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Cómo prevenir las dependencias en la sociedad del hiperconsumo: “La salud mental debe tener una atención primaria”

La Unidad de Prevención Social de la Diputación de Huelva llevó a cabo en noviebre un taller denominado ‘Adicciones en la sociedad actual: prevención y promoción de factores protectores’ en el que se realizó una performance sobre el Trastorno Dismórfico Corporal

Javier Ramajo

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“No hay que inventar la pólvora, hay que cambiar un poco el enfoque y añadirle recursos”. Lo que plantea Alfonso Ramírez de Arellano, psicólogo clínico de adicciones y psicoterapeuta de familia desde hace 30 años, parece cuestión, como tantas otras cosas, de voluntad por parte de las administraciones. Se ríe al decirle que su propuesta suena a 'antisistema' porque se trataría de ir, básicamente, en contra de la sociedad del hiperconsumo en la que “lo ideal es que seamos adictos”. Adictos a los móviles, a las pantallas, al trabajo o a los psicofármacos, esos mismos que te recetan en el centro de salud cuando acudes con síntomas de ansiedad, estrés o depresión generados por el ritmo propio de la sociedad misma. Una auténtica pescadilla que se muerde la cola. “La población, incluidos jóvenes y niños, deberían tener una atención en salud mental en atención primaria antes de que las cosas degeneren en problemas mayores. Ese es un déficit crónico de nuestro sistema y se acaba recetando con mucha facilidad ansiolíticos y antidepresivos que al final se convierten en sustancias muy adictivas”, concluye el director de la Unidad de Prevención Social de la Diputación de Huelva.

Y vuelta a empezar en la rueda de la sociedad vertiginosa de trabajo, responsabilidad, conciliación y socialización. “Culturalmente tampoco es fácil hacer prevención, porque todo invita al hiperconsumo e incluso a la adicción”, reconoce el autor de 'Gramática de la prevención de adicciones', un documento técnico para la prevención local de las adicciones editado por la Consejería de Salud de la Junta. En conversación con elDiario.es Andalucía, Ramírez de Arellano alude a la sociedad de consumo “en el más amplio sentido de la realidad, de los fármacos, de las pantallas, que ahora mismo es lo que está a la orden del día, en sus múltiples formas, pero que aíslan y no permiten un trato social tan rico como sería de otra manera, y que además fomentan el sedentarismo”.

“Las adicciones afectan a muchísima gente”

La apuesta de este psicólogo es la de “enfocar todo lo educativo a través de varios sistemas de manera que al final lo que hace es que las personas, los jóvenes, sean más críticos, más resistentes, más autónomos, más capaces de responder a los retos, que van a ser cambiantes. Porque ahora es la pantalla, pero mañana va a ser otra cosa, y parece que es que hemos perdido el norte en ese sentido”, comenta. “Las adicciones afectan a muchísima gente. Hablamos de videojuegos, juegos on line, apuestas, nuevas tecnologías, móviles. Incluso una relación emocional que se comporta como una adicción al final termina en una relación tóxica. Si juntamos todo eso, estamos hablando de más de la mitad de la población. Ya no estamos hablando de los drogodependientes de los años 80. Para la sociedad de consumo, tener personas adictas es lo mejor, porque los tiene asegurados”.

Su publicación es una revisión de lo que se ha hecho hasta ahora en la prevención de las adicciones pero también una actualización, con un enfoque muy local “para mostrar cómo los municipios son capaces y pueden organizar sus departamentos de manera que sean preventivos”. “La apuesta que aquí se hace no es tanto crear nuevos departamentos dedicados específicamente a adicciones sino cómo se puede abordar desde los distintos departamentos o competencias municipales un tema como este”. Para el autor, “se pueden hacer muchas cosas con la Policía local y los Servicios Sociales, en educación, en educación en valores en prevención de adicciones a través del deporte. O en las fiestas locales, por ejemplo, también es muy importante la forma en que se consume. Creo que sí que hay alternativa, lo que hay es que ponerse a ello”, confía.

Enfoque y recursos

¿Y qué es lo que se puede hacer para prevenir adicciones? “Son recursos y es enfoque. Las dos cosas”, resume el autor. “La prevención está muy desasistida entre los adolescentes, por ejemplo, en todos los aspectos que estén relacionados con la salud psicológica. La verdad es que han aumentado los problemas en su salud mental, reconocidos por ellos mismos, y más con la pandemia, pero yo no sé dónde los están atendiendo porque el único sitio que hay ahora mismo de atención son las consultas privadas de psicólogos y psiquiatras”, explica. “La administración española es deficitaria en ese sentido. La atención a los problemas psicosociales y de salud mental infanto-juveniles es un déficit que arrastramos desde hace décadas”.

Ramírez de Arellano indica en ese sentido que “como mínimo habría que definir unas prestaciones mínimas básicas”. “Es que se han quedado en terreno de nadie -continúa-. No son atendidos ni por unos servicios ni por otros, y se da la paradoja tan desagradable de que para ser atendido parece que tienes que estar muy grave. Si estás muy grave, sí hay donde atenderte, pero si son trastornos más leves, en los que se puede todavía trabajar preventivamente, no existe en atención primaria una atención adecuada para ellos”. A su juicio, “si incluimos las adicciones dentro de la salud mental, lo que tendría que haber, como en cualquier otra enfermedad, es una atención primaria y una atención especializada, porque parece que sólo hablamos de la especializada en los casos más graves”.

El autor, más allá de la reflexión general de cómo está el sistema, ofrece algunas otras claves en la prevención de adicciones. “En los primeros años de vida, hay programas preventivos que se pueden aplicar desde preescolar y están basados sobre todo en gestión emocional, habilidades socioemocionales. La OMS las llama 'habilidades para la vida'. Cuando ya van creciendo se les denomina 'habilidades socioemocionales', que son habilidades sociales y de gestión del estrés, de la ansiedad, de las dificultades. Todo eso se puede aprender. No es algo tan complejo, solo hay que querer instalarlo en el sistema educativo. Y, además, si se dieran trastornos no graves podrían ser atendidos si estuviera reforzada la atención primaria con un psicólogo. No hay que inventar la pólvora, hay que cambiar un poco el enfoque y añadirle recursos. Por muchos planes que hagas, si no hay profesionales ejerciéndolo, no va a ser efectivo. No es tan difícil incorporar personas con cualificación socioemocional en las escuelas y en los centros de salud. En atención primaria y en la escuela hay mucho que hacer”.

Un psicólogo por cada centro de salud

“Si hubiera que destacar un elemento común cuando estamos hablando de una enfermedad, que no esté instalada y que no sea muy grave, todo gira bastante en torno a la ansiedad: una dificultad para gestionar situaciones estresantes o una ansiedad que se prolonga durante mucho tiempo sin tener recursos psicológicos para adaptarse a ella. Si la única respuesta es química, y más con un adolescente, estamos viendo que eso tiene las patas cortas y que, además, puede crear un problema de adicción. Se pueden aprender técnicas de gestión de la ansiedad, de gestión del estrés. Los psicólogos lo llamamos de afrontamiento, y eso no tiene por qué ser en una clínica súper especializada. Eso se puede hacer en el centro de salud y en el centro de servicios sociales. Lo que hay es que poner los medios para hacerlo”, insiste.

¿Cómo se podría llevar a cabo? “Si un centro de salud tuviera un mínimo de un psicólogo, por las tardes podría hacer programas grupales con chavales, con gente de distintas edades. Algunos que ha puesto la Junta en marcha han dado buenos resultados, por ejemplo con mujeres de una determinada edad que ya estaban polimedicadas y, a base de hacer grupos de apoyo, han mejorado en lo que se refiere a ellas mismas y han ido bajando las dosis de consumo de fármacos. Seleccionando personas que tienen riesgo, como jóvenes y adolescentes, se pueden atender tanto en la escuela como en el centro de salud”, destaca.

“Es cuestión de organizarse. Se trata de aterrizar lo que hay. Sabemos muchas cosas y se pueden poner en marcha, si bien políticamente y técnicamente tiene que estar en la agenda, en la prioridad. La sociedad ya lo ha dicho: el problema de la salud mental hoy día ha pasado a ser el número uno por encima del cáncer en la opinión de los ciudadanos”, argumenta. “Todos sufrimos constantemente pequeños baches, pequeñas dificultades que tienen que ver con nuestro bienestar emocional o psicológico de la misma manera que tienes un constipado, o una gripe, o tienes una enfermedad que te dura un par de meses. Tenemos que integrarlo y atenderlo como el resto de las enfermedades. El autor no quiere ”criminalizar“ los ansiolíticos porque ”pueden cumplir una función puntual en un momento“ pero ”todo el mundo reconoce que eso tiene que tener apoyo psicológico y, en algunos casos, psicoterapéutico. La pastilla por sí sola no va a curar, solo va a suavizar los síntomas. Pero, si el problema se prolonga, y el tratamiento se prolonga, entonces tenemos dos problemas. El sistema no tiene respuesta desgraciadamente para una persona con problemas de estrés. En la sanidad pública, en un 90% de los casos, te van a proporcionar ansiolíticos y ya está“.

Trabajar desde lo local

La respuesta puede ofrecerse de manera preventiva a través de las entidades locales, ayuntamientos, municipios o diputaciones, que “también juegan un papel”. Ya no se trata tanto de atender un trastorno o una enfermedad, sino de prevenirlo y de hacer programas “para que la gente esté más preparada para hacer frente en su día a día, normalmente a los retos que te plantean tanto las adicciones como los problemas mentales”. “No estaríamos hablando de problemas siquiera, sino de fortalecer, educar y tomar también algunas medidas, por ejemplo, en las fiestas, en cómo se consume en la calle. Medidas desde lo local para restringir o modular ese tipo de cosas. O de ocio y tiempo libre, para favorecer que existan alternativas de ocio saludable, que no toda la única alternativa que exista para divertirse a una franja de edad sea consumir y consumir básicamente alcohol. Se puede prevenir”.

Como muestra, un botón. 'Mi primer móvil', un taller puesto en marcha por la Diputación de Huelva a través de la unidad que dirige Ramírez de Arellano que facilita herramientas y estrategias a las familias de la provincia de Huelva para un uso adecuado de las Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación por parte de niños y niñas. Tras el éxito de la experiencia piloto que se llevó a cabo el pasado año, son ya casi una veintena los municipios onubenses en los que se ha realizado el taller, que puede ser solicitarlo por los ayuntamientos a través del Plan Provincial de Concentración Municipal.

Hay muchos programas, comenta Ramírez de Arellano, como el que se aplica a través del deporte, elaborado con la Universidad de Huelva, para que se aplique con los monitores deportivos en las escuelas deportivas municipales, o los profesores de Educación Física, “introduciendo criterios preventivos dentro de la propia enseñanza del deporte, destacando valores que son comunes a la prevención de adicciones y al deporte”.

“La autonomía, por ejemplo, es básica. Aprender a controlar las emociones, los impulsos, a saber jugar en equipo, a modular las frustraciones, a no darle prioridad solamente a la parte competitiva. Entender que el deporte hay que entenderlo de forma educativa, por poner un ejemplo, pero que se puede aplicar a más cosas. Si al final conseguimos aplicarlo a través de varios sistemas, que es lo que aquí se propone, en la escuela, en el deporte, cuando haces actividades de ocio y tiempo libre, cuando sales de acampada, pues estamos ofreciendo un medio mucho más rico, más preventivo. Es saludable en muchos aspectos, porque ahora mismo la sociedad, tal y como está organizada, también fomenta la falta de ejercicio, la obesidad. Visto desde este lado, la promoción de salud mejora un montón de aspectos, y protege contra el mal uso de las nuevas tecnologías, de no estar todo el día sentado frente a pantallas. Se trata de buscar nuevas formas”.

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