes.

Pero el Comité Ejecutivo Provincial del PP de Sevilla que tenía que aprobar este pacto no se ha celebrado, de hecho está convocado para este viernes. Esto ha sido aprovechado por la dirección regional para intentar una última jugada: retrasar el adiós del portavoz o dejar en el cargo a uno de sus ediles de confianza, para así mantener el control del grupo municipal y la labor de oposición a Juan Espadas (PSOE), que por su parte tiene abierto ahora el frente autonómico.

En el camino de salida

A todo esto, a Beltrán Pérez esta maniobra le ha sorprendido cuando ya se había despedido públicamente del cargo en el último pleno (pasa a ser concejal raso) y había asumido compromisos profesionales en el sector privado, al que se incorporaba en cuestión de días. Fuentes del PP señalan que, pese a ello, podría estar dispuesto a continuar como portavoz si es algo temporal y pactado entre ambas direcciones.

Pero lo que pretende el bando de Moreno Bonilla es ir más allá y asentar en la portavocía a uno de los concejales afines a Beltrán Pérez, en conexión con la propia ejecutiva regional. Aquí cuenta con la ventaja de que el equilibrio de fuerzas en el grupo municipal se inclina de su parte: cinco ediles (incluido el todavía portavoz) en sintonía con la dirección andaluza y tres con la nacional. En última instancia, la designación del portavoz es una competencia exclusiva del propio grupo municipal, aunque en teoría siempre se hace siguiendo un criterio político superior.

Desde la candidatura que perdió el congreso provincial se subraya que el pacto sellado determina la renuncia del actual portavoz, pero que en ningún momento se concretó quién sería su sustituto. Así las cosas, se dio por hecho que el relevo lo tomaría el concejal Juan de la Rosa, uno de los tres que respaldó a Virginia Pérez y actual secretario general del PP sevillano. “El grupo ya está roto, pero no pueden pretender que se le entregue la portavocía a la parte minoritaria”, se argumenta en este sentido.

Choque por el candidato a la Alcaldía

Pero el verdadero telón de fondo de esta batalla estaría en la designación del candidato a la Alcaldía de Sevilla. La dirección nacional quiere en el puesto al alcalde de Tomares, José Luis Sanz, también senador y que en su momento aspiró a liderar al PP andaluz hasta que Génova designó en 2014 a Moreno Bonilla. Se trataría, en todo caso, de un aspirante no alineado con la dirección regional, que contrapone a esta opción la de la actual consejera de Cultura, Patricia del Pozo.

En este estado de convulsión, en este momento no se descarta que pueda aplazarse el Comité Ejecutivo Provincial que este viernes tenía que bendecir el supuesto pacto de conciliación que los dos bandos enfrentados firmaron hace un mes. El acuerdo le da al candidato perdedor, Juan Ávila, la vicepresidencia ejecutiva encargada de las relaciones con la Junta de Andalucía (que ocuparía él mismo), además de una vicesecretaría general, seis vicesecretarías, 24 secretarías de área, la presidencia del Comité de Alcaldes y la coordinación de dos foros. Esta integración daría como resultado una multitudinaria ejecutiva provincial, con un inédito (y elevadísimo) número de integrantes.

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