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ANÁLISIS

La disidencia abertzale se activa con el objetivo de poner contra las cuerdas a Sortu y EH Bildu

Sede de Sortu en la calle Ronda de Bilbao

Iker Rioja Andueza

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A la larguísima lista de sedes del PNV (33 hasta el viernes), PSE-EE (13) y Podemos (2) atacadas en las últimas semanas por la disidencia de la izquierda abertzale, se suma la 'herriko taberna' de la calle de Ronda de Bilbao. No es un lugar cualquiera. Los autores de las pintadas y los destinatarios conocen su simbolismo: es un territorio 'en disputa' y que los críticos reclaman como propio. Su elección explica muy bien las tensiones existentes entre los grupúsculos disidentes con la estrategia institucional de Sortu (integrado en la coalición EH Bildu) y el propio partido de Arkaitz Rodríguez y Arnaldo Otegi. Esa pugna soterrada se está mostrando con mayor nitidez en el contexto de la huelga de hambre –y de sed en un inicio también– del preso de ETA en Murcia Patxi Ruiz, condenado por el crimen del concejal de UPN Tomás Caballero.

Algunas voces en la izquierda abertzale alertan del “diseño político” detrás de la campaña de la disidencia. Interpretan que es una estrategia para minar a Sortu y a EH Bildu y para hacerlo, además, en puertas de una campaña electoral, la de las autonómicas vascas del 12 de julio. ¿Qué peso tienen esas corrientes críticas? Cuantitativamente, son muy minoritarias pero sí tienen algunas estructuras definidas en torno a las siglas ATA (Amnistia ta Askatasuna), HB (Herritar Batasuna), GKS (Gazte Koordinadora Sozialista) e Ikasle Abertzaleak. Les une su rechazo a la institucionalización y su añoranza por el terrorismo de ETA, definido como “lucha armada” o estrategia “político-militar”. Políticamente, no han pasado de propugnar una “abstención activa” sin consecuencias apreciables para los resultados de EH Bildu. ATA, que ya tiene varios años de recorrido, no inquieta para nada en el cuartel general de Sortu, pero sí GKS, de reciente creación y con militancia mucho más joven, activa e ideologizada.

En cuanto a Ikasle Abertzaleak, era el sindicato estudiantil del MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasca) y pieza fundamental de captación y movilización en institutos y facultades. Ahora considera a Sortu un “partido socialdemócrata” y “apuesta por una estrategia revolucionaria más semejante a lo que históricamente ha sido el MLNV”. Cuando separó su camino del de la izquierda abertzale oficial, Sortu cambió las cerraduras del local de Ronda que utilizó el sindicato durante dos décadas, según denunció en un comunicado de finales de 2019.

En mayo, y con el pretexto de la huelga de hambre y de sed por las condiciones carcelarias durante la pandemia iniciada por Patxi Ruiz en Murcia, la disidencia recrudeció sus acciones. Desde 2017, Ruiz está fuera del EPPK –el colectivo oficial de presos de ETA– y se fue, además, con una carta muy dura con la línea política actual de Sortu y de sus dirigentes y en defensa del terrorismo. Como Ruiz, son pocos los presos de ETA que no han seguido la ciaboga del EPPK, que en todo caso ha sido más tímida que la que hicieron los de la 'vía Nanclares' en su día y por la que fueron despreciados. Y menos todavía de los que se han desmarcado tienen galones, salvo quizás Ion Iurrebaso.

A los sabotajes a las sedes de los partidos que consideran responsables de la política penitenciaria –sobre todo en el caso del PNV es un goteo diario de pintadas e insultos– se le han unido movilizaciones en Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra instigadas en redes sociales por ATA, HB, GKS o Ikasle Abertzaleak. Pero el peso sentimental que todavía ejerce la cuestión de los presos y de sus derechos en las bases abertzales ha movido a mucha gente de Sortu y EH Bildu también a secundarlas, incluso en plena pandemia. Son equilibrios difíciles para la izquierda abertzale, aunque ya ha enviado algunos mensajes crípticos a la disidencia.

El más importante deja en el aire qué ha ocurrido realmente en Murcia con Patxi Ruiz. En un comunicado, el EPPK dejó claro que sus miembros en esa cárcel están muy encima de la situación del reo y que incluso han tenido interlocución con la dirección de la cárcel sobre el particular. Su conclusión es que ha sido todo una campaña contra Sortu y EH Bildu. Y añadía (es traducción del euskara): “Para lograr ese objetivo se ha intentado ocultar algunas informaciones y difundir invenciones”. ¿A qué invenciones se referían? No se daban más pistas.

Hace varias semanas, personas de Sortu, de manera discreta, movieron ficha y contactaron con el entorno de Patxi Ruiz en Pamplona. De hecho, la diputada navarra Bel Pozueta propuso un viaje a Murcia para visitar al “preso político”, según recogió EH Bildu en una nota. La disidencia desaprobó la maniobra. Militantes abertzales comprobaron que en algunas de las movilizaciones en que participaban, los más radicales coreaban “PSOE hiltzaile, Sortu laguntzaile” ('PSOE asesino, Sortu colaborador').

Y en las últimas horas ha habido otro episodio en el que Sortu se ha visto ante el espejo. Se trata de una denuncia de abusos sexuales por parte de una empleada de 19 años de la 'herriko taberna' de Zarautz contra un histórico de la izquierda abertzale en la localidad. El colectivo Danba Gazte Asanblada no solamente ha criticado los hechos, sino a Sortu por darles cobertura. El partido ha salido al paso remarcando que mantiene una línea de “tolerancia cero” con la violencia machista y que tenía apartado a su afiliado desde que se conocieron los hechos a finales de 2019. Y ha añadido: “Denunciamos el interés y el intento de determinados sectores por dañar tanto el ser como el nombre de Sortu y de la izquierda abertzale, en esta ocasión con este tema”.

La candidata a lehendakari de EH Bildu, Maddalen Iriarte, ya ha verbalizado que esta situación interpela a la izquierda abertzale “por los dos lados”. También lo ha hecho Otegi: “Todo el mundo sabe que EH Bildu no tiene nada que ver con esas pintadas [sobre Patxi Ruiz]. Lo que pasa es que tanto los que hacen las pintadas como los que nos interpelan en torno a ellas tienen un único objetivo, que es debilitar a EH Bildu”.

Otegi considera “superlativizado” el debate porque “si una pintada es un ataque, ¿qué es lo que será lo de Minneapolis?” –en referencia a los sucesos en torno al asesinato de George Floyd–. Pero en Euskadi Irratia lanzó varias preguntas al aire. “¿Alguien piensa que a EH Bildu le parecen bien esas cosas? No. ¿Alguien piensa que nosotros estamos detrás de eso? No. ¿Alguien piensa que a mí me parece bien que llamen 'asesina' a Idoia Mendia? No. ¿Alguien piensa que la izquierda abertzale ha sido capaz de sacar la violencia de la ecuación política para hacer unas pintadas? No”.

Sin embargo, PNV, PSE-EE, Podemos y también el PP exigen a Sortu y EH Bildu una “condena” meridiana de los hechos. La coalición y su partido principal han reiterado que los “rechaza” y que no forman parte de su estrategia, pero sigue sin avenirse a la palabra que le demandan el resto de fuerzas políticas. Otra de las patas de EH Bildu, EA, sí envió un comunicado con la palabra “condena”. Hay voces internas que no comprenden que Sortu no aproveche la ocasión para desmarcarse claramente de unos sabotajes de los que no es responsable y que responden a una estrategia en su contra, según sus propios análisis. Entienden estas fuentes que, si esta situación se mantiene en las próximas semanas –y con el 12 de julio cada vez más cerca–, la imagen de izquierda transversal y alternativa al PNV que ha querido trabajar EH Bildu, incluso con pactos en Madrid como el de la reforma laboral, podría salir perjudicada.

Sopa de siglas en la izquierda abertzale

Sortu. Es el partido político que representa a la izquierda abertzale oficial y que hereda las estructuras de marcas ilegalizadas como Herri Batasuna, Euskal Herritarrok o Batasuna (también se emplearon las marcas EHAK, HZ y D3M e incluso se rescató la histórica ANV). Su organización juvenil se denomina ahora Ernai.

EH Bildu. Es la coalición soberanista y de izquierdas integrada por Sortu, su partido principal, EA, Alternatiba e independientes. Es la segunda fuerza política en el Parlamento Vasco y sus escaños han sido decisivos tanto en la gobernabilidad de Navarra como en la de España.

EA. Fundado en 1986 como escisión del PNV por el primer lehendakari de la democracia, Carlos Garaikoetxea, es una formación socialdemócrata. En estos meses, tras la dimisión en 2019 de su líder, Pello Urizar, vive su particular crisis interna entre el sector oficial –encabezado por su secretaria general, Eva Blanco, en funciones porque su nombramiento fue suspendido cautelarmente por la Justicia– y el sector crítico agrupado en torno a la figura del fundador, que desea que las históricas siglas no se diluyan dentro de la izquierda abertzale. Esta semana se celebra el segundo juicio para dirimir esta pugna entre sectores.

Alternatiba. El partido liderado por el diputado Oskar Matute es una escisión de la antigua marca de IU en Euskadi, Ezker Batua, que acabó en un proyecto personalista del que fuera consejero de Juan José Ibarretxe Javier Madrazo. En los últimos meses está ganando en peso político e incluso en afiliación.

Aralar. El histórico dirigente navarro Patxi Zabaleta fundó una corriente crítica dentro de la izquierda abertzale y llegó a condenar crímenes como el de Miguel Ángel Blanco o el de Tomás Caballero. La corriente se hizo partido y fue ganando peso en Navarra dentro de coaliciones y también con hasta cuatro escaños en el Parlamento Vasco. Bildu se reconvirtió en Amaiur y luego en EH Bildu precisamente por la incorporación de Aralar a Sortu, EA y Alternatiba. El sector encabezado por la portavoz, Aintzane Ezenarro, se aproximó al PNV y ella es ahora responsable del Instituto de la Memoria (Gogora) dentro del organigrama de Iñigo Urkullu. En 2017, ya con Zabaleta retirado y Rebeka Ubera al frente, Aralar se disolvió dentro de EH Bildu.

ATA. Siglas con resonancia a las de ETA y que sustituyen la 'E' de Euskadi por la 'A' de amnistía. Agrupan a la disidencia crítica con la política institucional de la izquierda abertzale y que desea mantener la violencia. La disidencia pretendió rescatar también las históricas siglas HB, aunque ahora como Herritar Batasuna en vez de Herri Batasuna.

EPPK. En euskera, sus siglas significan Colectivo de Presos Políticos Vascos. Es la estructura que agrupa a los presos de la extinta ETA y dispone de servicios jurídicos propios e interlocución directa con Sortu. Existen otras organizaciones de familiares de los reclusos (Etxerat) o de apoyo a sus derechos (como Sare).

GKS. La Coordinadora Socialista Juvenil es una estructura nueva, de ultraizquierda, con marchamo anticapitalista y que reivindica la trayectoria del MLNV frente a Sortu y EH Bildu. Tiene penetración en la Universidad y está ganado peso en redes sociales. Han surgido plataformas similares como Jarki y siente “afinidad total” con Ikasle Abertzaleak, sindicato estudiantil con larga trayectoria en institutos y facultades.

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