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Teletrabajo más allá de la pandemia

Alfonso Puncel

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Si algo positivo podemos sacar de esta crisis es que nos hemos cuestionado muchas cosas. Que la derecha apoye a la sanidad pública o se adhiera a la defensa del ingreso mínimo vital es buena muestra de ello y, a menor escala pero no menos importartante, que en pocos meses la Generalitat Valenciana haya adelantado la informatización en remoto que de otro modo, quizás, hubiera costado varios años implantar. En este caso particular se ha hecho realidad la creencia de que la palabra crisis en chino significa oportunidad que no nos evita, en absoluto, el dolor de todos los fallecimientos, el sufrimiento de enfermos y el agotamiento por la dedicación de profesionales de la sanidad.

Pero esta transformación hacia la digitalización ha sido posible gracias a la acción decidida de la dirección general responsable del ramo, la rápida puesta a disposición de recursos económicos y de la capacidad de las consellerias en reclamar su implantación. Hablo de informatización en remoto y no teletrabajo porque es evidente que no hemos alcanzado tal estadio todavía pero también es evidente que el teletrabajo ha venido para quedarse porque lo hemos probado (con sus ventajas e inconvenientes) y la conclusión es que no queremos renunciar a ello. Hablar a estas alturas de “nuevas tecnologías” cuando hablamos de conexiones a internet, repositorios en la “nube”, plataformas, aplicaciones, trabajo “on line”, algoritmos, etc. es casi ofensivo para las verdaderas nuevas tecnologías como son la nanotecnología, realidad virtual y aumentada, streaming 16K, Inteligencia Artificial, 5G, computación cuántica, sistemas predictivos, ciberseguridad adaptativa, internet de las cosas inteligente, proyecciones de hologramas etc. Estas sí son tecnologías disruptivas que, solas o combinadas, van a cambiar profundamente las administraciones públicas, su forma de trabajar y sus relaciones con la ciudadanía.

Sin caer, que sería lo fácil, en el pensamiento de “solucionismo tecnológico” lo cierto es que muchas de aquellas “nuevas tecnologías” y estas nuevas tecnologías bien aplicadas sirven para agilizar la administración, hacerla más transparente y, por lo que se refiere al objeto de este artículo, avanzar decididamente hacia un trabajo a distancia similar al trabajo que se desarrolla desplazándose a los centros de trabajo.

Oponerse a estos avances a dar pasos en esa dirección, por acción u omisión, es anclarse en viejas soluciones y, lo que es más lamentable, trasladar la idea a la ciudadanía que si no se acude al centro de trabajo (perdiendo tiempo en desplazarse) no se está trabajando. En estos tres meses de confinamiento las videoconferencias (cuando había buena conexión) incluso con muchos participantes, han reducido el tiempo de las intervenciones, estas han sido más ordenadas, se han evitado desplazamientos innecesarios y costosos, han permitrido prepararlas con poco tiempo de antelación aunque las personas estuvieran en lugares lejanos o remotos como si fuera una llamada de teléfono.

Se ha pordido mantener reuniones con otros subsecretarios y cargos del gobierno, directores territoriales, con servicios de la propia subsecretaría, con miembros de partido y con ciudadanos. Se ha podido dar clases en un master y hasta he mantenido intercambios con colegas de países lejanos. Esto ha evitado desplazamientos de horas o días, costes de alojamiento y manutención, pérdida de tiempo en andenes o aeropuertos. He podido disponer desde mi despacho o desde mi casa de toda la documentación necesaria accediendo a repositorios o a archivos en papel. No ha habido un solo caso en el que notara si me contestaban desde su domicilio o desde el despacho (salvo cuando aparecía un pie de un bebé por la pantalla o el reclamo de un perro que exigía salir a pasear). En fin, ha sido una experiencia muy positiva que seguro avalarian las estadísticas sobre expedientes tramitados en tiempos del COVID19.

No deberiamos negarnos a su implantación por una visión reduccionista sino al contrario deberiamos aprovechar el conocimiento adquirido para cambiar a un modelo basado en objetivos, con indicadores de cumplimiento, seguimiento y supervisión y no persisitir en una concepción presencialista del trabajo. Esa concepción, además de despreciar los avances y las ventajas de estos medios en la gestión, conlleva una falta de voluntad de modificar el anacrónico sistema basado en cómputo de horas. Este rechazo a cambiar radica en una supuesta y aparente sencillez para controlar el trabajo aunque, en muchos sentidos, su eficacia es nula y, por otro lado, al hecho del aumento de trabajo para los altos cargos a tener que definir previamente tanto los objetivos como los indicadores de cumplimiento, así como hacer un seguimiento y una supervisión de los procesos.

Así pues, hablar de teletrabajo en el propio domicilio no es sinónimo de dejar de trabajar, como se ha pretendido presentar por algunos medios de comunicación (ofendiendo, por cierto, a miles de personas que siguieron trabajando durante la crisis) sino trabajar de otra forma tan presencialmente como si acudieran a su despacho. Mi experiencia, ha sido que las 960 personas que han dispuesto de ordenador portátil facilitado por la DGTIC en un esfuerzo más que loable, estaban tan presentes como si estuvieran en sus despachos de la Torre 1 o del pabellón B de la Ciudad administrativa.

La dedicación en las primeras fases de la crisis de todo el personal de la DGTIC con su Director General a la cabeza así como los responsables de la informática de enlace de la conselleria, supuso disponer a corto plazo de 1.380 personas con ordenadores o VPN (Virtual Private Network) en un esfuerzo más que loable, con sus respectivos certificados y conexiones remotas en tiempo récord (a penas en cinco días estaban autorizados y repartidos todos estos medios) es decir, el 79,85% de personal teletrabajando o, por mejor decir, trabajando presencialmente en sus domicilios. Esta disponibilidad de medios permitió hacer un seguimiento de las situaciones personales de riesgo por vulnerabilidad, mantener la actividad básica de pago de nóminas, contratación obras, pagos a terceros, convocatorias de ayudas urgentes para el sector. En fin, garantizar la continuidad de la gestión que, dadas las circunstancias, solo puede calificarse de óptima.

Todo este personal, junto con el personal que tuvo que seguir dedicándose a sus tareas presencialmente en sus centros por razones obvias (veterinarios, agentes medioambientales, personal de laboratorio de sanidad animal y vegetal, técnicos forestales además de las jefaturas de servicio de la subsecretaría tales como servicio de gestión económica, de contratación, de coordinación, del servicio organización y sistemas o del servicio de supervisión) han permitido mantener la actividad de la Conselleria. Esto es asumir la propia responsabilidad, como lo ha sido disponer en pocos días, con la colaboración de los miembros de los comités de seguridad y salud laboral, de planes de contingencia. Lo responsable es aprovechar este capital adquirido para viajar por la nueva normalidad todavía con riesgos sanitarios, más aún en centros de trabajo con problemas de ocupación.

*Alfonso Puncel, subsecretario de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica

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