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El atentado contra el cuartel de Zaragoza espera a Josu Ternera, el último 'general' de ETA

José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, en una imagen exclusiva de 2013.

Aitor Guenaga

José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, más conocido como Josu Ternera, es el último 'general' de ETA que sigue en libertad. Lo ha sido todo en la izquierda abertzale: dirigente desde 1975 de la organización terrorista -ahora desarmada y en pleno debate sobre su “desmovilización definitiva”- y parlamentario por Euskal Herritarrok junto a Arnaldo Otegi hasta su huida en noviembre de 2002. Fue también el hombre que se sentó frente al entonces presidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren, en las fracasadas negociaciones de la etapa del Gobierno que lideraba el socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2005-2006). El terrorista que esperó sin éxito en Noruega, junto a los también dirigentes etarras Iratxe Sorzabal y David Plá (ahora en prisión) a que algún emisario del Gobierno popular de Mariano Rajoy les tomara la temperatura para avanzar hacia un final negociado de ETA que nunca llegó. Los tres fueron expulsados a mediados de febrero de 2013 de Oslo por el Ejecutivo noruego tras constatarse que Rajoy había descartado esa vía nada más llegar a la Moncloa.

Y Josu Ternera es también el único histórico dirigente de ETA que ha logrado hasta ahora evitar caer en manos de las policías francesa y española y de la Guardia Civil. Por el momento. Está prófugo de la justicia desde el 14 de noviembre de 2002, mes en el que tenía que haber declarado como imputado por el salvaje atentado de Zaragoza. El próximo 24 de diciembre cumplirá 67 años. El próximo 11 de diciembre se cumplirán 30 años del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza.

Todas las fuentes antiterroristas consultadas coinciden en señalar que José Antonio Urrutikoetxea ya no está al frente de la organización, ni encuadrado en el Comité Ejecutivo. Los agentes antiterroristas españoles que trabajan sobre el terreno en Francia y la policía gala le perdieron la pista a mediados de julio de 2013 en un pequeño pueblo de los pirineos franceses cercano a la frontera con España, Durban-sur-Ariège de unos 200 habitantes donde estuvo conviviendo de manera con su pareja Agnès Cerlo. Las fotos exclusivas que acompañan a esta investigación de eldiarionorte.es habrían sido realizadas en esa etapa. En las imágenes se ve a Josu Ternera jugando con un bebe al aire libre.

Diversas fuentes policiales sitúan al exdirigente etarra en ese pueblo -cercano a Andorra y situado en el Departamento de Ariège- de manera intermitente en los años precedentes a la operación policial desarrollada el 16 de julio de 2013. Josu Ternera logró de nuevo huir sin que haya habido una explicación consistente y convincente de lo que pudo pasar para que Urrutikoetxea no fuera arrestado entonces por el Grupo de Intervención de la Policía Nacional francesa (GIPN).

Convivía con Cerlo y, durante ese tiempo, ambos cuidaban de un bebé de corta edad. Una relación que el exdirigente etarra ha mantenido durante décadas. De hecho, cuando Josu Ternera fue detenido por primera vez por la policía gala cuando viajaba junto a Elena Beloki en Bayona en una motocicleta el 11 de enero de 1989 -tras una reunión en la que participó el abogado y entonces dirigente de Herri Batasuna (HB) Txema Montero -más tarde asesor de Eugenio Etxebeste, Antxon, en las conversaciones de Argel-, ya le acompañaba Agnès Cerlo, quien también fue arrestada entonces. Tras cumplir condena en Francia, Josu Ternera fue expulsado el 4 de mayo de 1996 y, ya en España, procesado por varios delitos relacionados con la actividad de ETA. Finalmente, fue puesto en libertad definitiva el 14 de enero de 2000.

El informe incriminatorio del instituto armado

La tesis fundamental que los analistas de la Guardia Civil han constatado -y así lo reflejan en el informe remitido inicialmente en 2001 a la Fiscalía de la Audiencia Nacional y al que ha tenido acceso eldiarionorte.es- es que los máximos responsables de la organización terrorista -el Comité Ejecutivo o Zuba- “no son dirigentes 'en abstracto', sino que realizan funciones efectivas de dirección de toda la actividad terrorista. Este análisis buscaría de los tribunales una persecución e imputación penal de los máximos dirigentes de la ya organización desarmada: ”deducir la imputación“ de los ”miembros de las estructuras directivas de ETA en la comisión de los atentados ejecutados por los distintos comandos“.

El análisis realizado por dos miembros del Servicio de Información de la Guardia Civil -un detallado informe de 127 páginas elaborado en junio de 2001- pretendía precisamente aplicar esta tesis al entonces parlamentario de Euskal Herritarrok y exdirigente de ETA, José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera. En su caso, por su implicación en la matanza del cuartel del instituto armado ocurrida el 11 de noviembre de 1987, hace ahora 30 años.

Ese día es justo el que quiere olvidar definitivamente Jesús Cisneros, uno de los dos guardias que estaban en la garita del cuartel cuando el jefe del 'comando Argala' de la organización terrorista -creado por la dirección de ETA en 1978 y activo hasta su desarticulación en abril de 1990- colocó un coche bomba a las 6:10 de la mañana en el exterior del cuartel. Olvidar los cascotes, el polvo tras la explosión, los dolores, los cadáveres, los cinco ataúdes blancos...

“Mi marido no está bien. Queremos cerrar esta página de nuestras vidas definitivamente”. Quien habla es la esposa de Jesús Cisneros, el guardia civil que esa mañana salió corriendo en busca de los artificieros alertado por su compañero Pascual Grasa cuando vieron salir humo de un coche que los terroristas habían aparcado minutos antes frente al cuartel. Tenía las luces apagadas. Era un Renault 18, sutraído en la localidad guipuzcoana de Tolosa el 23 de agosto de ese mismo año, y lo conducía Henri Parot, el jefe del comando. Tenía matrícula falsa M-5950-FW.

-“Jesús, sale humo”, gritó Pascual.

-“Entonces es una bomba”, contestó su compañero.

En su interior, los terroristas de este “comando especial”, según el instituto armado, -compuesto por activistas legales (no fichados), todos franceses, liderado por Henri Parot y que respondía directamente a las órdenes de la dirección etarra- habían colocado 250 kilos de amonal y mucha metralla. “Al general, amonal”, se gritaba por aquel entonces en las manifestaciones que convocaban las diferentes organizaciones de la izquierda abertzale (HB, Jarrai, KAS) que nunca han condenado a ETA. El objetivo, ocasionar el mal en mayúsculas. En la casa cuartel vivían unas 40 familias (180 personas) y varios estudiantes de la residencia que alojaba el edificio. 11 personas fueron asesinadas -entre ellas cinco niñas- y otras 65 resultaron heridas. Debe ser muy difícil para Jesús Cisneros olvidar todo esto.

ETA estaba entonces en los prolegómenos de las negociaciones de Argel con representantes del Gobierno socialista de Felipe González. “En esa época ya se habían producido los primeros contactos de ETA con representantes del Gobierno, que posteriormente desembocarían en las denominadas 'conversaciones de Argel”, admite la Guardia Civil. Y, tras la detención a finales de septiembre de 1987 del dirigente Santiago Arrospide Sarasola, Santi Potros, considerado entonces por la Policía como el jefe militar de la organización terrorista, la dirección etarra vio la necesidad de hacer un “gran atentado”. Antiguo miembro de los comandos Bereziak (especiales) de la rama político militar de ETA que después se integraría en ETA militar, Santi Potros compartía con el resto de dirigentes Francisco Múgica Garmendia, Pakito, y Josu Ternera, entre otros, la conveniencia de ejecutar “grandes atentados” para llegar fortalecidos a esa negociación con el Estado. Acciones sangrientas e indiscriminadas.

Y uno de sus tentáculos más aventajados, “de mayor agilidad” y secreto era el 'comando Argala'. Primero fue el atentado de Hipercor, en Barcelona: 21 muertos y 45 heridos, la mayor matanza en la historia de ETA, ejecutada el 16 de junio de ese año, y, seis meses después, llegaría el realizado contra la casa cuartel de Zaragoza: 11 muertos y 65 heridos. A principios de ese año, el 'comado Argala' colocó tres coches bomba en la capital de España, siguiendo las órdenes de la dirección: “es necesario hacer 'ekintzak' [acciones-atentados] en Madrid”.

“En definitiva, el 'comando Argala' constituía una herramienta eficaz para el Comité Ejecutivo de ETA, que lo utilizaba en función de la coyuntura estratégica de cada momento”, se apunta en el informe de la Guardia Civil. Y a su vez, los integrantes de la dirección y de todos sus aparatos pusieron “a disposición de los ejecutantes los medios materiales necesarios para la comisión efectiva del hecho delictivo”. También para el atentado de Zaragoza.

La justicia española condenó en julio de 2003 a Santi Potros a 790 años de cárcel por ordenar el atentado de Hipercor. Y eso era precisamente lo que buscaba la Guardia Civil con su informe sobre Josu Ternera, quien entonces defendido por los letrados abertzales Kepa Landa y Jone Gorizelaia, optó por huir y no presentarse ante el Tribunal Supremo para aclarar su supuesta responsabilidad en ese atentado.

En resumen, la Guardia Civil sostiene que la función de los máximos dirigentes de ETA “es decisiva y necesaria para que se llegue a realizar cualquier acción terrorista”. “Imprescindible”, la considera el instituto armado, y sitúa a Urrutikoetxea, tras enumerar de manera prolija una docena larga de testimonios de etarras, como uno de sus principales dirigentes en aquella época.

“Josu Ternera controla toda la 'organización'”

El informe está basado en textos periciales, documentación interna de la propia organización armada (cartas manuscritas o partes de la contabilidad de ETA decomisadas en la 'operación Sokoa', entre otros muchos documentos), manifestaciones policiales, judiciales e incluso declaraciones en el acto del juicio oral de diferentes miembros de ETA. Entre ellos, fueron claves los testimonios de los etarras arrepentidos José Manuel Soares Gamboa, quien en su declaración judicial ante el juez Baltasar Garzón de octubre de 1995 ya identificó a Josu Ternera como “responsable del Aparato Político”. O la del etarra Juan José Rego Vidal, quien se refirió también en 1995 a Josu Ternera como la persona que “en ese momento [1987], controla la 'organización' de manera absoluta”.

Unos pocos días antes de la primera citación ante el Alto Tribunal para declarar como imputado, prevista para el 6 de noviembre de 2002, José Antonio Urrutikoetxea estuvo en un congreso junto a los dirigentes independentistas Arnaldo Otegi y Joseba Álvarez. Cuando llegó la segunda citación, prevista para el 13 de ese mismo mes, Josu Ternera ya había desaparecido.

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