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El Ayuntamiento de Granada presenta un plan de movilidad sostenible 'poscovid' mientras permite la tala masiva de árboles

El Ayuntamiento ha trazado un entorno más seguro para los ciudadanos

Álvaro López

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Granada es, junto con Madrid y Barcelona, la ciudad más contaminada de España por la calidad del aire que respiran sus ciudadanos. Así se deduce de informes como el de Ecologistas en Acción titulado “La calidad del aire en el Estado español en 2018 elaborado por Ecologistas en Acción”. Con la crisis del coronavirus la ciudad se ha visto inmersa en una contradicción “verde”: por un lado, está virando a políticas de movilidad sostenible al tiempo que está permitiendo la tala masiva de árboles.

Así, el Ayuntamiento de Granada ha elaborado un plan que pretende cambiar el mapa de la ciudad para el paso de vehículos y de personas. El Consistorio, gobernado por Ciudadanos y Partido Popular en minoría, ha contado con el respaldo de la oposición de PSOE, Podemos-IU y Vox, para impulsar un proyecto que, con matices, todos los partidos ven con buenos ojos. Porque se trata de un lavado de cara profundo para la capital granadina. Basado en dos ejes: carriles específicos para autobuses, bicicletas, patinetes y taxis y peatonalización parcial del centro. En definitiva, tratar de alejar al coche de las calles.

Por otro, la Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía ha comenzado las obras de remodelación de las calles Palencia y Arabial. Dos de las que se vieron más afectadas por el desvío de tráfico que provocaron las obras del Metro de Granada. Para paliar el desgaste, el Gobierno andaluz firmó un acuerdo en 2014 para cambiar y modernizar el aspecto de ambas vías con una inversión de 2,7 millones de euros. Pero el tiempo pasó y las obras no comenzaron hasta ahora, precisamente cuando la desescalada por la Covid-19 ha permitido que se retomen ese tipo de actividades. Lo que en un principio parecía una buena noticia, que se sumaba al plan de movilidad 'poscovid' del Consistorio, ha acabado convirtiéndose en una paradoja.

Porque Granada aspira a ser una ciudad más verde y sostenible expulsando el vehículo privado de su casco urbano, pero está permitiendo que la Consejería de Fomento ejecute una remodelación que implica la tala masiva de 300 árboles y la sustitución y ampliación de estos por otros. El problema es que los actuales tienen alrededor de 40 años y, según los expertos de Ecologistas, se encuentran sanos y no son nocivos para los ciudadanos, sino al revés. La tala ha provocado una avalancha de protestas por parte de diversos sectores y ha llevado a que Podemos-IU organice una movilización para frenar el destrozo del arbolado este martes 25 de mayo. En plena ola por una mayor sostenibilidad, el Ayuntamiento de Granada no ha frenado la actuación, pese a que su propio alcalde, Luis Salvador (Ciudadanos), asegura que la ciudad “tiene que ser más verde”

“Pensar más en el peatón”

El concejal de Movilidad, César Díaz, ha diseñado junto a su equipo un mapa que contempla la reestructuración de 125 kilómetros de calles de la capital. La mayoría (75 kilómetros) convertirán su carril derecho en uno exclusivo para autobuses y taxis que compartirán con bicicletas y patinetes, como ya sucede en pequeños tramos de la ciudad, añadiendo más de 2.000 aparcamientos nuevos para estos vehículos de dos ruedas. El resto del trazado se convertirá en vías parcialmente peatonalizadas, se reducirá la velocidad máxima de las calles a 30 kilómetros por hora y se apostará por calles de dirección única para los peatones y señales para separarlos en los pasos de cebra para permitir que se cumpla con la distancia de seguridad a la que obliga la crisis sanitaria. Todo está siendo señalizado de forma temporal con líneas que delimitan los espacios y con el uso de pivotes de plástico, porque en el Consistorio no quieren que el proyecto sea definitivo, sino que pueda adaptarse o incluso eliminarse si no llegara a funcionar. “Tenemos que calmar el tráfico en la ciudad y pensar más en el peatón, de manera que el coche sea un medio que se deje fundamentalmente para usar en la carretera”, explica Díaz.

“Siempre hemos pedido una red de carril bus”

Jordi Tatay, portavoz de la asociación Biciescuela Granada, ha acogido con optimismo el plan del Ayuntamiento. Recuerda que siempre han pedido “una red de carril bus” y no una del llamado carril bici, porque este es inseguro: “Los ciclistas se molestan entre ellos, tienen peligro de caerse a la carretera por la que discurren paralelamente o sufren la invasión de peatones, porque estos carriles quitan espacio de acera de forma innecesaria”. Además, esta red de carriles compartidos entre buses, taxis, bicicletas y patinetes que está implantando el Consistorio por la crisis del coronavirus, es una oportunidad “para que los ciudadanos apuesten por esta movilidad, porque por el temor a compartir espacios cerrados podrían dejar de usar el transporte público y volver a usar el coche”.

Los taxistas son el otro colectivo que también se ve directamente afectado por este plan de movilidad. El portavoz de la gremial del taxi en Granada, Ramón Alcaraz, agradece la predisposición del concejal de Movilidad para hablar con todas las partes, pero cree que “el proyecto tenía que haberse consensuado más”. Para Alcaraz, como taxista, que su vehículo deba compartir carril con una bicicleta le deja dudas. “No estamos hablando de ciclistas profesionales, sino de ciudadanos que utilizan la bici para moverse libremente y si van lentos, los taxistas estamos muertos si vamos detrás”. Tampoco termina de comprender la limitación de velocidad a 30 km/h si ya se tiene en cuenta que “cuando una persona coge un taxi es porque tiene prisa, pero si tanto nosotros como los buses tienen que ir a la velocidad de una bici, la gente dejará de usarnos”.

En su doble vertiente de taxista y vecino del Albaicín, Alcaraz cree que “está bien peatonalizar el centro, pero hace falta más diálogo con los que viven en él”. Como taxista sabe que “Granada vive del turismo y por el peculiar trazado que tiene la ciudad, los turistas necesitan el transporte público para llegar a algunos sitios, por lo que eso se tiene que estudiar bien”. Como vecino, asume que “no se puede prohibir el paso de vehículos en algunas zonas porque no tenemos acceso a algunos servicios, porque cualquiera que deba transportar materiales hasta una vivienda, como por ejemplo un pintor, se lo piensa si corre el riesgo de ser multado o debe ir a pie muchos metros”.

Futuro sin coche

Más allá de los carriles exclusivos para buses, taxis, bicicletas y patinetes, el proyecto llama la atención porque apuesta por peatonalizar calles importantes de la capital. Como todo el plan, estas peatonalizaciones serán temporales y reversibles, pero contemplan cerrar al tráfico arterias como San Antón, para liberar de peatones la Acera del Darro y Puerta Real, permitiendo mayor distancia de seguridad entre ciudadanos. También se apuesta por peatonalizar parcialmente aquellas calles cuyas aceras sean inferiores a 3 metros, eliminando carriles de circulación o aparcamientos. En ese sentido, los comercios del centro serían los principales afectados por la medida.

Miguel Moreno, secretario general de la Federación Provincial de Comercio, dice que “antes de poner en marcha medidas que impliquen prohibiciones, habría que apostar por una mejor conexión por transporte público que permita que los habitantes del área metropolitana lleguen al centro de la ciudad sin usar el coche, porque el problema que tenemos con la contaminación se produce por culpa de la autovía de la circunvalación”. El Ministerio de Transportes ha llegado a cifrar en más de 140.000 automóviles los que la usan a diario.

“La única actividad económica que va a tener Granada es la comercial, mientras se recupera el turismo, por lo que hay que pensarse bien cómo se quiere hacer”, explica Moreno. “Porque la gente ahora mismo tiene miedo de coger el transporte público porque incluso desde las instituciones se les ha llegado a recomendar coger el privado para evitar contagios”. El representante de los comerciantes reconoce que “es difícil combinar el peatón con un tráfico del siglo XXI en esta ciudad. Entiendo que antes que prohibir el tráfico, habría que apostar por reducir aún más los límites de velocidad con zonas amables de 20 kilómetros por hora”.

“Granada tiene que sacar los coches de la ciudad”

En cuanto a la contaminación que genera el elevado tráfico que soporta Granada, sobre todo desde los pueblos de su área metropolitana, este proyecto pretende disminuirla sin que el Ayuntamiento tenga competencias para regular lo que sucede fuera del límite del municipio. Juan Raya, portavoz de Ecologistas en Acción, es tajante: “Granada, y todas las ciudades, tienen que sacar los coches de la ciudad”. El problema es que la ciudad de la Alhambra está rodeada de 33 municipios que en las últimas décadas han superado en población a la capital, por lo que muchos de estos ciudadanos trabajan y hacen vida en el núcleo urbano granadino, teniendo que desplazarse en vehículos privados. Aunque Raya ve con buenos ojos que la ciudad plantee este nuevo modelo de movilidad, cree que es insuficiente y que, de paso, “carga la presión sobre nosotros como ciudadanos, porque si en unos meses no se ve que aumenta el uso de bicicletas o patinetes, podrá decirse que no hay demanda y que hay que volver al modelo anterior”.

En un plano más técnico, Lucas Alados, catedrático en Física Aplicada por la Universidad de Granada (UGR) y experto sobre la calidad del aire, asegura que se está trabajando por ver cómo está afectando la disminución del tráfico a la contaminación. Alados recuerda que cuando se pusieron en marcha las LAC, “no hubo efectivos negativos, pero tampoco positivos”. Por ello, opina como Juan Raya de Ecologistas en Acción sobre que el problema de la contaminación en Granada está en la circunvalación. “Tememos que la contaminación haga una forma de V y que, igual que bajó drásticamente, se recupere al mismo nivel en el que estaba”, apunta el experto. Se muestra cauto para ver cómo funcionará la movilidad, aunque sí alerta sobre el peligro para la salud de los conductores bicicletas y patinetes que tendrá “circular detrás de autobuses o taxis, absorbiendo la contaminación de esos vehículos”. Como sospechan todos y confirma el experto, “la calidad del aire ha mejorado mucho durante el estado de alarma y tenemos que aprender de ello”. Los próximos meses demostrarán si la nueva movilidad sirve para que Granada deje de liderar los peores registros de contaminación y si sus ciudadanos acaban teniendo peor oxígeno para respirar si continúa la tala del arbolado.

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