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Mariano Carmona: “Cuando los servicios públicos pasan a ser colaboraciones público-privadas se convierten en negocios”

El secretario general del sindicato UGT de Cantabria, Mariano Carmona.

Olga Agüero

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El teléfono del secretario de UGT en Cantabria suena con mucha frecuencia y Mariano Carmona (Aes, Puente Viesgo, 1967) escucha, aconseja con paciencia a sus interlocutores. Trae de serie fuerza, convición, una voz enérgica y un carácter decidido, prestaciones muy útiles para lidiar con los conflictos sindicales y mantener viva la reivindicación ahora que corren tiempos difíciles y que “no está de moda decir que la gente tiene derecho a emigrar a otro país, sino que hay que echar a los inmigrantes”. A la tercera va la vencida. Carmona, que empezó a trabajar con 18 años, afronta su tercer y último mandato al frente del sindicato que revalidó el pasado febrero en un congreso sin rivales. Sigue reivindicando con firmeza lo público frente a las privatizaciones sanitarias y las colaboraciones público privadas. “No puede ser que un líder político se presente a unas elecciones con ánimo de privatizar lo público, que trabaje donde quiera, pero si ejerce un cargo público tiene que defender lo público”, expresa. El líder ugetista reacciona a las polémicas del absentismo laboral tras las quejas de la patronal -“lo primero es definir qué es”- y a la opinión favorable del sindicato a los presupuestos de Cantabria que rechazaron todos los grupos parlamentarios de la oposición. “Lo que tienen que hacer los partidos políticos es ponerse de acuerdo en qué presupuestos quieren porque yo tampoco he escuchado tantas propuestas”, replica.

¿Tiene vigencia la lucha sindical? ¿los trabajadores de hoy tienen menos conciencia sindical?

Las cosas han cambiado. Antes las empresas tenían mil personas, tres mil personas, y la representación sindical que había en esas empresas hacía de tractor de las empresas pequeñas. Siempre que había un problema la referencia era la sección sindical que había en tal empresa. Hoy ha cambiado. Las empresas cada vez son más pequeñas y están más atomizadas, por eso cuesta más. A eso se une el desgaste que sufrieron los sindicatos sobre todo en la época después de la crisis. El desgaste permanente que se empezó a hacer a los sindicatos porque éramos el último dique de contención. Fuimos los únicos que estuvimos permanentemente protestando contra los recortes de la crisis, contra la reforma laboral que se hizo sin consenso de nadie, contra la reforma de las pensiones, contra la retirada de las ayudas, reducciones en las prestaciones sociales... contra todas las medidas que se aprobaron en ese momento. Fuimos los únicos que aguantamos el tirón. A eso le unimos, en el contexto actual, la subida de los partidos de extrema derecha -no solo en España, sino en Europa y en todo el mundo- que no son casualidades. Es decir, al final la gente que tiene mucho dinero no lo quiere repartir con el resto de la sociedad. Es otra época, otra etapa que está perfectamente dirigida. Sobre todo con estos contenidos rápidos de las redes sociales, videos que duran veinte segundos. A la gente joven, por ejemplo, le gusta más lo radical. Y en este momento eso es lo más radcial. Ahora mismo no está de moda decir que la gente tiene derecho a emigrar a otro país, sino que hay que echar a los inmigrantes. Ahora están de moda cosas que son radicales. No quiere decir que sean justas, ni sociales ni que vayan a perdurar en el tiempo porque esa no es la forma de actuar. La sociedad tiene que ser justa y estar al servicio de las personas, no solamente al servicio de algunas personas.

Últimamente la patronal y el propio Gobierno de Cantabria hablan de absentismo laboral. Reprochan que las cifras son cada vez más elevadas. Pero hablar en estos términos puede inducir a pensar que los trabajadores no van a trabajan porque no quieren, que son faltas injustificadas.

Es un tema que tenemos bastante claro. En este sentido, tengo que reconocer que las declaraciones que hizo el consejero de Salud -que poco tiene que ver su forma de pensar con la mía- cuando le interpelaron sobre el tema del absentismo en el Parlamento lo primero que dijo fue que hay que definir lo que es absentismo. Efectivamente. Una persona que está de baja no es un absentista, pero las empresas dentro del absentismo lo meten absolutamente todo: los derechos, las libranzas por hospitalizaciones, los permisos sindicales, de matrimonio. Ellos consideran absentismo todo lo que no sea estar trabajando, y eso no es el absentismo.

Las empresas consideran absentismo todo lo que no sea estar trabajando

En cualquier caso, la parte que nos preocupa del absentismo no son los números sino la pérdida de salud de los trabajadores y las trabajadoras como consecuencia del desempeño del puesto de trabajo en unas condiciones que no sean aceptables. Para nosotros sería importante que se abriera un foro de debate en el que estuviesen representados todos los organismos que tienen que ver con ésto: representantes de los trabajadores, del Gobierno, Servicio Cántabro de Empleo, ICCAS, INSS, CEOE, las mutuas... Un foro para aliviar la situación pero no desde el punto de vista de cómo se está tratando ahora. A nosotros nos preocupa la parte de las enfermedades laborales y los accidentes de trabajo. Sin duda podríamos mejorar todo esto ejerciendo una mejor labor en la prevención y agilizando los trámites para que a las personas se las pueda diagnosticar, tratar, en los tiempos adecuados. Estamos viendo que en muchos casos la falta de atención médica hace que se cronifiquen las lesiones y después es mucho más difícil la recuperación. Pero -insisto- hay que definir lo que es absentismo.

El presidente de la CEOE Enrique Conde si ha aludido a esta cuestión del absentismo ¿cómo es la relación con la patronal?

Algunas declaraciones -no de la CEOE, sino de Enrique Conde- me sorprenden pero soy respetuoso con ellas. La relación es normal, como la que intentamos tener con todos los partidos políticos, unas cosas me gustan más y otras menos pero estamos obligados a respetarnos y a trabajar juntos. Incluso quizá a intentar convencernos unos a otros de que la otra parte está equivocada. Yo tengo una buena relación con la mayoría de las personas que trabajan en la CEOE pero hay declaraciones concretas que se podrían tachar de cierta falta de respeto.

También se alude a un excesivo absentismo de los trabajadores jóvenes, ¿eso es una realidad?

La situación ha cambiado. No tiene las mismas necesidades una persona de 22 años de hoy -ahora que más o menos las coberturas sociales son relativamente buenas- que las que tenía mi abuelo o mi padre. Mi abuelo tuvo que tragar con todo, mi padre tuvo que tragar con mucho, yo con un poco menos y mis hijos tragan con bastante menos de lo que tragué yo. ¿Esto quiere decir que trabajen peor? No. El entorno es diferente, la sociedad ha cambiado. Ahora mismo quizá hay jóvenes que no están dispuestos a asumir algunas cosas que se asumían primero. Tengo algún recuerdo de mis primeras laborales en las que estaba yo solo montando tres cuerpos de andamio, colocando canaletas un sábado por la tarde en un polígono. Si te caes allí te encuentra alguien el lunes en el mejor de los casos. Hoy un chaval dice: mira, esto lo va a hacer quien yo te diga. No son menos trabajadores y tampoco pasa lo mismo en todas las empresas. Las hay que tienen plantillas estables, que hacen imán con los trabajadores. Si vas a trabajar a un sitio que te dicen que tu jornada va a ser de 25 horas semanales y vas a trabajar los sábados por la tarde y los domingos entonces el trabajador dice: no me interesa. Hay empresas que no tienen problemas para mantener sus plantillas estables, pero hay otras que sí. Igual que hay sectores que no tienen problemas para encontrar gente y otros que si.

Carmona, en la sede sindical de Santander.

¿Qué salud tiene el mercado de trabajo en Cantabria?

La primera legislatura, cuando entramos en el sindicato, prácticamente doblábamos los parados que hay ahora mismo y era una situación compleja. Ahora la economía crece y como consecuencia de ello hay trabajo. Lo que pasa es que aunque ha subido muchísimo el salario mínimo y se han mejorado en muchísimas cosas sigue habiendo trabajos o sectores muy malos que están muy precarizados y en los que cuesta mucho encontrar mano de obra estable. Si lo trasladas a otras comunidades no es diferente y donde tienen muy desarrollado el sector primario, por ejemplo, también tienen que traer mano de obra extranjera. No tiene tanto que ver con la actividad del trabajo sino con las condiciones, los salarios, las coberturas. Normalmente tienen que más que ver con el 'por qué' y el 'por cuánto'. Considero que Cantabria ahora mismo tiene unas cifras de paro asumibles aunque la situación ideal es que no hubiese ningún parado. Todo el mundo habla permanentemente de la industria pero creo que una solución para la región sería el desarrollo pleno del sector primario porque nos haría una comunidad más sostenible más equilibrada, más estable ante los vaivenes económicos, fijaría población en el medio rural, facilitaría y colaboraría con el mantenimiento del entorno... ayudaría a la estabilidad económica de Cantabria porque no depende tanto de la coyuntura mundial. En situaciones complejas como la pandemia proporcionaría producto y comercio cercano.

Una de las quejas del Gobierno es que faltan médicos en Cantabria ¿Hay dificultades para encontrar trabajadores en otros sectores?

En la hostelería, por ejemplo, se gana 1.300 o 1.200 euros. Con el registro horario las condiciones son un poco más aceptabless. Pero la hostelería tiene la mala fama de lo que ha estado haciendo hasta ahora. Con la construcción pasa lo mismo. ¿Tiene un mal convenio? no. Es aceptable. Pero la construcción viene de los años dos mil cuando un encofrador ganaba cinco mil euros y ahora mil quinientos. Primero trabajaba por horas, a destajo. Pero ahora una persona que estaba ganando eso igual ya no está dipuesta a hacerlo por mucho menos dinero. Eso no quiere decir que no haya otras personas dispuestas a hacerlo. Insisto, no creo que las profesiones o los sectores sean buenos o malos. Los empleos son buenos y malos por las condiciones y el salario.

Las malas condiciones y los salarios bajos quedan para la mano de obra extranjera.

Son personas que normalmente vienen de situaciones peores o más desregularizadas y esas condiciones no les parecen tan malas. Si esas circunstancias las unimos al tema de la vivienda... es terrible cómo están, viviendo en habitaciones.

Quien ejerce un cargo público tiene que defender lo público

Situación de la industria. Los ERES de fábricas como Bridgestone o Teka ¿cómo repercuten en el sector industrial de Cantabria? ¿Cuántos empleos se han perdido en los últimos años en las fábricas?

Se han perdido muchos. Si hacemos memoria de lo que eran las fábricas de la zona de Buelna, del Besaya, Campoo, Camargo... estaremos hablando de que se han perdido más de la mitad de los puestos de trabajo industriales. Sí que es verdad que han surgido otros grupos, como lo que empezó siendo el grupo Bravo en Ampuero, o empresas como Maflow en Guarnizo. Siempre se debilitan las matrices y van surgiendo otras industrias más pequeñas que normalmente llevan aparejados salarios más pequeños y condiciones más precarias. Nada tiene que ver lo que era la antigua Standard con lo que es ahora. Es la evolución, la deslocalización. En algunos casos se apuesta por países del este. Primero fue la globalización y ahora es la 'desglobalización' pero aunque sea dentro del propio continente siempre buscando países de bajo coste, mano de obra barata. Pero también sin regulaciones medioambientales, de salud laboral, sin regulaciones en seguridad e higiene, sin prestaciones sociales. Intentando no repartir la riqueza que se genera en las empresas. Porque, al final, detrás de todo esto siempre subyace lo mismo: el intentar no repartir el dinero que se genera. Es lo que está pasando en la sociedad en general.

Ayer escuchaba a unas empresas que contaban las dificultades que tenían para vender en Navidad frente a las grandes cadenas nacionales o la compra por internet. No nos damos cuenta de que un comercio de Santander pagará el 20, 25 ó 30 por ciento de impuestos y una cadena internacional pagará el 1% de impuestos en España y el resto, en caso de que pague algo más, lo pagará en Bruselas o en cualquier otro sitio.

También surgen muchos conflictos laborales y quejas por los servicios privatizados desde lo público: las basuras en Santander, por ejemplo, o las ambulancias. ¿Debería exigirse que la gestión de lo público también siempre fuese pública?

Yo, sin duda, preferiría que fuera público. Detrás de todos estos contratos hay trabajadores desempeñando su trabajo en condiciones precarias. Los ciudadanos que tienen que soportar que una ciudad está sucia o los pacientes esperar hasta las dos de la madrugada para tener una ambulancia. Entonces, en estas colaboraciones público-privadas, ¿quién se beneficia de ésto? ¿Dónde se queda el beneficio de estas empresas? En la prestación del servicio, no. En los trabajadores, tampoco. Se convierten en negocios. Ahora lo hemos visto en la Comunidad de Madrid [caso hospital de Torrejón] o en Andalucía con el cribado de cáncer de mama. Todos los servicios públicos cuando pasan a ser colaboraciones público-privadas se convierten en negocios, el carácter de lo público desaparece. Además, hay un mantra que está calando en la sociedad como que es más barato -no es verdad- o que la gestión es más eficiente, que tampoco es verdad. Ni es más barato ni más eficiente.

Hace unas semanas en Cantabria se desvelaba la privatización de servicios sanitarios, cribado de cáncer de mama y colon, dentro de un nuevo convenio singular con el Hospital Santa Clotilde: 216 millones que luego han resultado ser 40 más: 256 que se pueden extender hasta 20 años. ¿Está UGT de acuerdo con esta medida? ¿está amenazada la sanidad pública por los propios gestores públicos?

No tengo absolutamente nada en contra de ningún hospital privado. Pero me parece un error. La sanidad tiene que ser pública, gratuita y solo eso va a garatizar una buena atención a las personas y unos medios adecuados. Lo otro se acaba convirtiendo en negocios. Hemos visto los últimos ejemplos pero es que van a salir más. Las declaraciones que ha hecho el CEO del hospital público de gestión privada de la comunidad de Madrid son absolutamente indecentes. No puede ser que se tomen la sanidad pública como si fuese un negocio privado. Para ser un servidor público hay que tener unos valores. La sanidad en España es una maravilla, otra cosa es que hay dotar de más recursos a los centros de atención primaria, a los consultorios, que haya que cubrir las vacantes y plazas. No se pueden hacer discursos para cagársela como se intentó en su día con las pensiones. ¿Cómo que no es sostenible? Lo será siempre que queramos que lo sea. Los dirigentes políticos que son servidores públicos -me da igual del partido que sean- lo primero que tienen que tener es la voluntad de creer en lo público. Y sino que se monten sus propias empresas de gestión de servicios. Lo que no puede ser es que se presenten a unas elecciones con ánimo de privatizar lo público, que trabaje donde quiera, pero si ejerce un cargo público tiene que defender lo público.

Algunas declaraciones del consejero de Educación no considero que sean el caldo de cultivo adecuado para llegar a un acuerdo

Privatizaciones sanitarias, un conflicto salarial enquistado en educación, ¿Cómo valora el sindicato la acción del Gobierno de Buruaga en cuanto a la gestión de servicios públicos?

Me parece que no se debe dividir a la gente entre lo público y lo privado. Algunas declaraciones del consejero de Educación no considero que sean el caldo de cultivo adecuado para llegar a un acuerdo. La experiencia que yo tengo es que en las negociaciones hay que mostrar muchísimo respeto a la otra parte. Con la falta de respecto no se consigue nada. Cuando he tenido que negociar temas difíciles en mi empresa y en otros sitios intento mostrar un respeto terrible a la otra parte de la mesa, intento convencerles de lo que yo creo que es justo, escucho sus razonamientos, intento buscar soluciones, propongo cosas diferentes. Lo que nunca hago es faltar al respeto a la otra parte o intentar dividir. Eso no es creer en la negociación colectiva. La negociación y el diálogo social son otra cosa. El Gobierno -en este caso, el consejero- tendría que haber asumido esta negociación mostrando respeto a la otra parte y pidiendo respeto cuando no se lo mostrasen a él. Al final aquí hay una parte que tiene más responsabilidad que la otra, y en este caso es la Consejería la que tiene que imponer el sentido común. Y si no le hay, pedirle. En cualquier caso, las subidas salariales que tienen pactadas en ningún caso pueden estar sujetas a la cláusula Silva. Eso, que quede claro porque son amenazas veladas y las amenazas no caben en las mesas de negociación, no son buenas para nadie.

El Parlamento de Cantabria ha rechazado el Presupuesto propuesto por el Gobierno del PP con los votos en contra de toda la oposición, izquierda y derecha. Cuando paradójicamente, este gobierno que privatiza la sanidad pública, entre otras cuestiones, contaba con el visto bueno de los sindicatos y la patronal ¿Por qué consideran que era bueno?

UGT no se presenta a las elecciones. Participamos en el diálogo social y yo tengo que reconocer que el Partido Popular que gobierna ahora en Cantabria se ha presentado con un programa y lo que está haciendo es llevarlo a cabo. ¿A mi me gusta? No, pero tengo que respetarlo. ¿Los presupuestos son buenos? Tienen más de doscientos millones de euros más. Si hay 221 días de trabajo hay casi para gastar un millón más al día el próximo año en Cantabria. Los números son buenos. La cláusula Silva, no. La privatización de Santa Clotilde tampoco. Pero es que eso lo tiene que dilucidar los partidos políticos en el Parlamento, no la UGT ni Comisiones Obreras. Que se pongan de acuerdo en dónde hay que poner estas candidades de dinero, eso es lo que yo he dicho en el Parlamento. ¿Parecería normal que los profesores, los médicos o cualquier trabajador tuviesen a la comunidad de rehén solo por aprobar su subida salarial? Algunos empresarios dicen: que me ayude el Gobierno. Y algunos trabajadores ya empiezan a decir que la diferencia entre lo que pedimos nosotros y lo que nos da la empresa que lo ponga el Gobierno. Vamos a centrarnos un poco. Los números generales de los presupuestos son buenos. Que se pongan de acuerdo dónde lo tienen que gastar que es su obligación. De todos modos, nosotros hemos presentado 60 ó 70 alegaciones y más o menos nos han aceptado la mitad. El año pasado prácticamente lo mismo. Eso no quiere decir que nos gusten los presupuestos al cien por cien. Lo hemos dicho públicamente, que no estamos de acuerdo con las privatizaciones ni con algunas colaboraciones público privadas y que yo quiero que se defiendan los pilares fundamentales del estado del bienestar. De esto estamos hablando todos los días. ¿Es mejor estar sin presupuestos? No. Lo que tienen que hacer los partidos políticos es ponerse de acuerdo en qué presupuestos quieren porque yo tampoco he escuchado tantas propuestas, ni a unos ni a otros.

¿Los grupos parlamentarios se han dirigido a ustedes, al sindicato UGT, para recabar su opinión sobre el presupuesto?

No, no nos han llamado para nada. Normalmente tengo la sensación de que solo me llaman cuando les interesa.

UGT se ha considerado el sindicato hermano del Partido socialista ¿se mantiene esta sintonía político-sindical? ¿qué relación tiene con la cúpula del PSOE en Cantabria?

Yo no estoy afiliado al partido socialista. La trayectoria del PSOE y la UGT hasta hace unos cuantos años ha ido de la mano, de hecho había dirigentes políticos y sindicales que prácticamente compartían la militancia. He tenido una excelente relación con las diferentes directivas del PSOE, con los anteriores a Zuloaga, tuve una buena relación con Zuloaga e intento tener una buena relación con los que están ahora, pero me pasa lo mismo con cualquier otro partido político. Con el PSOE compartimos muchas ideas: somos un sindicato progresista, feminista. En otras cosas no estamos de acuerdo, pero hay que respetarse. Mi obligación es trabajar con todos los partidos. Estoy muy lejos de la situación social actual de odiar al que piensa diferente y de estar todo el día en esa crispación.

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