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CV Opinión cintillo

Abramos las ventanas

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“¡Que salgan todos los machistas! ¡que salgan todos los puteros! ¿Qué hacen aún en nuestras filas?”. Le tomo prestada la reflexión al diputado socialista Víctor Camino porque en ella se condensa la indignación de toda la militancia. Y es que lo que ha sucedido en el PSOE constata que la lacra del machismo se expande como una epidemia. Un virus social frente al que el único antídoto es más feminismo. 

Por eso, lo ocurrido estos días tiene que verse como una oportunidad. Una ocasión para abrir las puertas y mostrar el camino de salida a quienes no sienten los valores socialistas, ni forman parte de un proyecto que siempre ha trabajado para que la sociedad avance en igualdad.

El PSOE es un entorno más en el que algunos hombres tienen comportamientos inaceptables. Sin embargo, es el único en el que las mujeres se atreven a defenderse. Gracias al movimiento feminista, es la única organización que cuenta con un protocolo antiacoso. Una herramienta pionera, pero no infalible. Aun así, hemos comprobado cómo desde el momento en que se detectó el error, se tomaron las medidas necesarias para proteger a las víctimas y expulsar a los acosadores.

Ni un militante ni una militante les han despedido como héroes. Ni entre aplausos y abrazos. Algo que sí hizo Alfonso Rueda con Alfonso Villares: mostró su apoyo explícito a su exconselleiro cuando tuvo que dimitir al estar investigado por un delito sexual. Paloma Lago, en cambio, tuvo que recluirse. Una situación que recuerda demasiado al caso de Nevenka Fernández.

Solo ante la presión de las medidas adoptadas por el PSOE, el alcalde de Algeciras ha presentado su baja como miembro del PP en el Senado y ha pedido la suspensión temporal de militancia. Llevaba catorce meses bajo acusaciones de acoso sexual. El PP no ha aclarado si estos hechos supondrán una investigación interna.  

Más lejano queda aquel momento en el que Aznar introdujo un bolígrafo en el escote de la periodista Marta Nebot; Trillo lanzó una moneda a la periodista Sonia Martín; o cuando el alcalde de Valladolid habló de los morritos de Leire Pajín. Más allá fue Álvarez Cascos al referirse a Pilar Manjón con estas palabras: “por esa puta y cuatro muertos perdimos las elecciones”.

Antes fueron los años de la Gürtel. En una de las grabaciones aportadas a la investigación, el líder de la trama comentaba su participación en una fiesta organizada en el chalé del alcalde de La Nucía, Bernabé Cano, en la que había “cinco tías impresionantes”. Da la casualidad de que, como publicó eldiario.es, Juanfran Pérez Llorca ha nombrado en Presidencia a Ángela Cano, hija del alcalde y sobrina de la consellera de Innovación.

En Valencia también fueron los años del saqueo de la depuradora de Pinedo. Como acreditó la justicia, el dinero público acabó en lujo, sobresueldos y prostitutas mientras el PP valenciano nunca asumió su responsabilidad en el caso Emarsa. Muchos dirigentes de aquella época continúan en activo. Sin ir más lejos, María José Catalá. Jamás se le escuchó indignarse por lo que sucedía allí dentro con las ‘traductoras rumanas’, ni tampoco por los abusos sexuales que cometió Vicente Sanz en Canal 9, por los que fue condenado.

Cuando ha tenido la oportunidad, la alcaldesa de València ha pactado con los negacionistas de la violencia de género. Empezó su mandato borrando las pancartas contra el terrorismo machista en los minutos de silencio que condenan el asesinato de mujeres. Continuó dándole un premio literario al diputado de Vox condenado por maltrato; contratando a un grupo musical para la Feria de Julio que canta “las mujeres irán a la luna cuando haya que barrerla”; o eliminando a las mujeres y a las víctimas de violencia de género de todas las políticas activas de empleo.

Todos estos ejemplos solo describen una realidad que afecta a todos los ámbitos de la sociedad, y los partidos políticos también forman parte de ella. Como dice mi compañera Ana Julián, “en un paradigma patriarcal, también en el PSOE ha habido comportamientos inaceptables”. Nadie está a salvo, pero hay una gran diferencia: es el único partido en el que las mujeres disponen de herramientas para defenderse. Mientras el PP calla, el PSOE reconoce los errores y aprende de ellos, con humildad, pero con determinación.

Pilar Bernabé ha alzado la voz clara y rotunda. Igual que Rebeca Torró o Diana Morant. Enfrente, los de siempre actúan como siempre: carroñeros políticos que demuestran su auténtica mentalidad cuando atacan a las mujeres en lugar de ponerse a su lado y unirse a la lucha contra el machismo.

De Vox nada se espera. Su portavoz en Xábia ha sido acusado de acoso sexual por su anterior asesora y los de Abascal hablan de criminalización de su compañero. El PP está sometido a su dictado. Alberto Núñez Fejóo demuestra cada día que en esto tampoco está a la altura de lo que necesita la sociedad. Antes con Vox que con la víctima. A la izquierda, ni Sumar ni Podemos quedan al margen de este problema. El caso Errejón marcó el inicio de esta legislatura y el de Monedero hizo tambalearse a los morados.

El PSOE tiene la obligación de trabajar para acabar con esas actitudes y comportamientos rancios en todos los ámbitos de la sociedad. Es el único con capacidad de liderar un pacto para que todos los partidos se unan a la erradicación de esta lacra. Es el momento de alcanzar un gran acuerdo político que deje de lado los tacticismos y el electoralismo. Las instituciones democráticas no pueden ser refugio de machistas ni de quienes niegan la violencia contra las mujeres. Y para ello es fundamental abrir las puertas para echar a los maltratadores y a los acosadores. Pero, sobre todo, abrir las ventanas para que entre el aire fresco del feminismo.

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