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¿Por qué en Valencia habitan más abejas que personas?

Apicultores manipulan un panal en una colmena

Miguel Giménez

Valencia —

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Las abejas son un elemento muy importante para el medio ambiente, aunque su supervivencia está amenazada por el cambio climático (la sequía) y por la proliferación de especies invasoras. Su labor polinizadora de flores y plantas ayuda a mantener la biodiversidad. Sin embargo, en los núcleos urbanos no es extraño ver a los bomberos o la policía local actuando para retirar una colonia que ha formado un enjambre en alguna zona delicada, próxima a colegios o viviendas.

En la ciudad de Valencia, desde el Observatorio Municipal del Árbol decidieron darle la vuelta a este 'problema' para convertirlo en una oportunidad. De la mano del responsable de esta entidad, Santiago Uribarrena, y de uno de sus trabajadores, Vicente Pradas, que es apicultor, tuvieron la iniciativa de recuperar a estos insectos (tradicionalmente se devolvían al campo donde eran entregados a apicultores) para reubicarlos en otras zonas urbanas.

Le propusieron la idea al Ayuntamiento, institución de la que depende el observatorio, que aceptó. En la actualidad hay instalados en Viveros en dos puntos diferentes unas 18 colmenas con unos 800.000 himenópteros en total (en cada colonia puede llegar a haber unos 50.000 ejemplares), y próximamente tienen previsto instalar otro colmenar en Patraix. De este modo, en la actualidad, la población de abejas supera a la de personas que habitan en Valencia (790.000 habitantes).

La idea surge en 2015, después de recibir varios avisos de los bomberos para que retiraran los enjambres, cuenta Vicente Pradas, quien apunta que podían recibir centenares de llamadas al año por colonias de abejas o avispas: “Desde que pusimos en marcha esta iniciativa, el número de avisos por colonias de abejas se ha reducido entre un 30 y un 50 por ciento”. Para atraer nuevos ejemplares que llegan a la ciudad, se colocan estratégicamente cajas de colonias que desprenden un aroma que atrae a los insectos, que deciden hacer allí sus colmenas en lugar de en espacios públicos. Posteriormente, son trasladados a los colmenares municipales.

Así, se ha reducido en número de intervenciones gracias a este tipo de medidas y a estos dos colmenares: “Se puede convivir con las abejas sin ningún problema, porque si ellas no se sienten amenazadas no son agresivas. No obstante, en cuanto se detecta un enjambre suele saltar la alarma entre la población”. Estas colonias se utilizan tanto para la polinización de árboles y plantas como para el desarrollo de programas educativos: “Recibimos visitas de colegios, asociaciones y colectivos vecinales que se acercan a conocer mejor a estos insectos, y además tenemos pequeñas cosechas de miel que regalamos a quienes nos visitan o distribuimos en ferias municipales”, explica Pradas.

Valencia, que es una ciudad pionera en España en este tipo de programas de apicultura urbana, se suma así a urbes como París o Londres, “concienciadas del valor medioambiental de estos insectos”.

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