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El Mar Menor, entre la amenaza de una nueva anoxia y la salvación gracias a una iniciativa ciudadana

Fango acumulado en la zona sur de La Manga del Mar Menor el pasado domingo

Elisa M. Almagro

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Mientras el Mar Menor comienza a mostrar nuevos signos de degradación, con voluntarios recogiendo cientos de metros de algas descomponiéndose en la costa, en el Congreso se está ultimando el proyecto de ley para que el Mar Menor se convierta en un espacio natural con personalidad jurídica gracias a una Iniciativa Legislativa Popular (ILP). Si todo va bien, en menos de un mes la laguna salada será el primer espacio en España y Europa con derechos jurídicos. Entre tanto, la albufera continúa degradándose: “Nos encontramos ante uno de los peores momentos en cuanto a entrada de agua contaminada por nitratos”, denuncia Pedro García, director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE). Una de las causas es la contaminación que ha arrastrado las lluvias de las últimas semanas, que en palabras del naturalista, “han puesto en evidencia la falta de medidas para evitar que el Mar Menor dejase de empeorar”.

De acuerdo con el ecologista, la laguna está recibiendo un caudal por encima de los 1.000 litros por segundo solamente en la rambla del Albujón. A eso habría que añadir varios cientos de litros a través de la Marina del Carmolí, además de lo que se filtra por el subsuelo: “El Mar Menor se encuentra en una de sus primaveras más preocupantes de las últimas décadas”, resume Pedro García.

Esta semana el Instituto Español de Oceanografía (IEO) publicó un informe a solicitud del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a raíz del episodio de lluvias torrenciales del pasado marzo en el que señala el riesgo de un episodio de agotamiento de oxígeno y muerte masiva de organismos en el Mar Menor. El informe incide en el papel determinante del aporte de nutrientes y materia orgánica como motor de eutrofización de la albufera.

Desde ANSE también achacan el “colapso” de la laguna al sistema agroalimentario del Campo de Cartagena como uno de los factores clave de la contaminación. Debido a las lluvias, la mayor parte de las aguas que eran aprovechadas por los regantes se están arrojando al Mar Menor: prácticamente todas las depuradoras de la comarca están vertiendo sus aguas en dirección a la albufera, como la depuradora de Torre Pacheco y la de Cartagena, que, de acuerdo con ANSE debería verter hacia la cuenca del Mediterráneo. Como resultado, el Mar Menor está recibiendo un caudal constante de agua con nitratos y fosfatos, extremadamente perjudiciales para su ecosistema: “Hemos conseguido que la lluvia sea un problema para el Mar Menor, por lo que arrastran, no por la lluvia en sí”, incide Pedro Luengo, portavoz de Ecologistas en Acción.

Tanto Luengo como García reprochan el empeño por parte de algunas autoridades políticas en poner el foco en el agua dulce: “El Mar Menor ha recibido lluvias torrenciales o periodos de sequía desde siempre, es un sistema muy acostumbrado a esos cambios puntuales de salinidad”, explican.

Desde Ecologistas en Acción, Luengo reprocha las propuestas “de final de tubería” del Gobierno regional, como la de hacer pozos perimetrales para vaciar el acuífero del Campo de Cartagena. Luengo explica que el Ejecutivo murciano planea un bombeo mayor de la rambla del Albujón para sacar agua hacia la zona del Mojón y, en el mejor de los casos, hacer una desnitrificación y desalación y reutilizar parte de ese agua en los cultivos: “En el sureste seco si un agricultor de regadío intensivo ve que tiene agua en el subsuelo que no puede usar entiendo que le cabree. En un sistema con escasez de agua y exceso de demanda. Es uno de los problemas que hace que haya presión para ejecutar ese proyecto como si fuera la salvación del Mar Menor y por eso intentan focalizar y maximizar los efectos del agua dulce y del acuífero”.

Para el ecologista, el impulso de este tipo de medidas responden a los intereses de la agroindustria y el Gobierno murciano: “Buscan medidas vistosas que, aunque no aportan soluciones reales para el Mar Menor, no suponen meterle mano a los cultivos de aguas arriba. En el mejor de los casos los pozos podrían ser una solución muy parcial, pero nunca suficiente”. De acuerdo con Luengo esa captación nunca quitará los fosfatos ni eliminará la contaminación difusa: “Lo que estamos haciendo es seguir con el mismo modelo de producción que contamina el acuífero y con la contaminación difusa contaminamos al Mar Menor, por lo que ni salvamos el Mar Menor ni paramos la contaminación, pero conseguimos más agua para utilizar en la agricultura, blanqueamos la actividad agrícola y no tocamos un pelo del modelo productivo insostenible que hay en el Campo de Cartagena”, subraya.

La captación de agua del acuífero no solo no solucionaría el problema, sino que supondría desplazarlo al Mediterráneo: “Tendríamos unas 600 toneladas de nitratos al año que tiraríamos al Mediterráneo, a la barrera de posidonia, por lo que contribuiríamos a su proceso de eutrofización. Y eso, en caso de que todo funcionara medianamente bien. Si no fuera así, las cifras podrían ascender a unas 1.200 toneladas de nitratos”.

Los Alcázares: “Dependemos del Mar Menor”

Los Alcázares, el único municipio ribereño que depende plenamente del Mar Menor, asume la degradación de la laguna salada como la suya propia: “Los otros municipios que componen el litoral del Mar Menor -San Pedro, San Javier, Cartagena- tienen salida al Mediterráneo. Mi municipio tiene dependencia absoluta de que el Mar Menor esté bien”, explica Antonio Luis Campoy, portavoz del Ayuntamiento de Los Alcázares y concejal de Medio Ambiente.

Desde la sopa verde de 2016 el municipio ha perdido ingresos en el sector del turismo, viviendo su peor momento tras la anoxia de agosto de 2021: “Vino justo cuando nos estábamos recuperando un poco del tema de la pandemia. A la gente ya les daba menos miedo salir, consumía más, pero esto supuso la cancelación total tras un periodo de pérdidas absolutas”.

“Antes la gente venía porque es una playa que está muy bien para ancianos o niños, son unas aguas muy tranquilas. Recuerdo que los abuelos me decían que el agua de aquí era curativa. Hace muchos años que no les oigo decir eso”, lamenta Campoy. “Tenemos la suerte de que muchas personas tienen su segunda residencia aquí con unos lazos en Los Alcázares y que vienen sí o sí en verano. Pero está situación puede arruinar toda la economía del municipio”.

El concejal de Medio Ambiente denuncia la “inacción” del Ejecutivo murciano ante esta situación: “El mayor responsable es el Gobierno regional. Es quien tiene competencias en la ordenación del territorio, en el tema de las hectáreas ilegales de cultivo, de regular la cantidad de nitrato que se echa a la tierra”, enumera. “Todo este tipo de normativa que se ha ido incumpliendo o haciendo la vista gorda para proteger a un sector que ni siquiera es el agrícola. Se trata de las grandes corporaciones de este sector; a los pequeños agricultores esta situación también les está afectando”, denuncia.

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