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Juramento y promesa a la libertad

Alexis Marí

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Hace unos días leí con atención la reflexión de un buen amigo del Partido Popular acerca de los juramentos a la hora de tomar posesión de un cargo público,

Pongo un ejemplo para aquellos alarmistas que vaticinan que el mundo se acaba salvo que se jure por la sacrosanta Constitución Española y Su Majestad el Rey. Pongo el mejor ejemplo. El mío propio cuando tomé posesión como miembro de la Guardia Civil ¿Cómo se puede hacer jurar ante el Rey a un personaje como yo, republicano convencido desde que tengo uso de razón, de que uno tiene que jurar o prometer ante una figura institucional en la que no cree? ¿He defendido peor los intereses de los ciudadanos a los que he cuidado y protegido? ¿Mejor o peor que un votante del Partido Popular, Compromís o Psoe? ¿He realizado peores servicios públicos de auxilio y de servicios humanitarios? Ya les digo yo que no. Por los premios y menciones que recibí, que estoy seguro que fueron más de los realmente merecidos, sé que no. Y al igual que yo, otros muchos compañeros que no se consideraban monárquicos y debían jurar y gritar con un “Viva al Rey” en su acto de jura de bandera o recepción de despacho (cuando uno ya es nombrado GC profesional en acto público).

Concretamente   - El jefe de la unidad militar que tome el juramento o promesa ante la Bandera pronuncia la siguiente fórmula:

 «¡Soldados, guardias, etc! ¿Juráis por Dios o prometéis por vuestra conciencia y honor,  cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la  Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a  vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra  vida en defensa de España?»

  A lo que los Soldados o guardias contestarán: «¡Sí, lo hacemos!».

  - El que tomó el juramento o promesa replicará:

«Si cumplís vuestro juramento o promesa, la Patria os lo agradecerá y   premiará, y si no, merecemos su desprecio y su  castigo, como indignos hijos de ella», y añadirá: «Soldados, ¡Viva España!» y  «¡Viva el Rey!», que serán contestados con los correspondientes ¡Viva!.

A continuación, los Soldados besaran uno a uno la Bandera y, posteriormente, como señal de que España acepta su juramento o promesa, desfilarán bajo ella.

¡Aún estamos así! Una agente de la Benemérita o de la Policía Nacional debe gritar en voz alta un “Viva al Rey”. Ese mismo Rey que no es votado por nadie, aunque aquellos más monárquicos insistan que ya se votó en ese gran puchero que fue la Constitución Española. Eran garbanzos o garbanzos. Ya saben…

Siguiendo al turrón, ¿por qué a estas alturas no se ha configurado una nueva norma más actualizada, real y que no incomode a quien realmente no sea monárquico, o simplemente acepte la Constitución como única norma básica de derechos y libertades aprobadas desde la desaparición de la dictadura? Sé que con esta reflexión recibiré el desprecio más desproporcionado de los repartidores de carnets de buen español, buen servidor público y hasta de buen nacionalista. Sí, porque hay más nacionalismo en muchas entrañas españolistas, más que en aquellos que señalan con el dedo espetándoles eso de “nacionatas”.

Que manía seguimos teniendo en imponer, en no empatizar y en no tratar de que todo el mundo quepa en ese ascensor. Los conozco. Conozco ya a muchos que apretarían el botón de cerrar puertas de ese ascensor, salvo que el adversario político que tiene delante deba ser forzado a decir lo que no quiere, y lo que es peor, lo que no siente.

Créanme, hasta un tipo como yo, que considera que sus cuatro hijos deberían tener los mismos derechos que otros nacidos en una cuna azul para ser Jefe de Estado, y que además no le gustan los monarcas que cazan elefantes y que han sido designados por gracia divina y también por el dedo de un dictador, a pesar de pensar eso he podido ser un excelente servidor público. Sé que lo he sido, y conozco a muchísimos compañeros y compañeras que como yo, y pensando como yo, también lo han sido. Conservador o progresista, liberal o comunista. Sería mejor jurar o prometer por tu conciencia, ante el Dios en el que uno crea, para defender los intereses de los ciudadanos a los que uno sirve, o simplemente por la democracia y la libertad.

Estoy convencido que con eso sobraría. Lo prometo!

Alexis Marí Malonda, diputado autonómico en Corts Valencianes de la 9ª legislatura.

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