Movilidad laboral sostenible, palanca del cambio
Recuperar significa volver a tomar algo perdido. La fractura ocasionada por la pandemia ha supuesto el retroceso en muchos avances que el modelo productivo nunca tuvo la capacidad ni la decisión de proteger. Uno de ellos es la movilidad laboral.
La movilidad al centro de trabajo supone el principal motivo cotidiano de desplazamiento y la distancia entre el lugar de residencia y el puesto de trabajo para un importante número de personas convierte en una dificultad añadida el impacto socioeconómico de la reciente crisis.
En 2019, el 44,09% de las personas asalariadas del País Valenciano afirmaban tardar más de 16 minutos al puesto de trabajo, 908.000 personas según el INE. Una de las soluciones más eficaces a la forma en la que nos movemos estriba en los servicios públicos. Desde entonces, no se ha recuperado el volumen de personas usuarias en transporte público colectivo, tanto por temor al contagio como por el propio impacto en la actividad económica.
La falta de alternativas al desplazamiento individual motorizado es una consecuencia de las carencias en la vertebración territorial, en concreto del ferrocarril de cercanías, y de una racionalización de tiempos que impide embridar frecuencia de paso con horarios laborales. El 8,11% de los accidentes de trabajo en el periodo interanual agosto 20 – julio 21 fueron in itínere y con una tendencia creciente, cada vez más cercana a la época pre-COVID. El diagnóstico de la situación precisa que todas las instituciones centren esfuerzos y energías en corregirla.
A partir de un marco normativo, escasamente implantado, los planes de movilidad sostenible a las áreas industriales (expresión del acuerdo entre las empresas y representación sindical) permitirían abordar medidas contundentes en cuatro ámbitos: la organización del trabajo; las condiciones productivas de las empresas; la prevención de riesgos laborales; y la contribución a la mejora de la calidad del aire de nuestras ciudades. Además, a partir de las medidas acordadas en el acuerdo Alcem-nos, la vertebración territorial y el impulso de transporte público eficaz, frecuente y seguro reducirían desigualdades sociales contribuyendo sustancialmente a los objetivos de reducción de emisiones.
Estos espacios de concertación social tripartitos han de acompañar el impulso de mecanismos correctores en los convenios colectivos, aspecto, sin duda, a situar prioritariamente en la negociación.
Pasar a la acción mediante el diálogo social
Desde el punto de vista empresarial, ignorar estas cuestiones resulta totalmente ineficaz desde toda visión económica del proceso productivo, así como éticamente inaceptable seguir derivando costes y responsabilidades hacia las personas trabajadoras.
Desde el punto de vista de la Administración, el liderazgo en la ejecución de las medidas y aplicar toda la creatividad y tecnología existente redundará en la legitimidad transformadora de la política, ésa que hace un poco mejor la vida de las personas. Recientes discursos apelando a la concienciación social para avanzar en el cambio cultural son necesarios, sin duda, pero lo realmente imprescindible son las políticas concretas para un transporte ferroviario eficaz, puntual y sostenible. Como por ejemplo la actualización de un mapa concesional del transporte que vertebre la red e incentive el uso de un servicio público eficaz en todas las comarcas.
Urge planificar territorialmente, incluyendo medidas que obliguen a las empresas a implantar soluciones. Es vital evaluar las acciones y marcos normativos que sirvan para capilarizar en todos los estratos sociales y que no quede en meras declaraciones de intenciones. Los instrumentos financieros europeos aprobados que incorporan un cambio sustancial en los requisitos van en esa línea. Tal vez sea nuestra última posibilidad de actuar decididamente para ese objetivo
Desde el punto de vista sindical, la movilidad forma parte de las condiciones laborales, tanto en el coste como en el tiempo, llegando a suponer la exclusión de numerosas ofertas. Simultáneamente, es un instrumento de incalculable valor en la carrera contrarreloj para adaptar nuestros trabajos al clima. Para la defensa de los intereses de la clase trabajadora sólo cabe participar en la actualización del modelo de transportarnos al puesto de trabajo, para que éste redunde en la salud de las personas trabajadoras y del entorno
Contribuir desde la Acción Mundial por el Clima a alcanzar el objetivo de neutralidad climática. Una amenaza para todas las personas que, de no frenar con celeridad su avance, convertirá regiones enteras en lugares inhabitables. Porque incrementar los estándares de trabajo decente conlleva inexorablemente una movilidad sostenible, saludable y segura.
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