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“La ausencia de política industrial ha hundido los salarios de los valencianos”

Andrés García Reche, en su despacho en el Palau de la Generalitat.

Voro Maroto

Andrés García Reche (Cúllar, Granada, 1950) es profesor de economía aplicada en la Universidad de Valencia y fue conseller de Industria en un gobierno del PSPV-PSOE entre 1987 y 1993, cuando impulsó varios organismos (los institutos tecnológicos, el instituto valenciano de la Exportación (IVEX) y el transformado IMPIVA, centrado en las pequeñas y medianas empresas) para modernizar la economía valenciana.

Ahora, ha sido reclamado por el Consell para liderar la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), cuya creación será aprobada en breve por las Corts Valencianes. Este organismo, que se ubicará en Alicante, deberá acabar, entre otras cosas, con la dispersión de políticas públicas en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) para intentar que el sistema productivo económico gire hacia la generación de valor añadido. García Reche defiende con ilusión y pedagogia la necesidad de transformar la economía valenciana en la era de la economía del conocimiento

Pregunta: La Comunidad Valenciana genera 98,3 patentes por cada millón de habitantes. Navarra; 218; Corea del Sur; 3.185.

Respuesta: Necesitamos 300 publicaciones para sacar una patente, como en España. Alemania solo necesita 24 y Francia 49. Esas diferencias nos indican que nuestro sistema de conocimiento no está orientado a la actividad productiva.

¿Por qué?

Los incentivos para la I+D de las universidades, el CSIC y otros organismos científicos premian la producción científica. Quién publica, tiene premio, pero apenas existe motivación para que los investigadores se conecten con la empresa. Tenemos un gran nivel científico, muy bueno, pero hay un problema: ese conocimiento, potente, no se aprovecha por la economía productiva. La agencia nace para intentar paliar ese problema.

¿Cómo?

Con programas e incentivos diseñados ad hoc. La agencia nace de la constatación de que en la Comunidad Valenciana, como en España, hay una desconexión entre conocimiento y el tejido productivo, que no transforma ese saber en estrategias competitivas solventes en el mercado global. Solo un 5% del I+D+I de las universidades es financiado por las empresas. Con los incentivos correctos se puede corregir esa situación, ahora que, tras un año de trabajo, hemos detectado varios problemas de esa índole de la economía valenciana.

Ponga un ejemplo práctico. ¿Cómo le gustaría que un fabricante valenciano de, por ejemplo, zapatos, se beneficie del trabajo de la agencia?

Las empresas valencianan tienen varios retos: ¿Vamos a fabricar como antes?, ¿Entramos en la digitalización? ¿En la revolución 4.0? Si un zapatero, o cualquier otra empresa, quiere entrar ahí, la agencia proporcionará ayuda mediante la movilización de toda la materia gris que tenemos, 953 grupos de investigación que ya tenemos detectados. Ayudaremos a que las empresas que quieren dar el salto renueven de manera integral su estrategia. Esto no va solo de mejorar el calzado, que también, sino de algo más ambicioso: como digitalizar, mejorar la distribución, usar nuevos materiales. En este momento, hay que tomar la delantera: No podemos esperar a que otros, el MIT, por ejemplo, nos digan por donde va a ir el mundo. Vamos a ayudar a nuestras empresas a que innoven, lancen la frontera hacia adelante, gracias a nuestros científicos, desaprovechados. Tenemos investigadores potentísimos en ciencia y salud. ¿Donde están las empresas de ese sector? No existen.

Habla mucho de “compra pública innovadora”. ¿Qué es?

La agencia diseñará programas que compren productos altamente innovadores y que mejoren la eficiencia de la administración. La Generalitat gana, y las empresas, también: acometen proyectos a los que antes no se atrevían por no tener la demanda garantizada. Para coordinar esa compra se necesita una agencia horizontal como esta.

¿Qué medios tendrá la agencia?

A la espera de su constitución, que se espera para el verano, tendrá un presupuesto en 2016 de 30 millones y la sede principal estará en Alicante, en principio, en la Ciudad de la Luz.

Usted defiende que sin innovación no hay valor añadido, y sin éste, no hay buenos salarios. ¿Cómo se rompe ese círculo vicioso?

Los salarios son buenos si hay empresas intensivas en capital, compañías con mucho dinero detrás (navieras, eléctricas....) que en la Comunidad Valenciana escasean. O si hay empresas grandes con economías de escala, que tienen costes medios reducidos, pero tenemos pocas empresas grandes. En conclusión, la forma más realista de que la economía valenciana gane en productividad y por tanto mejoren los salarios es inyectar la innovación en vena.

La conselleria de Economía Sostenible y Sectores Productivos no ha logrado invertir gran parte de su presupuesto. Podemos y la oposición tachan 2016 de “año perdido”. ¿Puede funcionar la Agencia Valenciana de la Innovación sin agilidad en su socio natural en la Generalitat?tachan 2016 de “año perdido”

Trabajaremos con esa y todas las consellerias de la Generalitat. No me corresponde opinar sobre la gestión del Consell.

PP y Ciudadanos dijeron que la agencia solo sirve para crear más burocracia, que ya hay organismos públicos encargados de fomentar la innovación, aunque finalmente parece que no se oponen a ella.

Es importante que la agencia nazca con el apoyo de empresarios, sindicatos, entramado científico-universitario y, también, de todas las fuerzas políticas. Desde el principio he intentado cooperar con la oposición para que, establecido el diagnóstico, todos rememos en la misma dirección. Espero que la ley que permitirá la creación de la agencia salga por unanimidad. No va en beneficio particular, sino en favor de todo el tejido productivo valenciano.

“La mejor política industrial es la que no existe”. Se atribuye esa frase a Carlos Solchaga, ministro con Felipe González.

No está claro quien dijo eso, pero es falso. Sin acción política ((institutos tecnológicos, Impiva, IVEX) toda nuestra industria hubiera desaparecido en los 90. El PP abandonó toda política industrial a finales de los 90 a lomos de la burbuja inmobiliaria y las empresas innovadores cayeron a la mitad. ¿Qué tenemos ahora? Una productividad media muy baja -50.000 euros por trabajador- que da para salarios de 20.000 euros al año. La renta per cápita valenciana es inferior a la española porque generamos poco valor añadido. Y eso es por la ausencia de una política industrial. Es necesaria una política de innovación adaptada a la era del conocimiento.

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