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La pandemia disparó el empadronamiento en Cantabria durante 2020

Castro Urdiales es una de las localidades que más población ha ganado a nivel nacional.

Laro García

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Se ha hablado mucho en los últimos meses de los cambios de hábitos de los ciudadanos a raíz de la crisis sanitaria de la COVID. El confinamiento estricto de la pasada primavera y las restricciones de movimiento y los cierres perimetrales para intentar frenar el avance del coronavirus desde hace casi año y medio han provocado evidentes molestias y han revolucionado también algunas costumbres sociales. Pero ahora ya no son teorías o especulaciones, sino que los datos demuestran que la pandemia disparó el crecimiento de la población de Cantabria durante 2020, y es que el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) revela, entre otras cosas, que el saldo positivo por variación residencial el año pasado fue de 5.533 movimientos en total, el más alto registrado en más de una década en la comunidad autónoma.

El propio Instituto Cántabro de Estadística (ICANE), que ha analizado las cifras, indica que ese crecimiento tan acusado que se refleja proviene principalmente de ciudadanos españoles que se empadronaron a lo largo del año pasado en Cantabria, ya que si se diferencia entre el saldo por variación residencial interna y el saldo por variación externa, -es decir, los que llegan de otra comunidad o desde fuera de España-, se observa que ambos parámetros presentan datos positivos, sin embargo, mientras el exterior desciende un 35% respecto a 2019 situándose en 2.079 movimientos, el interior se dispara de los 408 del año anterior a los 3.454 de 2020. 

Así, en Cantabria, durante el año 2020, las variaciones residenciales interiores alcanzaron 24.595 altas padronales y 21.141 bajas, unas cifras que suponen una variación respecto a las registradas en 2019 del 6,2% y -7,1% respectivamente. Como consecuencia de ese gran aumento de las altas y descenso de las bajas, el saldo interior alcanza el valor más alto registrado desde que existe esta estadística en 1998.

Llegan de Euskadi, Madrid y Castilla y León

Según señala el ICANE en un informe consultado por elDiario.es, la mayoría de cambios de residencia se producen entre los municipios de Cantabria. Sin embargo, el cambio más importante se produce en las altas procedentes de otras comunidades autónomas, que crecieron un 18,6%, hasta las 9.931, lo que, acompañado de un descenso de las bajas, es responsable del alto crecimiento del saldo interior.

Además, las comunidades de origen más importantes son Euskadi, de donde llegan el 29,7% de las altas procedentes de otras comunidades (2.950), la Comunidad de Madrid, que representan el 21,1% (2.095), y Castilla y León con el 12,4% (1.233). Específicamente la provincia de Vizcaya es la que más aporta, con 2.600 altas padronales. El incremento de las llegadas desde las dos primeras autonomías es superior al 40%. Por su parte, las regiones de destino más habituales de las bajas registradas en Cantabria son las mismas que las de origen, ya que hacia el País Vasco fue el 26% (1.677 bajas), a Madrid el 15% (956) y a Castilla León el 13% (831). En este caso, lo más destacable es que para estas autonomías descienden las salidas respecto a 2019, siendo el mayor el de las bajas a Madrid, un 32% menos que en el año anterior. 

Este movimiento de población favorable a Cantabria encaja con la tendencia nacional y el mapa del mayor éxodo desde las grandes ciudades de la última década, que muestra cómo las grandes ciudades han registrado durante la crisis del coronavirus la mayor perdida de residentes hacia municipios rurales y la menor llegada de residentes de otras localidades en una década, principalmente porque la pandemia del coronavirus ha afectado a casi todos los aspectos de la vida y también a los lugares donde la población decide vivir. Haber pasado más tiempo en pisos pequeños durante el confinamiento, poder teletrabajar o estar más cerca de la familia o la naturaleza son algunas de las posibles razones que han llevado a muchos a cambiar la ciudad por el pueblo en unas proporciones que no se veían desde antes de la crisis. 

Así se desprende de los microdatos de la estadística de variaciones residenciales entre los años 2006 y 2020, publicados por el INE y analizados por elDiario.es, que recogen las modificaciones en el padrón por cambio de municipio de residencia. Los pueblos son, con diferencia, los que más se han beneficiado de los movimientos de la población. En concreto, más de 200.000 españoles decidieron dejar la ciudad (municipios de más de 50.000 habitantes) para trasladarse a las zonas rurales. De cada diez cambios de domicilio, tres fueron hacia un municipio de menos de 10.000 habitantes.

Castro Urdiales, a la cabeza

Según se puede observar en los datos nacionales, grandes capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla son las que más población han perdido como consecuencia de los cambios de municipio, mientras que Boadilla del Monte, Mijas, Calafell o Castro Urdiales son las ciudades con el mayor saldo positivo. La localidad castreña se sitúa entre los primeros puestos de todo el país y es también el municipio cántabro con mayor saldo positivo (821), con más de 500 empadronados que en 2019, producto fundamentalmente de las llegadas de otras comunidades autónomas.

Este hecho refuerza la tesis del movimiento a consecuencia de la pandemia, ya que la provincia de procedencia con mayor impacto ha sido Vizcaya, limítrofe con Castro-Urdiales y de donde proviene el mayor número de nuevos empadronados en esta ciudad cántabra, bien porque tenían ahí su segunda residencia y han optado por cambiar de domicilio para poder esquivar los cierres perimetrales entre Cantabria y Euskadi o porque han decidido regularizar su situación, conocido como es el desfase entre la población real y la población empadronada que padece Castro desde hace muchos años y que afecta muy especialmente a sus servicios públicos.

Analizando los movimientos por separado, el informe del ICANE también observa que los saldos más positivos con origen en otra comunidad española se dirigen principalmente a la costa, centrándose en municipios de la zona oriental y central, siendo los más beneficiados Castro Urdiales, Santander, Piélagos, Laredo y Suances. Es muy llamativo el cambio de dinámica de municipios que en 2019 presentaron pérdidas, pero en 2020 han pasado a tener saldos positivos, caso de Camargo (de perder 35 a ganar 265), Santa Cruz de Bezana, de (-28 a 226) o Marina de Cudeyo, de (-14 a 126).

Éxodo rural

Además, durante 2020 los residentes en Cantabria que cambiaron de residencia lo hicieron principalmente hacia municipios intermedios, fuera de los grandes centros urbanos, pero con cercanía a los mismos. Así junto a Santander se encuentran los saldos más destacados, Piélagos (162), Santa Cruz de Bezana (226), Ribamontán la Monte (89), Camargo (88) o Santa María de Cayón (66). Junto a Torrelavega crecieron Miengo (118), Suances y Puente Viesgo, ambos con saldos positivos de 63 movimientos. Y en el área oriental, cercanos a Laredo y Castro Urdiales, se encuentran los municipios de Meruelo (71), Voto (67), o Bárcena de Cicero (54).

En este último año se han producido cambios importantes en las variaciones residenciales a escala municipal. Según los datos aportados por el INE, durante 2020 el número de municipios que ganaron residentes por variación residencial creció un 25%, ya que fueron 90 frente a los 72 de 2019.

También destaca que los municipios que presentan saldo más favorable lo hacen consecuencia de las altas procedentes de otros municipios de España, a excepción de Santander cuyo saldo positivo, muy alejado de las cifras de años anteriores (251) es consecuencia principal de la llegada procedentes del extranjero, ya que su saldo con el resto de Cantabria es negativo y muy elevado (-1.216). 

En este sentido, durante 2020 los saldos con el extranjero siguen siendo positivos en los municipios más grandes, caso de Santander, Torrelavega, Camargo, Piélagos y Castro-Urdiales, todos ellos mayores de 20.000 habitantes y que agrupan a más del 50% de la población de Cantabria.

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